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"La Izquierda Comunista" n° 23 - Febrero 2008
REUNIÓN DEL PARTIDO EN GÉNOVA, 21 y 22 DE SEPTIEMBRE 2007 [RG99]: LA CUESTIÓN MILITAR EN CHINA - EL ANTIMILITARISMO DE CLASE CONTRA LA GRAN GUERRA - CURSO DE LA ECONOMÍA - ORIGEN DE LOS SINDICATOS EN ITALIA - EL CAPITAL FINANCIERO - EL "PROCESO DE PAZ" EN IRLANDA DEL NORTE - EL IMPERIALISMO EN IRAK - HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO AMERICANO - LA CUESTIÓN HEBREA.
EL MOVIMIENTO OBRERO EN EL MODERNO IRAK (II)
LAS "CREATIVAS" FINANZAS DEL TERCER MILENIO
EL COMUNISMO:UN ANHELO Y UNA NECESIDAD (II)
NECROLÓGICO: NOS HA DEJADO ANTONIO GRAZIANO
NOTICIARIO : Acuerdo de paz en el Ulster - Protestas de maestros en Argentina - Los sindicatos desbordados en Galicia - Los mecenas del partido de Lula - El gobierno del PSOE y sus jefas las empresas - Productividad y funcionarios - Las mujeres vuelven a las minas - China cada vez más cerca - Huelgas en Vietnam y Egipto - España: sólo pagan los asalariados - Así funciona la justicia burguesa - Más despidos en CCOO - Abusos a esquimales - Nueva tragedia marítima en España.
Agosto de 2006:
LA GUERRA EN ORIENTE MEDIO Y LA ANIQUILACIÓN DEL LÍBANO.
ORIENTE MEDIO: O resistencia nacional-popular, o revolución proletaria, la posición comunista internacionalista.

 
 
 
 
 

REUNIÓN DEL PARTIDO EN GÉNOVA

21 Y 22 DE SEPTIEMBRE 2007







La reunión otoñal del partido se celebró los días 21-22 de septiembre en el local de nuestra redacción genovesa, con la presencia de una representación de casi todos nuestros grupos.

En una situación general que, por las condiciones subjetivas, continúa siendo inexorablemente contrarrevolucionaria, es tarea del partido custodiar y mantener vivo el programa del comunismo y los principios de la doctrina marxista, cuerpo de ciencia y de experiencia de clase, armas necesarias para las futuras generaciones de insurgentes proletarios y de su partido de vanguardia. Toda clase acumula sus lecciones. Depositario de las lecciones del proletariado mundial es el partido comunista.

En esta reunión el número de informes preparados era mayor de lo acostumbrado por lo que fue necesario presentar algunos informes de forma resumida, con el compromiso de volver sobre el tema en nuestros próximos encuentros y ampliamente en la prensa.

A continuación reproducimos esquemáticamente los resúmenes.

Horas antes de las sesiones y en la clausura de la reunión acordábamos el plan de trabajo para los próximos meses en base a nuestras fuerzas.
 

LA CUESTIÓN MILITAR EN CHINA

El primer informe, el sábado, ha continuado con el nuevo estudio sobre la cuestión militar; en particular ha profundizado respecto al  capítulo precedente sobre el período feudal, cuyos orígenes en China ya se expusieron. El relator hizo referencia a cuanto ya se publicó sobre el tema en los números del 3 al 8 de Il Programma Comunista, en particular al número 5 (1958), además de a otras aportaciones más recientes que integran el argumento.

Se inició con una cita del Antidüring de Engels y del Capital de Marx sobre la concepción materialista de la historia y sobre definiciones de épocas económicas, que se distinguen no por lo que se produce sino por cómo  y con que medios de trabajo. Según nuestra concepción tenemos una sucesión de modos de producción: desde el comunismo primitivo se pasa al modo SECUNDARIO, después al feudalismo y al capitalismo, para alcanzar el próximo que será el comunismo superior. El modo de producción SECUNDARIO se clasificó en: antiguo-clásico o esclavista, asiático y germánico.

En el siglo V cristiano, momento de la caída definitiva del imperio romano, habían tenido mucha importancia cinco grandes organizaciones estatales, constituidas en amplios imperios y basadas en el modo de producción secundario, si bien tenían distintos grados de desarrollo. Estas fueron: en China el imperio de la dinastía Han, que acabó en el s. II d.c., el reino Kushán en Asia centro occidental, el imperio Gupta en India y el reino de los Sasánidas en Irán y Mesopotamia. En Armenia y en el reino de Axum en Etiopía, en cambio, la forma esclavista era todavía muy sólida y privada de fuertes contradicciones internas. En las tribus turcas y mongolas, sin embargo,  se vivía el comunismo primitivo, mientras en las célticas y germánicas de Europa se estaban resquebrajando las antiguas relaciones comunitarias, nacían las clases y aparecían los primeros gérmenes de organizaciones estatales.

En China la primera formación estatal organizada, históricamente documentada, apareció en 1951 a.c. con la dinastía Shang, mientras en el Mediterráneo la civilización egipcia, organizada en el modo de producción secundario en su variante asiática, estaba en su punto culminante con la construcción de las pirámides de Ghiza cuatro siglos antes. Fue luego absorbida por el mundo griego primero y romano después, basados en el esclavismo.

La civilización Shang era una civilización en la cual estaba ya netamente la división social entre la clase dominante en el vértice social, que vivía en ciudades-palacios y comunidades locales, dedicadas a la agricultura con una manufactura a medida de sus necesidades puramente locales. Estas eran, sin embargo, tributarias al centro, tanto por la provisión de alimentos como de manufacturas de distinto género y de fuerza de trabajo obligatoria y gratuita destinada a los grandes trabajos de riego, drenaje, abono  de las tierras y construcciones de distinto género como obras defensivas, monasterios, ciudades palacio; era una sociedad en la que no eran ya hombres libres sino solamente siervos sometidos a los distintos señores.

La sucesiva dinastía Zhou que la suplantó, llevó a cabo una política menos centralizadora reduciendo notablemente el papel organizador y de defensa de la autoridad central, permitiendo así el crecimiento del poder de los nobles en la periferia, que lucharon entre ellos por el predominio local. Fue un período en cierto sentido parangonable al feudalismo de tipo germánico que prevaleció en Europa tras la caída del imperio romano en cuanto que el poder central era vago y débil mientras pesaba el dominio provincial de los nobles. El período ha sido llamado precisamente "antiguo feudalismo aristocrático". Esto y las fuertes invasiones de nómadas del norte llevaron a un período de gran incertidumbre, guerras internas y caída de la producción, también por largas carestías.

La recuperación se dio con el asentamiento de la dinastía Qin que en el siglo II a.c. con grandes empresas militares, reunificó nuevamente China bajo una única autoridad central fuertemente estructurada tanto en la burocracia como en la fuerza militar. El Estado que se formó, que llamamos de "feudalismo burocrático", lo podemos comparar con los europeos de los siglos XVII y XVIII y al Divino Emperador Shi Huangdi con Luis XIV de Francia con sus victorias y esplendores. La dinastía no los sobrevivió pero la sucesora de los Han continuó con la obra de reforzamiento de la autoridad central.

El paso definitivo a un modo de producción centralizado propiamente dicho se dio con una nueva dinastía, la Jin, que impuso una serie de leyes para ligar al campesino, convertido en siervo y dependiente del Estado, único propietario de la tierra, al fondo que les asignaba el patrimonio del Estado. Recibiendo  dos parcelas, que no puede abandonar y que debe cultivar, una para sí, la otra para el Estado, más una serie de prestaciones de trabajo obligatorias y gratuitas para el Estado, comprendida la obligación militar. El nuevo cuerpo de leyes data del 285 d.c. y sanciona el paso a una forma particular que algunos llaman "feudalismo estatal" o del Imperio unitario, forma que no se interrumpe hasta la Revolución de los Jóvenes Chinos en 1911.

Es neto y definitivo el informe respecto a la propiedad del suelo, de los productos del trabajo, de su fijeza a la tierra asignada y de las prestaciones de fuerza de trabajo que pronto se transformarían en productos y manufacturas, parangonable, en parte, a cuanto después se dio en el período feudal en Europa.

Esta organización económica y social llevó a un primer aumento poderoso de las fuerzas productivas que permitió, entre otros desarrollos, un considerable perfeccionamiento de la técnica siderúrgica que potenció en modo decisivo el aparato militar chino, tanto en el armamento como, en consecuencia,  en la estrategia. Por la escasez de cobre y estaño se desarrolló una refinada técnica del hierro hasta el punto de que ya en el siglo II a.c. se producían aceros de buen nivel gracias a experimentadas técnicas de fusión en serie y al uso de fuelles a pistón con doble efecto que proveía lanzamientos de aire continuos y de mayor potencia, capaces de alcanzar temperaturas constantes y más elevadas.
 

EL ANTIMILITARISMO DE CLASE CONTRA LA GRAN GUERRA

La presentación del trabajo sobre el antimilitarismo comenzaba retomando cuanto se expuso durante la reunión anterior; en particular la resonancia que tuvo en todo el mundo la Conferencia de Zimmerwald.

La prensa burguesa y la propaganda del régimen, indistintamente en todos los países beligerantes, no pudiendo pasar desapercibida la Conferencia, lo denunciaron como una maniobra engañosa del enemigo. Pero Zimmerwald tuvo su mayor resonancia, como era natural, en el interior del movimiento obrero internacional, partidos, fracciones, sindicatos, grupos parlamentarios, etc., fueron obligados, a su pesar, a posicionarse: o bien asociarse o bien condenar y combatir el movimiento contra la guerra. Ninguno pudo mantenerse al margen, hacer como si no existiera. Y este hecho constituyó de por sí una gran victoria.

Entre los encarnizados adversarios y denigradores de Zimmerwald encontramos, sobre todo, a los partidos socialistas de Francia y Alemania, enemigos en el frente de la guerra imperialista, pero unidos y solidarios en combatir toda forma de residuo de clase que pudiese resurgir de las cenizas de la gran traición.

No fueron pocas las adhesiones a las deliberaciones y al manifiesto programático de Zimmerwald, tanto que podemos afirmar que en torno a ellos se formó una pequeña Internacional.

Lo que nos interesa sobre todo está representado por el hecho de que en la conferencia de  Zimmerwald y en los meses sucesivos se delineó una diferencia cada vez más neta entre los autores del antimilitarismo típico de la Segunda Internacional, desde el punto de vista de la enunciación teórica coherente con los principios clasistas propios del marxismo, pero anclado en el falso mito de la unidad del partido; y aquel, de extrema izquierda, defensor de la separación neta y definitiva del socialchovinismo y de la inderogable necesidad de fundar una nueva Internacional capaz de guiar al proletariado en la conquista revolucionaria del poder.

Es en este sentido en el que los bolcheviques entendieron el resultado de la Conferencia, es decir como poner la primera piedra de la Tercera Internacional. La izquierda de Zimmerwald, en su órgano de prensa, Vorbote, escribía: "Entre los que han hecho del socialismo un instrumento del imperialismo y los que quieren hacer un instrumento de la revolución no será posible ya una unidad orgánica (...) La creación de la Tercera Internacional no será posible más que rompiendo con el socialpatriotismo".

En la reunión, tras haber citado la conocida opinión de Lenin, se abordó lo que opinaba Rosa Luxemburg al respecto.

Debido a las continuas presiones de la corriente de izquierda, la CSI, o sea el organismo surgido de la Conferencia de Zimmerwald, se vio obligada a convocar una segunda conferencia internacional, celebrada en Kienthal del 24 al 30 de abril de 1916. A esta segunda conferencia participaron 45 delegados provenientes de varias naciones. Un número considerable de adhesiones, sobre todo teniendo en cuenta los múltiples obstáculos y las dificultades que los delegados provenientes de los países beligerantes debieron afrontar para llegar hasta Suiza. Si todos los camaradas delegados a la reunión hubiesen podido llegar a la misma, su número y por tanto el de los países representados hubiese sido al menos un tercio mayor.

La Conferencia, pese a recoger no pocas enunciaciones teóricas y de principio sobre el carácter imperialista del conflicto mundial, expresó sin embargo dudas acerca de la posibilidad de medidas prácticas inmediatas a adoptar ante la guerra. La mayoría rechazó las propuestas presentadas por los bolcheviques, los cuales declararon que todo programa pacifista es pura hipocresía si no se desarrolla entre el pueblo una propaganda que muestre la necesidad de la revolución y avive la actividad revolucionaria. Las propuestas lanzadas por los bolcheviques demostraban sin posibilidad de error cuáles eran sus objetivos y sus precisas orientaciones. Su intención era reforzar la propaganda de cara a la revolución mundial, sobre cuya llegada no tenían ninguna duda.

La Conferencia de Kienthal expresó duras críticas contra la Segunda Internacional. «El Comité del Buró Socialista Internacional ha faltado gravemente a su deber (...) haciéndose cómplice de la traición a los principios, adhiriéndose a la política de la así llamada defensa nacional y de la unión sagrada que ha llevado a la Internacional a un estado de disgregación y de vergonzosa impotencia (...) reduciendo de esta manera el órgano central de la Internacional obrera al indigno papel de instrumento servil, de rehén de una de las coaliciones imperialistas». Partiendo de esta premisa la Conferencia expresaba: «su profunda convicción de que la Internacional no podrá liberarse de su destrucción como auténtica fuerza política, sino a medida que el proletariado mundial, liberándose de las influencias imperialistas y chovinistas, retomará la vía de la lucha social y de la acción de masa».

Pero, más allá de la condena verbal, la mayoría de Zimmerwald no tuvo el valor de ir más allá. Para muchos de ellos la Segunda Internacional no había sucumbido. Sólo había cedido momentáneamente en el transcurso de esa tremenda crisis mundial causada por la guerra. Los adherentes a esta interpretación se oponían por consiguiente, a cualquier acción revolucionaria dentro de los viejos partidos. Según ellos era impensable la ruptura dentro de los partidos y de la Internacional y fingían estar convencidos que los socialdemócratas habrían podido, una vez acabada la guerra, reconocer sus propios errores y por lo tanto retomar su puesto dirigente dentro del movimiento internacional del proletariado. Y por lo tanto se oponían con todas sus fuerzas a la creación de una Tercera Internacional.

Evidentemente la posición de la izquierda de Zimmerwald era completamente opuesta, ya que creían que la cuestión de la actitud a observar ante el Buró Socialista Internacional constituía el centro de todos los problemas del momento. Estaba muy claro, tanto para ellos como para los otros, que la cuestión fundamental era la Tercera Internacional. La tarea principal era mostrar al proletariado la necesidad de separarse de los socialpatriotas, los cuales habían traicionado al socialismo en todos los países. Unos eran siervos de los imperialistas austro-alemanes, los otros los vasallos del imperialismo de la Entente. Pero todos ellos estaban en el mismo terreno contrarrevolucionario. En el momento oportuno los socialpatriotas se absolverían mutuamente de sus pecados y en plena armonía habrían actuado activamente para sofocar la oposición internacionalista en todos los países. Y esto es lo que por desgracia se verificó.
 

CURSO DE LA ECONOMÍA

El informe contiene los gráficos con los datos actualizados referentes a la industria de los países productores más importantes.

Se han señalado las siguientes tendencias. Los Estados Unidos, tras la recesión del 2001-2002 se recuperan a partir del 2004 acelerando. Pero los últimos doce meses parecen marcar una aminoración. Japón vuelve a sus máximos precedentes tras la larga crisis sólo en el 2003, aflojando en el 2005, recuperándose en el 2006 y menos en el 2007. Alemania crece de manera sostenida: el último dato anual indica un 5,3%. En Inglaterra, Francia e Italia prácticamente no hay crecimiento.

En Rusia se está dando una fuerte recuperación industrial. China no afloja. En la India tras una ligera recesión en el 2001, se da una fuerte recuperación del 10% en el 2007.

El informe económico prosiguió con la ilustración  y consiguiente comentario de los datos del comercio mundial, del cual se dio un cuadro en cifras, reproducido más abajo en lo esencial. En el original los años señalados eran 1948, 1953, 1963, 1973, 1983, 1993, 2003, 2005.

Se observa el continuo aumento del valor de las mercancías que rebasan los límites de los Estados, indicados en millardos de dólares corrientes. Si bien estas cifras deben ser matizadas debido a la inflación, es evidente su fuerte crecimiento.

En la lista de países enumerados aparecen tanto el valor de las exportaciones, como el de las importaciones, así como la balanza comercial en millardos de dólares y la respectiva cuota porcentual sobre el total mundial.

El volumen de moneda crece siempre y en todos los países, con la única excepción de la India en 1953, orientada en aquel entonces hacia el mercado interno, y Rusia en 1993 debido a los acontecimientos de la época.

Es muy importante la marcha de las cuotas sobre el total global.

Los Estados Unidos bajan en esta segunda posguerra del 22% mundial de las exportaciones al 9% y suben en las importaciones del 13% al 17%; en el 2005 resulta de ello un déficit comercial record de ochocientos treinta mil millones de dólares.

Curva "americana" para Gran Bretaña, con unos porcentajes a la mitad y un déficit en el 2005 de ciento veintinueve mil millones de dólares.

Alemania, que en 1948 sólo pudo exportar un 1,1% e importar un 2% alcanza su máximo en 1973 con el 12% y el 9% respectivamente, pero después su cuota se reduce al 9% y al 7%. Exporta más de lo que importa por lo cual en el año 2005  obtiene un superávit de 187.000 millones anuales. Un ritmo paralelo al alemán lo ofrecen Francia e Italia, pero con unas cuotas distintas. Importan más que exportan y en el 2005 tenían un déficit de 37.000 millones Francia, y de 13.000 Italia.

Japón va a la par que estos tres países europeos e incluso Rusia tiene un diagrama ascendente hasta aproximadamente 1973, contrayéndose después. Ambos países tienen superávit comercial, si bien Japón exporta productos industriales y Rusia materias primas.

China: con unas cuotas mundiales muy bajas hasta 1983, para continuar con un crecimiento regular; en 2005 tiene un superávit  de 100.000 millones de dólares.

La India por el contrario tiene de momento poco acceso al comercio mundial, menos incluso que en la época colonial, centrándose preferentemente en el mercado interno.

En el análisis comparativo entre países se observa lo siguiente.
    En 1948 los Estados Unidos contribuían ellos solos entre un cuarto y un quinto de las exportaciones mundiales, Gran Bretaña un décimo, y Alemania, Francia e Italia un 7% entre los tres.
    En 1973 los Estados Unidos suben hasta el 12% y Gran Bretaña al 5%. Los tres países de la Europa continental suman un 22%, la misma cuota de los EEUU en 1948. Japón tiene un 6% y Rusia el 4%. Los demás poco.
    En el 2005 tenemos a EEUU y a Alemania a la cabeza, pero cayendo y sólo con un 9%. Los tres europeos en conjunto suman  el 18% pero también bajando.
    China, la "Alemania de Asia", crece tanto que sube a los dos primeros puestos. Mientras tanto con su superávit está comprando empresas americanas.

Lo que falta para completar el 100 corresponde a  los países no incluidos en la tabla: por lo que respecta a las exportaciones mundiales, alcanzan el 55% en 1948, el 49% en 1973 y el 53% en el 2005.
 

ORIGEN DE LOS SINDICATOS EN ITALIA

El estudio, que ha llegado al periodo del resurgimiento de la Cgil "posfascista", tiende a documentar, mejor si cabe, un tema muy espinoso y central, y del que ya disponemos de una mole de trabajo de partido. El relator ha conseguido encontrar una serie de textos y transcripciones de intervenciones en los primeros congresos de la Cgil, de los que hacía amplias lecturas con comentarios, todo este material sirve para una mejor definición y conocimiento de los sindicatos con los que nos volvemos a encontrar hoy en día, y que también son los que la clase obrera se encuentra; en este periodo histórico de capitalismo viejo.

No hace falta resaltar la importancia de este estudio, que debe ser continuo en la vida del partido, por ser indispensable para determinar las directivas correctas que mañana la fracción comunista dará a la clase en movimiento, pero que ya hoy el partido debe esforzarse en saber prefigurar, habiendo entendido las complejas dinámicas de la efectiva y real lucha de clase.

Una selección de los documentos expuestos, todos prácticamente desconocidos, se insertará en el texto mismo del trabajo.
 

EL CAPITAL FINANCIERO

Retomábamos los trabajos, al día siguiente, con un importante campo de estudio, el del capital financiero.

La Sección Quinta del Tercer Tomo de uno de nuestros libros básicos, "El Capital", que trata del capital a interés, es quizá la menos estructurada y, aparentemente, más ligada a las contingencias del capitalismo financiero del siglo XIX. Los adversarios del marxismo y el comunismo han perdido una gran oportunidad no dirigiendo sus dardos, en su crítica a nuestra doctrina expresada en "El Capital", hacia esta sección, que ciertamente parece la menos cuidada. Son páginas difíciles, espinosas, un auténtico y verdadero "trabajo sobre la marcha".

Estos cuadernos, reorganizados por Engels tras la muerte de Marx y publicados en el Tercer Libro, describen de manera implacable y definitiva el nacimiento y desarrollo de la forma financiera del capital (la ley de su fin, sin embargo, está descrita y analizada en la Sección Tercera del mismo Libro).

El objeto de esta exposición y de las que seguirán es representar en su integridad este aspecto fundamental de nuestra crítica, comparándolo en la medida de lo posible con las ilusiones y las creatividades actuales, que aparentemente están a años luz de aquel periodo histórico.

El capitalismo, desde que se ha impuesto en la escena histórica como modo de producción hegemónico, siempre ha conocido y sufrido crisis financieras más o menos profundas. Algunas de estas crisis han sido episodios de reorganización, otras expresiones de situaciones contingentes exógenas, y otras también verdaderos y propios terremotos provocados por sus propias contradicciones.

Así pues, tendremos que mostrar que, a lo largo de un siglo de evolución de la economía política de los Estados, hasta llegar a las alquimias actuales llamadas instrumentos financieros, el capital financiero no sólo no ha cambiado en la sustancia, sino que tampoco en la forma.

En este sentido, antes de emprender la exposición razonada del trabajo, se ha querido dar un repaso sintético a la historia de medio siglo de crisis financieras, acompañadas por el crecimiento desmedido de las bolsas. Para ello se ha partido con una serie de citas del economista Maynard Keynes, que se remontan a 1936, para definir no sólo la influencia, sino también los límites del formidable factor de la especulación en el sistema financiero, que hoy se señala como la fuente primaria de todos los males y deformaciones del capitalismo, y que sin embargo, al menos hasta cierto punto, no es más que la expresión del efecto de dicho sistema. Como referencia obligada se ha hecho mención a la "madre de todas las crisis", la del 29, que desde los EE.UU. se irradió a todo el mundo capitalista. Se han resaltado las características del evento en la crucial etapa histórica del capitalismo en que acaeció, características que aparecen como constantes en las crisis de mayor envergadura y profundidad.

Después se contó cómo después de atravesar el bache las condiciones maduraron para el conflicto mundial, y cómo con la llamada Ley de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease Act) los Estados Unidos de América impondrían después sus propias condiciones financieras sobre el declinante imperialismo europeo, vinculando además los futuros competidores a su crédito; y por fin cómo con los acuerdos de Bretton Wood y el sistema del Gold Exchange Standard se convertirían en la potencia hegemónica, además de en el plano militar, también en el financiero, y con la institución del Fondo Monetario Internacional, también en los árbitros de los sistemas financieros de otros países.

Prosiguiendo por partes, se describieron las condiciones que llevaron al final del sistema del Gold Standard, y por último a la liberalización del mercado de capitales. Han sido descritos los efectos de la llegada a plazas europeas de las enormes cantidades en dólares provenientes del mercado de petróleo (llamados entonces "petrodólares"), con el acompañamiento de pequeñas crisis por el agobiante efecto especulativo en los años 70.

Finalmente, se enumeró la serie ininterrumpida de crisis que va de la más grave y perturbadora de 1987 (el "lunes negro") hasta las de los años noventa: caída del SME en el 92 con las repercusiones para la lira italiana y la libra esterlina; el crack de las obligaciones (bond) mejicanas en el 94; en el 97 la caída de los "tigres asiáticos", activada por la especulación sobre la moneda tailandesa, un evento aparentemente al margen sobre un teatro financiero de segundo orden; en el 98 la crisis rusa de los préstamos en obligaciones, que sirvió de detonador para la crisis estatal del imperio "soviético"; y en el año 2000 la bancarrota de Argentina y el estallido de la llamada "burbuja" de la New Economy, que ha destruido grandísimas cantidades de pequeños patrimonios, favoreciendo a los grandes emporios financieros. Y concluir con las grandes quiebras de empresas en el 2002, y el todavía no solucionado asunto de los Fondos de Inversión.

Sin embargo, el concepto clave, que esta exposición resumida de casi ochenta años de historia de las finanzas ha querido poner de relieve, es que las que en nuestra doctrina son definidas "crisis generales del capitalismo", aunque las esperemos empecinados, no las debemos esperar de los hechos y fechorías descritos y analizados en la Sección Quinta, sino de la ley enunciada en la Sección Tercera. Esperanzarse con las crisis financieras es, si no ilusorio, sí algo de lo que cuesta reponerse. La crisis financiera "final" vendrá, estamos seguros de ello, pero como efecto de la ley de caída tendencial de la tasa de ganancia; es decir, como resultado de fenómenos en el ámbito productivo y comercial.

Con esta premisa, nos disponemos a afrontar, en la continuación del trabajo, el estudio, no fácil, del "Capital Productivo a Interés".
 

EL "PROCESO DE PAZ" EN IRLANDA DEL NORTE

El segundo informe del domingo fue la exposición del primer capítulo de una actualización de la cuestión irlandesa. Trabajo preparado por un compañero de lengua inglesa.

El "proceso de paz" en los seis condados del Ulster, resultado de unas presiones fortísimas por parte de Washington, está actualmente en pleno desarrollo. La solución política perseguida esta vez es un proceso de paz conforme a los intereses no sólo de Londres, sino también de Washington.

Pensar que la actitud británica hacia un gobierno irlandés separado  sea de total hostilidad no se corresponde a la realidad, al menos en la medida que se ha asegurado en Home Rule, es decir la posibilidad de autogobierno, con un parlamento, pero también tutelados por parte del gobierno de Su Majestad Británica.

No había sucedido así en el pasado: el fracaso de una propuesta de Home Rule hecha por Gladstone en el siglo XIX, con la esperanza de que el político irlandés Parnell consiguiese un acuerdo anglo-irlandés, había mostrado que dentro de la burguesía inglesa no faltaban los saboteadores de cualquier hipótesis de Home Rule irlandesa.

Otras propuestas de Home Rule, esta vez en los albores del siglo XX, fueron contestadas con la revuelta de Carson, cuando los protestantes firmaron un pacto para oponerse a cualquier hipótesis de Home Rule en Irlanda. Parece que Churchill estaba dispuesto a ordenar a la flota británica que disparase sobre Belfast para someterla a cañonazos; algo parecido estuvo a punto de hacer con los huelguistas de Liverpool el año anterior, si la situación hubiese llegado a ser incontrolable.

La perspectiva de conquistar la independencia tout court o el Home Rule para Irlanda dio lugar a iniciativas para aflojar de cualquier modo la opresión de Gran Bretaña sobre Irlanda. Junto a la abierta rebelión, reprimida muchas veces de manera sangrienta, las líneas de pensamiento, las estrategias en juego eran dos, la de los "peldaños" y la de que "las desgracias de Inglaterra son oportunidades para Irlanda".

La línea de los "escalones" está ya en la petición de Arthur Griffith a Michael Collins en 1921, es la de aceptar cualquier forma de independencia para Irlanda incluso si esto supusiera la subdivisión, en la esperanza de llegar a una plena independencia a pequeños pasos a lo largo de decenios. Esta fue la línea posteriormente recorrida que causó una fiera resistencia y una gran guerra civil  en los 26 condados del Estado Libre de Irlanda. Al final el nuevo gobierno de Dublín consiguió imponerse con la fuerza de las armas (suministradas sobre todo por los ingleses) sobre los nacionalistas recalcitrantes. Sin embargo, los "escalonistas"  han estado durante años marcados como traidores de la causa independentista por la opinión pública.

La otra línea, la de "las desgracias de Inglaterra son la oportunidad para Irlanda", es la más tradicional: en la práctica ha consistido en apoyar a los enemigos de Inglaterra, sobre todo en tiempo de guerra. El relator, que resumía los acontecimientos históricos que, en los siglos, llevaron a la derrota de los dos principales adversarios "católicos" en el continente: España primero y Francia, hasta tiempos de Napoleón, después.

En Gran Bretaña la riqueza que surgió de la industria se sumó a la actitud históricamente retrógrada de la aristocracia, y constituyó, por consiguiente un obstáculo insuperable para cualquier progreso en Irlanda.

Marx y Engels estudiaron a fondo la historia de la opresión del pueblo irlandés por parte de Inglaterra. Marx mostraba como la gran emigración irlandesa fue explotada para dividir a los proletarios ingleses e irlandeses en bandos opuestos.

La estrategia prefigurada por Marx y Engels fue muy clara: la tentativa de favorecer la revolución proletaria en el único país maduro entonces para el socialismo. Todo cuanto se podía hacer para debilitar a la burguesía en Gran Bretaña se hizo. Marx y Engels veían a Irlanda como una espada de Damocles que apuntaba al corazón del orden establecido inglés: el fin de la independencia para Irlanda no tenía tanto un valor por sí mismo, cuanto visto como una etapa en el proceso del abatimiento del capitalismo como sistema social.

Pero el movimiento obrero no fue capaz de poner en dificultades el surgimiento del capitalismo en Irlanda. La ausencia casi total en Irlanda de una clase burguesa suficientemente desarrollada, capaz de dirigir la lucha por la independencia nacional, cortó cualquier esperanza.  La Ley de Unión de 1801 había eliminado el proteccionismo sobre la agricultura y el comercio del país, y las actividades económicas que sobrevivieron fueron integradas en el mercado británico.

La burguesía protestante, principal promotora de la revuelta de los United Irishmen a finales del siglo XVIII, se convierte rápidamente en el bastión del dominio británico en Irlanda.

Quedaba la cuestión de la tierra, y una masa de campesinos pobres, que sería la base de la revuelta contra la dominación inglesa. Una masa que había quedado sola, sin ningún apoyo de la burguesía católica.

Estas son las razones de la incapacidad de Irlanda para acceder a una revolución nacional-burguesa, y de la histórica impotencia de la burguesía irlandesa.

Irlanda permaneció durante mucho tiempo atrasada económicamente a causa del efecto que la dominación inglesa tuvo sobre su desarrollo. Los beneficios extraídos de la agricultura y del comercio pasaban directamente a los bolsillos de la clase dominante inglesa, y por tanto en el crisol de la revolución industrial, contribuyendo a la expansión sin límites del Imperialismo Británico.

Sin embargo el desarrollo de la revolución industrial en Gran Bretaña fue un hecho históricamente útil: incluso si se frustró cualquier esperanza de independencia nacional y de soberanía en Irlanda, se creó una clase obrera, y aumentó las probabilidades para la conquista del socialismo, tanto para los trabajadores irlandeses como para los del resto del mundo.

El desarrollo del capitalismo industrial en Irlanda se ha realizado pese a su incompleta afirmación nacional  Pero desde 1900 el progreso histórico en Irlanda no necesita ya la construcción de un Estado nacional sobre toda la isla: tiene necesidad en cambio de la lucha por la emancipación de la clase obrera, la única vía al socialismo. Esto es lo que no comprendieron tantos socialistas irlandeses, el primero de ellos James Connolly, que no llegaron a ver mas allá de la cuestión nacional, y defendieron la independencia como un prerrequisito esencial para alcanzar el socialismo.
 

EL IMPERIALISMO EN IRAK

"Como todos saben (¡¡¡) la guerra en Irak se ha producido en gran parte por el petróleo". Lo ha escrito el ex-gobernador de la Reserva Federal Greenspain en su libro de memorias y ha añadido después en una entrevista al Washington Post que quitar de en medio a Sadam Hussein era esencial para garantizar el suministro mundial de petróleo: "Mi opinión es que Sadam, si miramos los 30 años de su historia, mostraba muy claramente su interés por controlar el estrecho de Hormuz, donde transitaban 17, 18, 19 millones de barriles de petróleo al día". Desde esta verdad a medias, dicha por uno de los máximos campeones del régimen capitalista, ha partido el compañero encargado de seguir el curso de la guerra iraquí.

La guerra ha sido hecha, seguramente, también por el petróleo, como confiesa Greenspain. No para garantizar el "libre comercio", lanzando al aire los planes del "dictador", sino para asegurarse su control por parte de los Estados Unidos, que desde hace decenios busca la manera de manipular precios y abastecimiento como un arma en defensa de su hegemonía  mundial.

Pero esta guerra, tan tenazmente deseada por Washington, no está desarrollándose de un modo favorable para ellos.

En el frente económico no hay buenas noticias para el imperialismo del otro lado del Atlántico.

La nueva ley iraquí sobre el petróleo ha sido espoleada fuertemente por Washington porque la considera un instrumento para poner definitivamente las manos en el grifo. Pero también debería tender a estabilizar el país con una distribución más "ecuánime" de la renta petrolífera entre las diversas comunidades y regiones.

La ley no obstante permanece en el Parlamento desde hace varios meses y corre el riesgo de no ser aprobada debido a la dura oposición de los partidos kurdos, que temen verse privados de una parte de sus rentas actuales, y también por la oposición de los partidos "sunnitas" y "nacionalistas", que se oponen a la venta del petróleo a las compañías extranjeras.

El gobierno de las regiones kurdas ha firmado contratos de explotación con algunas compañías extranjeras, de manera autónoma, y reivindica el derecho a explotar el petróleo extraído en esa región. Se calcula que el Kurdistán iraquí podrá extraer de los nuevos pozos cercanos a la frontera con Turquía, en el próximo año, 200.000 barriles de petróleo.

También el sindicato "libre" del sector petrolífero ha expresado su oposición a la ley declarando una huelga en junio de 2007, con bastante éxito pese a su carácter ilegal; según su presidente: "el gobierno central de Irak debe ser propietario único y tener el control completo de la producción y de la exportación del petróleo". El gobierno iraquí ha respondido a la huelga poniendo fuera de la ley al sindicato y amenazando con la cárcel a sus dirigentes.

En el plano militar, la verdadera y auténtica fuga, a comienzos de septiembre, del contingente británico en Basora, corazón de la industria petrolífera iraquí, ha sido un duro golpe para los americanos. El contingente británico, reducido de 45.000 en los tiempos de la ocupación del país, a los últimos 5.000, tras una serie de acuerdos "secretos" con el ejército de Mahdi, la milicia de Moqtada al Sadr, y otras milicias chiítas, ha abandonado sus posiciones en el centro de la ciudad y se ha atrincherado en el área del aeropuerto, con la perspectiva de abandonar Irak dentro de poco tiempo, dejando sólo un pequeño contingente de 1.500 hombres destinado, dicen, al adiestramiento de las tropas iraquíes.

La fuga británica, que se ha hecho pasar por un "acuerdo" con el gobierno iraquí, era de hecho incuestionable dada la situación en la que se encontraban las tropas, prácticamente asediadas dentro del palacio de Sadam Hussein, junto a Shatt el Arab. De aquí la decisión de Londres de aceptar las peticiones del gobierno iraquí, favorable a asumir el control directo de la ciudad. Pero el problema es que parece que en la provincia de Basora estén disponibles sólo 4.000 soldados iraquíes, los cuales deberían controlar una ciudad de más de dos millones de habitantes, y en la que los choques con bandas armadas están a la orden del día.

La retirada ordenada por Londres crea graves problemas al ejército americano porque la pérdida del control de las ciudades meridionales hace vulnerables sus vías de abastecimiento que desde Kuwait se dirigen al norte; a esto hay que añadir el riesgo de perder el control del puerto, del cual parte la casi totalidad del crudo iraquí exportado.

A pesar de esta trágica realidad el general Petreus, comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Irak, ha informado al Congreso de los Estados Unidos que el aumento de las tropas decidido en los meses pasados ha llevado a éxitos significativos y que esta nueva situación permitirá pasar algunas tareas al ejército iraquí retirando cerca de 4.000 hombres (una brigada) durante el 2007, para llegar a los 30.000 en 2008, reduciendo nuevamente el contingente de 168.000 a 138.000 hombres, o sea el mismo número que tenían antes del envío de refuerzos en la primavera pasada. El optimismo del general ha sido compartido sólo parcialmente por el embajador americano en Bagdad, Ryan Crocker que ha declarado durante la misma sesión en el Congreso: «Abandonar o reducir drásticamente nuestros esfuerzos conduciría a un jaque mate y es necesario que las consecuencias de dicho jaque mate estén claras. Un Irak sumido en el caos o en una guerra civil (...) incitaría a los Estados vecinos a intervenir (...) es evidente que el gran vencedor sería Irán, el cual podría consolidar su influencia sobre los recursos y el territorio iraquíes. La evolución actual es difícil pero las alternativas son mucho peores».

Si como estamos viendo los militares y también los altos cargos comprometidos directamente en la guerra tienen serias dudas sobre la posibilidad de seguir "ocupando" el territorio con las fuerzas actualmente disponibles, los políticos están convencidos de que no hay alternativas a la guerra y que una retirada de Irak sería una derrota inaceptable.

Si bien hoy es difícil comprender cuáles van a ser los movimientos del Pentágono a corto plazo, lo que parece cada vez más evidente es que será difícil permanecer en la situación actual. Se trata de digerir el duro hueso iraquí o de rechazarlo, bien alargando la guerra, bien buscando la manera de involucrar a Irán, a quien se acusa de responsabilidades en el abastecimiento de algunas facciones de la resistencia chiíta en Irak.
 

HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO AMERICANO

El informe ha llegado hasta los años 30 del siglo XIX, periodo en el que se asistió a una reanudación de la actividad sindical, como reacción a un brusco empeoramiento de las condiciones de vida de la clase obrera, sobre todo debido a la desenfrenada carrera por el beneficio de la burguesía, con todo lo que esto trae consigo: quiebras, crisis bancarias, desprecio por los acuerdos firmados con las organizaciones obreras y artesanas. A diferencia del pasado, esta vez el movimiento abarcó a muchas más categorías, incluyendo a menudo a los trabajadores de una determinada ciudad o distrito, con las consecuencias positivas que tiene la formación de una conciencia de clase. Las luchas fueron numerosas y a menudo duras, y en ellas se distinguieron particularmente las mujeres de Nueva Inglaterra, mucho más explotadas que sus compañeros masculinos. La burguesía reaccionó con violencia, contando con la ayuda, a menudo determinante, de los jueces, la policía y el ejército. Pero el verdadero golpe al movimiento vino dado por la crisis de 1837, que obligó a la dispersión de los jóvenes organismos de clase.

Una ayuda posterior para la conservación social y asimismo un obstáculo para la lucha de clase vino de las diversas ramas del utopismo, de las cuales en América tuvieron un éxito particular el Fourierismo y el Owenismo. Fue también la época del cooperativismo, que tuvo un momento de popularidad a la par que estaba declinando en Europa, al menos como ideología sustitutiva de la lucha directa contra el capital. Otros reformadores tuvieron un éxito efímero esos años, y nota común a todos ellos era la nostalgia y el rechazo al progreso capitalista ya que veían en el dominio del capital sólo aspectos negativos, y no veían, como hizo Marx, su potencialidad económicamente progresiva, que abría el camino a la revolución social.

Tampoco faltaron en esos años difíciles, para mantener a raya al movimiento obrero, movimientos religiosos que predicaban la calma y la resignación ante los designios divinos. Fue en aquellos años cuando surgió el famoso Ejército de Salvación.

Sólo la recuperación económica que tuvo inicio en 1844 permitió a su vez la recuperación del asociacionismo obrero, mientras el país se poblaba con nuevas remesas de inmigrantes, muy distintos entre ellos: las más sobresalientes fueron las de alemanes, en general obreros especializados, alfabetizados y a menudo políticamente activos, y las de irlandeses, medio primitivos, analfabetos, ex campesinos. Dos migraciones que mantendrían durante largo tiempo, para bien y para mal, sus características originarias, y que dieron una fuerte impronta al movimiento obrero en los decenios siguientes.
 

LA CUESTIÓN HEBREA

En línea de principio todas las religiones y tradiciones forman parte de la evolución de la especie humana y a ella pertenecen. No decimos que, en alguna medida, las reivindicamos todas, sino que en el diseño histórico del materialismo histórico el pasado es parte integrante del proceso que "inevitablemente" lleva al comunismo. Esto no nos impide, al contrario, nos obliga a ver críticamente de qué forma la humanidad hasta hoy, desde sus comienzos hasta hoy, en el interior de sus contradicciones y divisiones de casta y de clase ha producido las condiciones para el paso al comunismo. En este sentido nosotros no estamos con ninguna religión, por muy sublime que pueda aparecer o aparente ser.

Tras sostener que las religiones han levantado la cabeza después que la "muerte de Dios" parecía haber celebrado su funeral, ahora se trata de decidir si el "despertar religioso", no sólo del Islam sino de lo "sacro" en general, sea auténtico y qué representa.

El marxismo se coloca a un máximo nivel teórico y no sólo polemiza con las expresiones más vulgares del capitalismo actual, sino con las manifestaciones del pensamiento más conspicuas, que intentan afrontar las grandes cuestiones no sólo del momento, sino del futuro. Negamos al capitalismo en su totalidad la capacidad de realizar proyectos según criterios ventajosos para toda la especie. Esta tarea le corresponde a nuestra tradición, diremos casi a nuestra "religión"...

El comunismo significa, en sentido etimológico, plenitud y comunidad vital, posible sólo si todas las separaciones artificiosas entre los componentes de la especie se derrumban. El comunismo reconoce que la primitiva organicidad "natural" del hombre deberá restablecerse en nombre del pleno despliegue de las potencialidades de la sociedad moderna, que con el capitalismo ha alcanzado el ápice del desarrollo técnico y al mismo tiempo de las divisiones internas.

Los proyectos burgueses se identifican con el crecimiento sin límites de la Técnica, más exactamente de la técnica que da Beneficio. Esta es la diferencia neta que oponemos a sus elaboraciones. El comunismo no es un simple sueño con los ojos abiertos, porque su necesidad está ligada indisolublemente con la liberación que requieren las fuerzas productivas. Las separaciones y contradicciones sociales de las sociedades de clase, en el comunismo no se resolverán por decreto, sino cuando maduren, en la sociedad actual, las condiciones favorables para su superación histórica.

El proyecto comunista prevé una sociedad de especie pero experimentada en sentido amplio, y que ya actúa en el partido. Si esta afirmación suscita la sonrisa de nuestros enemigos es porque ya está aceptada mayoritariamente la idea de que la vida es competición, lucha y nada más.

Por el momento el comunismo vive dentro de un grupo desaparecido, que no debe encontrarse solo, si sabe ligarse a la historia, si sabe verse como continuidad de esa tradición que permita la toma del poder. No obstante esta exigua minoría corre el riesgo de no poder transmitir sus testimonios a las futuras generaciones si comete estos errores: 1) no practica realmente el centralismo orgánico; 2) en su interior se acepta cualquier forma de lucha política; 3) se conforma con encerrarse dentro de su propia tribu y no se relaciona con el movimiento proletario, por muy débil que este sea.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



EL MOVIMIENTO OBRERO EN EL MODERNO IRAK

(Continua)

II. LA REVOLUCIÓN BURGUESA
 

El golpe de Estado de los Oficiales Libres

La monarquía hachemita cae en Irak el 14 de julio de 1958, derrocada por un golpe de Estado dirigido por un grupo de oficiales.

Las causas las resume muy bien un general estadounidense H.G. Martin, en un escrito redactado pocos meses después: «El abismo que dividía a los ricos de los pobres constituía una perenne incitación a la revuelta: el coste de la vida se había disparado; los estudiantes, los empleados y los obreros industriales junto a los miserables arrendatarios del campo, se hallaban en un estado de apremiante necesidad. El comunismo estaba muy difundido. El odio hacia Nuri [el jefe del gobierno] y hacia los latifundistas – jeques árabes y agas kurdos – que estaban representados en su partido, constituía un fenómeno patológico. Además había otros dos hechos condenados de forma general: el acuerdo petrolífero basado en el 50% firmado con Irak Petroleum Company en 1952 [según este acuerdo el Estado iraquí recibía el 50% de los beneficios y el otro 50% restante quedaba en manos de las sociedades que explotaban los pozos], y la adhesión al Pacto de Bagdad, firmado en 1955 por Irak, Turquía, Gran Bretaña, Pakistán e Irán [que alineaba a Irak contra Egipto y Siria]» (Un decenio de guerra fría, en "Middle Eastern Affairs", marzo de 1959).

La revuelta iraquí tuvo unas características particulares. Escribe Guido Valabrega: «Mientras que la revolución egipcia del año 52 tuvo casi el carácter de una rendición de la monarquía ante el acoso de la oposición debido a su impotencia para resolver los problemas del país, la revolución iraquí de 1958 tuvo el aspecto de un choque más violento y profundo, entusiasta y arrollador» (La revolución árabe, 1967).

Ya algunos meses antes del golpe de Estado los principales partidos de oposición a la monarquía, el Partido de la Independencia (Istiqlal), el Partido Nacionaldemocrático, el Partido Comunista y el Ba’th, se aliaron formando un Frente Nacional Unitario clandestino. Reclamaban la república, libertad de asociación, elecciones libres, liberarse del control británico, pero divergían sobre muchos puntos esenciales tales como la relación con la Irak Petroleum Company y la cuestión de la nacionalización del petróleo, la cuestión agraria, las libertades sindicales y la cuestión social, los alineamientos internacionales.

Pero no fue el Frente Nacional sino un grupo de oficiales del ejército, autodenominados Oficiales Libres siguiendo el ejemplo de la organización que había tomado el poder en Egipto algunos años antes, quien decidió pasar a la acción a comienzos de 1958 aprovechando el empuje suministrado por la creciente tensión en la región, convertida en lugar de choque de los dos bloques imperialistas, el estadounidense y el ruso.

El Líbano, que estaba al borde de una guerra civil, y Jordania, ambas bajo influencia occidental, temían la recién nacida unión entre Egipto y Siria, así llamada República Árabe Unida, bendecida por Moscú. La monarquía iraquí, estrechamente unida a la monarquía jordana, había decidido enviar algunas unidades militares a la frontera occidental, preparadas para intervenir en ayuda del régimen jordano. Las tropas, provenientes del Este del país, comandadas por el joven coronel Abd al-Salam Arif, perteneciente a los Oficiales Libres, debían pasar cerca de Bagdad para llegar hasta la frontera jordana. Los conspiradores aprovecharon la ocasión: las unidades militares, al llegar a la capital, y en una acción veloz, ocuparon los edificios estratégicos, incluida la emisora de radio, desde la cual el coronel Arif anunció la caída de la monarquía y la proclamación de la república.

El 14 de julio de 1958, mientras la radio transmitía la Marsellesa, recordando otro lejano 14 de julio, el de 1789, cuando la población de París tomó al asalto la Bastilla, las tropas atacaron el palacio real. Tras un breve bombardeo la guardia real se rindió y el rey Faisal II, el príncipe heredero Abd al-Ilah y otros miembros de la familia real, fueron arrestados e inmediatamente fusilados. El primer ministro Nuri Said, que intentó escapar disfrazado de mujer, fue reconocido por algunos soldados siendo fusilado en el acto; el odio popular contra este personaje era tal que su cadáver fue arrastrado como un trofeo por las calles de Bagdad por las muchedumbres.

Los militares hicieron un llamamiento a la población para que apoyase el golpe de Estado y se manifestase por las calles contra la monarquía, el imperialismo y sus agentes, y para afrontar eventuales intervenciones de potencias externas. Igualmente se dirigieron a los partidos del Frente Nacional Unitario pidiendo su movilización. Las masas respondieron con entusiasmo y Bagdad y otras ciudades iraquíes fueron escenario de enormes manifestaciones, algunos hombres de negocios estadounidenses y ministros jordanos fueron muertos; hubo saqueos masivos y expropiaciones.

Los mismos Oficiales Libres se alarmaron ante la situación y a los pocos días del golpe de Estado fue proclamado el toque de queda y la ley marcial. La situación social iraquí era tan explosiva que el nuevo gobierno, representante de los intereses de la ascendente clase burguesa, tuvo que vérselas desde el primer momento por un lado con un proletariado urbano y agrícola organizado y combativo y por otro con una clase de propietarios terratenientes armados y poderosos.

Uno de los criterios para medir la radicalidad de una revolución burguesa es ciertamente el de su política agraria: la revolución es tanto más profunda cuanto más arranca el poder a la clase terrateniente, imponiendo con la fuerza medidas expropiadoras sobre la tierra que pueden llegar hasta otorgar su titularidad al Estado. Pero la burguesía siempre se ha mostrado muy prudente cuando se ha tratado de atacar el derecho de propiedad de la tierra, pese a que una reforma agraria radical favorecería enormemente el desarrollo del sistema de producción capitalista. El temor a un proceso revolucionario, promovido por el proletariado de las ciudades y del campo, que traspase las relaciones de producción fundadas sobre la propiedad privada de los productos del capital, lleva a la clase burguesa a entenderse con los terratenientes, aliados seguros contra las clases explotadas.

El nuevo gobierno iraquí no escapó a esta regularidad del dominio de clase. Buscó el apoyo de los terratenientes para dominar mejor al campesinado y a los proletarios; por eso tuvo una política extremadamente moderada, no sólo en materia agraria sino en general, tanto en política interna como en sus relaciones internacionales.

El 18 de julio se decretó el respeto a los acuerdos petrolíferos firmados por los gobiernos precedentes, y en la ONU el representante iraquí confirmaba la adhesión de su país al Pacto de Bagdad, echando por tierra dos de los temas fundamentales de la propaganda antimonárquica. En agosto el nuevo primer ministro, el general Qasim, durante una visita del secretario de Estado americano, Bob Murphy, le confirmó que «no se había hecho la revolución en Irak para ofrecer su país a la URSS o a Egipto».

Pese a esta política prudente los angloa-mericanos reaccionaron violentamente contra el golpe de Estado, sobre todo para impedir que la revuelta se extendiese: la VI Flota desembarcó 10.000 hombres en Líbano, más de cuantos tenía en ese momento todo el ejército libanés, mientras los ingleses enviaron 2.500 paracaidistas, los famosos "diablos rojos" en defensa de la fiel monarquía jordana.

Una vez instalados en el poder, los oficiales revolucionarios, con el general de brigada Abd al-Karim Qasim a la cabeza, redactaron una nueva constitución que proclamaba la república y otorgaba al general Qasim el título de primer ministro, ministro de defensa y comandante en jefe del ejército; al coronel Arif, que había contribuido directamente al triunfo del golpe de Estado, fue nombrado vice primer ministro y ministro del Interior; los restantes miembros del gobierno fueron elegidos sobre todo entre las personalidades civiles del Partido Nacional Democrático.

Ningún miembro del Partido Comunista fue elegido; igual le sucedería al Partido Democrático Kurdo de Massud Barzani. Y sin embargo será sirviéndose de estos dos partidos, ambos con un fuerte apoyo popular, como Qasim conseguirá hacer prevalecer su línea política, centrada en la exaltación del nacionalismo iraquí. El Partido Comunista iraquí era contrario a cualquier acercamiento a la RAU, donde los comunistas eran ilegales y se les perseguía, e igualmente contrario a la unión con la RAU era el partido kurdo, consciente de que la transformación del país en una provincia más de un amplio Estado, habría hecho todavía más ardua la lucha por la autonomía y la independencia de las regiones kurdas.

La importancia atribuida a la cuestión kurda por el nuevo gobierno se refleja en la constitución de 1958 que establecía que «los árabes y los kurdos están asociados en la nación» y que sus «derechos nacionales» están garantizados en el ámbito de la «unidad iraquí». Esta asociación estaba simbolizada por la nueva bandera en la cual figuraban el disco de oro, emblema de Saladino (que era de origen kurdo) y el puñal curvo kurdo unidos a la cimitarra árabe. El reconocimiento hacia los kurdos no fue mucho más allá, y la situación económica en las regiones del Norte siguió estando caracterizada por un gran atraso y pobreza.

«El objetivo de la revolución nacional – ha escrito el historiador Samira Haj – tal y como definieron sus dirigentes, era liberar Irak de la monarquía oligárquica y de su creador, el imperialismo británico; y reconstruir la nación promoviendo el desarrollo social y económico en interés de su población. La revolución, representando la "voluntad de la nación", tenía objetivos "universales" que iban más allá de las diferencia de clase, étnicas, religiosas y de género» (The Making of Iraq 1900-1963, Nueva York 1997).

Naturalmente este programa "universalista" sólo existía en la cabeza de los ideólogos burgueses; en la práctica únicamente podía significar la defensa de los intereses de la burguesía y de los propietarios agrarios sobre la piel del proletariado y de los campesinos pobres, tal y como había sucedido en la Gran Revolución francesa: defendida al grito de Libertad, Igualdad, Fraternidad, y terminando en la dictadura burguesa y en el terror antiproletario.

Sólo los dirigentes del Partido Comunista iraquí, estalinizados y bien adoctrinados para defender la suicida teoría de la "revolución por etapas", no quisieron ver la realidad y, pese a las severas advertencias, la dureza con la que se habían reprimido las manifestaciones de las masas y la exclusión del partido del gobierno, dieron su pleno apoyo al nuevo régimen, tal y como explicaba uno de sus dirigentes más importantes, Amer Abdalá: «Nuestro partido apoya los intereses económicos de la burguesía nacional como condición fundamental para el desarrollo de un Estado burgués democrático... El objetivo de la revolución es establecer reformas sociales y económicas en el marco de las relaciones capitalistas de producción... Nosotros consideramos esta revolución como una revolución popular» (citado por Ilario Salucci, al-Wathbah, Movimiento comunista y lucha de clase en Irak 1924-2003, Milán 2004).
 

Panarabismo y Nacionalismo

Desde los primeros días de su existencia el nuevo gobierno tuvo que afrontar cuestiones fundamentales, tanto de política interna como externa, problemas sobre los que no había unanimidad ni tan siquiera dentro del restringido grupo que ejercía el poder.

En política interna se trataba de decidir sobre una serie de cuestiones: la realización de una reforma agraria; la relación a mantener con las sociedades petrolíferas extranjeras; la cuestión fundamental de la libertad de asociación para partidos y sindicatos; la política social a adoptar; además del problema del independentismo kurdo.

En política exterior, una vez roto el vínculo con Gran Bretaña, se trataba de escoger, en un momento en el que se recrudecía el choque entre las dos superpotencias por el control del área mediooriental, entre una política panarabista, que en poco tiempo habría llevado a la unión con Egipto y Siria, y una política nacionalista, que pretendía hacer de Irak una potencia regional, tratando de aprovechar las posibilidades abiertas por el duelo entre USA y URSS.

La primera crisis gubernamental se verificó sobre la cuestión de la política exterior, entre la tendencia panárabe, sostenida por el partido Baaz y el coronel Arif que pedían la unión inmediata con la RAU, y la tendencia nacionalista iraquí, apoyada por los liberales, el Partido Comunista y el Partido Democrático Kurdo, y defendida por el general Qasim.

El ministro del Interior Abdul-Salam Arif estaba convencido de que sólo la unión con la RAU podía permitir la supervivencia de Irak y, para encontrar apoyos, en las agitadas jornadas de agosto de 1958, recorrió la provincia buscando la movilización de los campesinos pobres, pronunciando vehementes y demagógicos discursos en apoyo a una "república popular, patriótica y socialista", contra toda "diferencia, o rango de poder privilegiado", provocando incluso levantamientos de los campesinos los cuales, hartos de su opresión, dejaban de trabajar para saquear y apoderarse de las tierras de los jeques.

El primer ministro Qasim pasó inmediatamente a la ofensiva y, con el apoyo del Partido Comunista – que denunció a Arif y sus eslóganes, «que arrojaban a estratos sociales patrióticos en brazos del imperialismo» [¿pero qué estratos patrióticos... los terratenientes?] – relevó al coronel de sus cargos y lo envió de embajador a la República Federal Alemana. Arif volvió clandestinamente a Irak, pero fue arrestado, procesado y condenado a muerte; la pena sería conmutada después por trabajos forzados.

El Partido Comunista iraquí se oponía a los nacionalistas panárabes apelando a las "peculiaridades nacionales" de Irak. Según su análisis la revolución de Julio era nacional-burguesa y una unión con Siria y Egipto (este último país tenía un desarrollo industrial muy superior al iraquí) habría sido un obstáculo para el desarrollo de una industria y de un capital nacional. Según las palabras de Aziz al-Hajj, en aquella época uno de los principales dirigentes del Partido Comunista iraquí: «Es natural que nos opongamos a una unión de "tipo prusiano"... Nosotros somos partidarios de una forma federal de unificación que garantice los intereses de todas las clases en cualquier Estado árabe... una unificación que tome en consideración el desarrollo desigual de estos países... que respete la voluntad popular expresada en un "gobierno democrático". Estamos contra una unión antidemocrática que lleve al crecimiento y a la expansión de la burguesía nacional egipcia a costa de los trabajadores, de los comerciantes y de los capitalistas de los demás países árabes. En este estadio es natural para nosotros luchar a favor de la burguesía nacional iraquí, a favor de su desarrollo».

Alineándose contra la Unión el Partido Comunista no hacía otra cosa que facilitar la política indicada por Moscú, la cual no veía con buenos ojos un reforzamiento demasiado rápido de Egipto, un aliado todavía inestable. Al mismo tiempo se convertía en instrumento de los intereses de la burguesía nacionalista, evitando de esta manera cualquier posible solidaridad regional del proletariado. Cuando la divergencia con los panarabistas terminó en enfrentamientos violentos, el Partido Comunista fue la principal fuerza represora de todos aquellos que luchaban por la unión árabe, dándose choques sangrientos y la represión y expulsión de los sindicatos de los trabajadores favorables a la Unión.
 

La revuelta de Mosul

Los enfrentamientos terminaron con la derrota de la revuelta militar de Mosul en marzo de 1959, dirigida por un grupo de Oficiales Libres de tendencia panarabista, anticomunista y pronasseriana. Es un episodio de gran importancia para la comprensión de las relaciones de clase en esos meses de enorme efervescencia social.

El comandante de la guarnición de Mosul ordenó a las tropas la dispersión de una masiva concentración de los Partidarios de la Paz, una organización ligada al Partido Comunista iraquí; una parte de los soldados, con el apoyo de la población, opuso resistencia a las órdenes dirigiendo sus armas contra los oficiales comenzando de esta forma la revuelta.

Hay que señalar que, en el movimiento, se dio un alto grado de correlación entre divisiones económicas étnicas y religiosas: por ejemplo muchos soldados no pertenecían a las capas más pobres de la población, y eran incluso kurdos; los oficiales eran árabes y pertenecían en su mayor parte a la clase media; muchos de los campesinos pobres de las aldeas cercanas a Mosul eran cristianos arameos; los latifundistas eran mayoritariamente musulmanes árabes. Pero, allí donde la división económica no coincidía con la étnica o confesional, prevaleció el factor de clase, y no el racial o religioso: los soldados árabes no se unieron a los oficiales árabes, sino a los soldados kurdos; los jefes de los clanes latifundistas kurdos se unieron a sus colegas árabes; las viejas y ricas familias cristianas de mercaderes no hicieron causa común con los campesinos cristianos. Cuando los campesinos actuaban por propia iniciativa, fuera cual fuese su etnia, dirigían su ira contra los latifundistas de modo indiscriminado y sin considerar ni siquiera la posición política. Por su parte los pobres y los trabajadores de los barrios árabes se unieron a los campesinos kurdos y cristianos arameos contra los latifundistas árabes musulmanes.
 

La represión contra el proletariado

La situación se tornó peligrosa incluso para Washington y Allen Dulles, director de la CIA, la describía «la más peligrosa del mundo actual». Espontáneamente se movilizaban, se organizaban y se levantaban grandes masas, entusiastas, en los sindicatos obreros y en las asociaciones campesinas, los jóvenes, las mujeres. El Partido Comunista, que aumentaba el número de sus afiliados, que en poco tiempo llegaron a 25.000, daba la impresión de una fuerza formidable, pero utilizada para dirigir ese movimiento en sentido contrarrevolucionario, llevándolo a la dispersión y a la derrota. Una trampa barnizada de rojo.

«Habiendo contribuido eficazmente a salvar el régimen – escribe P.Rondot en su trabajo Irak, (París, 1979) – los comunistas se mostraron exigentes y pidieron la participación en las responsabilidades del gobierno. Los kurdos y los chiítas, que han encontrado unos aliados en los comunistas, apoyan estas reivindicaciones». Pero el gobierno Qasim, pese a la moderación política del Partido Comunista, no quería dar la impresión de ceder a sus presiones, también para no alinearse posteriormente a favor de las clases ricas y de los Estados Unidos, y decidió pasar a la ofensiva contra el PC iraquí. En mayo de 1959 fueron puestos en vigor dos artículos del viejo código penal que castigaba con una pena de siete años de presidio a quien profesase ideas comunistas.

El Buró Político del Partido Comunista, en vez de movilizar a las clases inferiores, algo ajeno a su verdadera naturaleza, se obstinó en la búsqueda del compromiso dando inmediatamente marcha atrás, cerrando la campaña para la inclusión de sus miembros en el gobierno y de la misma forma acabando con la movilización a favor de una reforma agraria más radical. La decisión del Buró Político fue hecha propia por el Comité Central en julio. Es posible que esta política, claramente contraria a sí mismo, fuera impuesta al partido por Moscú, preocupada por la evolución de los acontecimientos en Irak, los cuales contrastaban con la política de "coexistencia pacífica" que en esos años ostentaba. Esta decisión constituyó un paso decisivo de apoyo al gobierno.

Esta política de "derechas" no evitó el choque final, ya que lo aplazó por cuatro años, necesarios para la total destrucción de lo que la clase obrera iraquí creía que era su partido, y sólo por esto es por lo que la burguesía lo consideraba un peligro objetivo; cuatro años de continua erosión y declive del Partido, del apoyo que tenía en los sindicatos y en las demás organizaciones de masas.

La acción represiva del gobierno se dirigió contra los trabajadores más combativos y contra los militantes comunistas, y a menudo estas dos condiciones se juntaban en el mismo individuo proletario: ésta es la peor consecuencia de la contrarrevolución estalinista a escala internacional. Entre julio y agosto del 1959 fueron arrestados centenares, y se difundieron por todo el país los asesinatos, apaleamientos e intimidaciones contra los militantes y simpatizantes del Partido Comunista. La organización juvenil, controlada por los comunistas, que había alcanzado 84 mil afiliados en la primavera de 1959, fue disuelta por la policía en mayo de 1960 (pero ya por esas fechas había descendido a 20 mil), procediendo a la detención de más de 200 de sus cuadros. La Liga de las mujeres iraquíes y la Federación estudiantil, ambas controladas por el Partido Comunista, fueron igualmente reprimidas policialmente. Seis mil dirigentes obreros fueron despedidos en 1960. Pero significativamente, la represión de Qasim contra los comunistas siempre estuvo enfocada (hasta el golpe de Estado de que puso fin a su régimen en febrero de 1963) a debilitar y a neutralizar la base social de los comunistas, y no a destruir el partido – de hecho sus dirigentes nunca fueron golpeados por medidas represivas.

Pese a todas estas medidas represivas que comenzaron en mayo de 1959, el Partido Comunista siguió apoyando incondicionalmente al gobierno, debido a «la necesidad de reforzar la unidad nacional y apoyar a los actuales dirigentes en sus esfuerzos de protección a la república», haciendo autocrítica de su actividad en la primavera de 1959, considerada "ultraizquierdista". El 4 de diciembre el Partido Comunista organizó grandes manifestaciones con motivo de la salida del hospital de Qasim (herido en un atentado el 7 de octubre), con las siguientes consignas: «¡Apoyo total al gobierno nacional para mantener el orden! ¡Más grano a tu pueblo, valiente campesino! ¡Produce más, obrero valeroso! ¡Larga vida a la solidaridad del Pueblo, del Ejército y del Gobierno bajo la guía de Abd-ul-Karim Qasim!».

Estos han sido los dos verdugos del proletariado y de los campesinos pobres iraquíes: la burguesía nacional y el estalinismo.

En enero de 1960 el gobierno promulgó una ley para legalizar los partidos, intentando dar una imagen más abierta de la vida política, pero esta libertad le fue negada al Partido Comunista pese a que había aceptado todas las condiciones gubernamentales, desde el cambio de programa, al cambio de nombre pasando por la composición de su Buró Político. Desde abril de 1960, en distintos periodos y en distintas localidades los periódicos publicados por el Partido Comunista fueron prohibidos, y desde octubre de 1960 fue cerrado definitivamente el diario del Partido que pocos meses antes había sido legalizado.

Es interesante señalar, sobre todo hoy día ya que algunos ven en el radicalismo islámico un aliado posible en la lucha contra el imperialismo, que el gobierno Qasim, mientras dejaba en la clandestinidad a los "comunistas", permitía la constitución de un partido islámico puesto que «el programa del partido tenía como objetivo último la formación de un orden islámico, y su hostilidad hacia el ateismo, el materialismo y el comunismo estaban en primera línea, y esto ayuda a comprender el apoyo de Qasim» (C. Tripp, Historia de Irak, Milán 2003).

La organización islámica al-Dawa (La Llamada), formada en torno al joven Alim Muhammad Baqir al-Sadr ( el padre de ese al-Sadr que hace unos meses ha dado que hacer a los marines americanos, antes de volver a dar consejos más amables), que encuadraba a los musulmanes chiítas, había atraído la atención del gobierno unos meses antes, en otoño de 1958, cuando había organizado protestas contra la ley de reforma agraria, sosteniendo que la expropiación de una propiedad privada era contraria a la Sharia. Con este pretexto el gobierno permitió pagar una indemnización a los terratenientes y excluyó de la ley a las tierras waqf (o sea las propiedades de las entidades religiosas) reduciendo ulteriormente el impacto de la reforma.

En noviembre de 1960 los ministros cercanos al Partido Comunista fueron obligados a dimitir y se cerraron las principales organizaciones de masa dirigidas por el partido: los Partidarios de la paz, la Liga de la Juventud iraquí, la Liga de las mujeres.

En el verano de 1961 el Comité Central del Partido Comunista iraquí, a iniciativa del secretario ar-Radi, condenó las posiciones de la "derecha" del partido (Amer Abdallah fue acusado de ser un "agente" de Qasim, y se fue de Irak fijando su residencia en Bulgaria), pero lo que resultó de esto en la práctica fue sólo un cambio externo, limitándose a la publicación clandestina del periódico del partido. En el terreno de los principios pocas cosas cambiaron. Un ejemplo de ello fue que cuando Qasim empezó la guerra contra los kurdos en septiembre de 1961, el Partido Comunista fue más crítico con el movimiento kurdo que con el gobierno, e insinuó que detrás de ese movimiento estaba la longa manus del imperialismo y tampoco indicó las responsabilidades del proletariado iraquí, el cual no tenía ningún interés en apoyar la acción represiva del gobierno.

A esto siguió un breve periodo de deshielo hacia el Partido Comunista: Qasim anuló en diciembre de 1961 las concesiones a las compañías petrolíferas en las zonas sin explotar, y liberó a todos los presos políticos. Pero en mayo de 1962 hizo arrestar a centenares de personas tras una manifestación de miles de personas, convocada por el Partido Comunista en Bagdad bajo el lema "por la paz en Kurdistán".

En la vigilia del golpe de Estado en febrero de 1963, que borrará al Partido Comunista iraquí de la vida política del país, el partido había bajado de los 25 mil afiliados en 1959 (¡en enero de ese año el Partido Comunista había declarado no aceptar más afiliados debido a la imposibilidad administrativa de acogerlos!) a menos de 10 mil, de los cuales 5 mil en Bagdad, y sobre todo había perdido las enormes posiciones de fuerza que mantenía cuatro años antes en las organizaciones juveniles, en los sindicatos, en las uniones campesinas, en la milicia popular creada tras la Revolución de Julio.
 

La cuestión agraria

En 1958 la situación de la tierra se caracterizaba por una centralización extrema de la propiedad en grandísimos latifundios: de los 48 millones de donum cultivables (1 donum = un cuarto de hectárea) más de 32 millones pertenecían a 168.346 propietarios; una docena de jeques se repartían el 20% del Sur del país. Los tres cuartos de las familias que vivían en los campos, casi 4 millones de campesinos, no tenían tierras.

En los últimos años se habían repetido revueltas campesinas y una de las primeras promesas del régimen había sido precisamente la reforma agraria. En muchos casos a los campesinos les bastó con ese anuncio para ocupar sin más las tierras de los grandes propietarios, quemando sus casas, destruyendo los registros catastrales y los títulos de propiedad. La cuestión agraria representó por tanto, el segundo terreno de conflicto entre las diversas clases y entre las mismas fuerzas que sostenían al gobierno, y ciertamente fue el más importante.

Pese a estas premisas, que demuestran la gravedad del problema, la reforma, promulgada el 30 de septiembre de 1958, se inspiró ampliamente en la reforma agraria egipcia de 1952, pero en un sentido aún más moderado. Fue presentada como la "liberación del campesino", "la reorganización de las relaciones agrarias" y la "liquidación del sistema feudal". Pero detrás de las frases de propaganda, el objetivo al que tendía no era la expropiación, y por tanto la desaparición social de las viejas clases feudales, sino su supervivencia y la defensa de sus intereses en una transformación, dulce e indolora para ellas, que las incluyese en el nuevo régimen. El medio habría sido colocar las tierras en el mercado para que operasen sus lentísimos mecanismos con la finalidad de modernizar las técnicas de gestión y para que evolucionasen en sentido capitalista las relaciones de producción y de propiedad en los campos. No era precisamente este tipo de reforma la que podía liberar de la miseria a los millones de campesinos pobres y sin tierra. Las tierras confiscadas realmente fueron las peores y el precio para comprarlas dejó al margen a los campesinos pequeños y medios. Los campesinos sin tierra, que eran la gran mayoría, siguieron viviendo en la miseria sufriendo una explotación aún mayor.

Inicialmente el Partido Comunista apoyó la reforma – reconociendo en ella la naturaleza conciliatoria frente a las viejas clases terratenientes – siempre con la justificación de las "necesidades" impuestas por el "estadio" de la revolución. Así explica esta política Amer Abdallah, uno de los teóricos del Partido Comunista: «nunca hemos pedido una reforma agraria radical... porque tomamos en consideración  la naturaleza de clase de la revolución nacional, y los estrechos vínculos de la burguesía nacional con las grandes posesiones y patrimonios agrarios».

Como reacción nacieron y se difundieron velozmente las "sociedades campesinas", que en mayo de 1959 eran ya cerca de 3.500. El Partido Comunista, continuando con su praxis política de los "cambios" repentinos, pasó entonces a defender los intereses de los campesinos pobres y sin tierra y llevó a cabo una amplia agitación contra la reforma. Se interesó por las "sociedades campesinas", y más del 60% de las mismas acabaron bajo control estalinista. Durante el mes de abril de 1959 tuvieron lugar enormes manifestaciones, que el Partido Comunista hizo propias adoptando sus consignas, y que culminaron con una manifestación el 1º de mayo en Bagdad, la cual según sus organizadores, reunió a un millón de personas.
 

Una revolución burguesa tardía

La Revolución de Julio abatió el poder de la monarquía oligárquica y dio inicio a un periodo de cambios políticos y luchas por el poder.

Un denominador común fue la feroz lucha contra el movimiento proletario y sus organizaciones. El poder de la clase de los terratenientes, base tradicional de la monarquía, no fue derribado sino sólo redimensionado y el problema de la tierra y de los campesinos pobres siguió siendo dramático. El nuevo régimen rompió el monopolio inglés sobre el petróleo sólo para permitir su explotación a un mayor número de multinacionales.

Al igual que sucedió con la revolución burguesa clásica, la francesa, la revolución iraquí proclamó unos objetivos universales que iban más allá de las clases, religiones, etnias y otras diferencias, pero en los hechos demostró defender, y ferozmente, los privilegios de las nuevas clases dominantes, no las de las clases vinculadas al poder monárquico, sino las clases burguesas y terratenientes que se embolsan la renta agraria, petrolífera y los beneficios del comercio y de la aún militada red industrial.

Pese a sus limitaciones la revolución nacional puso en movimiento a toda la sociedad iraquí: se revolucionaron las relaciones entre los individuos y familiares; las mujeres comenzaron a liberarse de una opresión secular; los campesinos pobres se transformaron en proletarios y se fueron a las ciudades. Entre convulsiones a menudo sangrientas, el nuevo Irak se convertirá en unos decenios en uno de los Estados más potentes del área, una potencia regional que las diplomacias imperialistas no dudarán en empujar a una terrible guerra contra el vecino Irán, para redimensionar el poder económico, financiero y militar de ambos.
 

Entre nacionalismo y represión

El nuevo régimen republicano, dirigido por el general Qasim, siguió una política nacionalista, oponiéndose a quienes, sobre todo en el seno de las fuerzas armadas, querían la unión inmediata con Egipto. Esta elección expresa los intereses de una parte de la burguesía nacional que teme la unión con el más industrializado y potente Egipto y encuentra un aliado en el Partido Comunista, que en pocos meses se convirtió en una organización poderosa en grado de controlar la movilización del proletariado de las ciudades y el campesinado, y en los partidos de etnia kurda que tradicionalmente intentaban obtener la autonomía de la región septentrional de Irak.

Qasim se encontrará muy pronto ante una difícil situación: aislado a nivel internacional tras la ruptura con Egipto y Siria, pero también en conflicto con Irán y Kuwait al abrirse con ellos antiguas disputas territoriales; débil a nivel interno porque su política social descontenta a las clases inferiores y también a los kurdos que, pese a las promesas, obtienen muy pocos resultados de su apoyo al régimen.

De esta situación se aprovecha Egipto, cuya acción ya hemos comentado con anterioridad, para apoyar un nuevo golpe de Estado, esta vez dirigido por el Partido Ba’th, portavoz de un programa panarabista y populista, al igual que ferozmente anticomunista. El trabajo de Egipto contra el régimen de Qasim parece que comienza ya en 1959 cuando El Cairo suministra armas y apoyo político a los rebeldes de Mosul, encuadrándose todo esto en una política general del régimen nasserista destinada a convertir a Egipto en el líder del mundo árabe y a obtener el apoyo occidental atacando a las organizaciones comunistas (pro-URSS) dentro de su país y en toda el área mediooriental.

El historiador Anuar Abdel-Malek, describe así la situación de El Cairo: «Una violentísima campaña de prensa y radiofónica se desencadena contra Irak, presentado como el enemigo del nacionalismo árabe. El 12 de septiembre de 1958 John Foster Dulles, que había declarado el 8 de abril que "los Estados Unidos están en perfecta sintonía con el presidente Nasser", anuncia la reanudación de la ayuda americana a Egipto, con una primera entrega de 13 millones de dólares» (Anuar Abdel-Malek, Ejército y sociedad en Egipto 1952-1967, 1967).

El 7 de octubre de 1959 un comando del Partido Ba’th, del cual formaba parte el joven Saddam Hussein, atenta contra la vida del general Qasim, el cual resulta herido. Saddam Hussein, huye a Siria y posteriormente a Egipto, «donde los servicios secretos egipcios ponen en guardia a Nasser sobre los contactos del joven iraquí con la embajada americana (Pierre Jean Luizard,  La cuestión iraquí, 2003).

Mientras tanto estalla la cuestión kurda. En junio de 1961 el Partido Democrático Kurdo (PDK) envía al gobierno una serie de peticiones respondidas con la represión: los periódicos kurdos serán suprimidos efectuándose docenas de arrestos. Para los kurdos está será la señal de la revuelta, y pronto se transformará en una verdadera guerra, una guerra larga, dura y poco gloriosa que repercutirá negativamente en la moral del ejército iraquí y restará a Qasim muchos de los apoyos de los que gozaba en las fuerzas armadas.

Para intentar frenar la influencia del Partido Comunista, el gobierno Qasim, como hemos visto, había intentado apoyarse en los Hermanos Musulmanes obligando a dimitir a los ministros comunistas.

Resulta admirable el valor con el que los militantes comunistas y el proletariado de Irak afrontan, a menudo en contra de la dirección política del partido, el choque feroz contra el aparato represivo burgués; es impresionante la profundidad y la violencia que caracteriza la lucha de clase en este País donde la horca, el fusilamiento y la tortura son el sistema normal de acallar a los opositores.

Los comentaristas occidentales, tanto liberales como socialdemócratas, hacen derivar estos métodos represivos de la falta de tradiciones democráticas, de "partidos" y de una correcta "dialéctica democrática", o sea, lo atribuyen al "atraso" político del País. Nosotros por el contrario, pensamos que la radicalidad del choque político es una característica de las sociedades donde un proletariado numeroso, joven y vital representa una amenaza objetiva para las clases dominantes que tienen muy poco que ofrecer a esas masas, cuya movilización han utilizado con objeto de sacudirse, al menos en parte, el yugo que les ha impuesto el imperialismo. La dictadura abierta representa por tanto un carácter de modernidad, espejo de una vitalidad proletaria que falta al proletariado occidental, embriagado desde hace decenios por la acción soporífera del oportunismo.
 

Una estabilización dificultosa

El 8 de febrero de 1963 un golpe de Estado, se dice que apoyado por la CIA, derroca al régimen de Qasim. El Partido Comunista lanza un llamamiento a la movilización con la consigna «¡A las armas! ¡Aplastemos la conspiración reaccionaria e imperialista!». En las grandes ciudades se llevan a cabo manifestaciones, pero Qasim se niega a entregar armas al pueblo: el ejército, alineándose desde el primer momento con los golpistas, dispara contra los manifestantes, armados simplemente con garrotas, ocasionando centenares de víctimas. Al día siguiente la resistencia es aplastada por todas partes, salvo algunos focos que combatirán hasta el día 12 (en particular Basora). Qasim se rinde y es ejecutado inmediatamente. El nuevo jefe del Estado es Abdus-Salam Aref, el ex-"número dos" de la revolución de Julio de 1958.

El "Consejo Nacional del Alto Mando Revolucionario", el organismo que ha tomado el poder, escribe en su proclama nº13: «Los comandantes de las unidades, la policía y la Guardia Nacional están autorizados para aniquilar a quien perturbe la paz. Los leales hijos del pueblo están llamados a cooperar con las autoridades suministrando informaciones y exterminando a estos criminales». Del 8 al 10 de febrero, en los primeros dos días del golpe de Estado, serán asesinadas unas 5.000 personas, entre las cuales 350 comunistas. Los barrios de las ciudades donde se había desarrollado la resistencia son tratadas como territorio enemigo con registros masivos, detenciones generalizadas, daños y robos.

El futuro dirigente de la izquierda del Partido Comunista, al-Hajj, reflexionando sobre esos acontecimientos afirmará que la resistencia al golpe de Estado había sido un acto "glorioso" del Partido, que lo habría "salvado políticamente", mientras que el verdadero "error" se habría cometido en 1958-63 cuando «toda la estrategia de nuestro partido se basaba en un principio erróneo, el de evitar a toda costa la guerra civil en lugar de iniciarla. Al mismo tiempo las demás fuerzas... estaban afilando sus armas para masacrarnos en el momento oportuno». Incluso admitiendo que el proletariado tuviese que combatir en defensa del gobierno burgués, lo cierto es que el Partido Comunista no había preparado esa resistencia armada ni siquiera en 1963. La realidad es que el fin propio y consciente de los partidos obreros-burgueses es la misma derrota y dispersión, arrastrando detrás y precipitando en el abismo a un proletariado engañado.

En la coalición que sube al poder el elemento predominante es el Partido Ba’th, que en 1963 era una pequeña organización; pertenecen a ese partido el primer ministro Ahmad Hasan al-Bakr y el viceprimer ministro  y ministro del Interior Ali Sadeh as-Sa’di, secretario general del partido y verdadero hombre fuerte del régimen, ya que controla personalmente a la Guardia Nacional, la fuerza paramilitar del partido que está a la cabeza de la represión y que en pocos meses dispondrá de 30 mil hombres.

En los próximos meses la represión anticomunista es durísima. Ni una sola estructura del Partido Comunista en el Irak árabe resiste. El secretario general ar-Radi es arrestado el 20 de febrero y muere tras cuatro días de torturas; los dos secretarios que le suceden, Jamal al-Haidari y Muhammad Salih al-Aballi, son arrestados el 21 de julio y ajusticiados. En el curso de 1963 son asesinados siete miembros (de 19) del Comité Central. Las ejecuciones "legales" de comunistas son 150, pero las "ilegales" son mucho más numerosas. En noviembre de 1963 los comunistas en la cárcel son 7 mil. Los miembros menos irresponsables del partido buscan en el transcurso de ese año salvar de la represión al mayor número posible de militantes, evacuándoles de las ciudades en dirección al campo o al Kurdistán. La actividad del partido durante un año y medio es prácticamente nula. El golpe sufrido por el Partido Comunista en 1963 fue mucho más duro que el de 1949.

La coalición ba’thista-militar, aunque muestra su eficacia en la represión antiobrera, es no obstante muy inestable, con continuas divisiones en su interior. Batatu describe la coalición gubernamental de este periodo con las palabras de Dostoyevski: «"lo más difícil de tener, o lo más fácil de borrar de la cabeza, es siempre una idea"». Continúa C. Tripp: « La pretensión del Partido Ba’th de defender la causa del panarabismo y del bienestar público bajo el slogan "Libertad, Unidad, Socialismo" siempre había dado lugar a las más diversas interpretaciones. En Irak, como en otras partes, la gente se afiliaba al partido por los motivos más variados. Consecuentemente la sección iraquí del partido albergaba numerosas posiciones diferentes entre sí» (C. Tripp, Historia de Irak, pag.231).

Los nasserianos presentes en el gobierno fueron desalojados en mayo de 1963; Irak rompe con el  Egipto de Nasser en julio. La guerra del Kurdistán, tras una breve tregua, se reanuda en junio (el Partido Comunista esta vez apoya a las fuerzas kurdas e intenta en julio un golpe de mano, que fracasa, en la principal base militar del país, la de ar-Rashid). Asimismo el Partido Ba’th se rompe: en octubre en su congreso nacional (panárabe) triunfa el "ala izquierda", con las siguientes consignas: "planificación socialista"; "agricultura colectiva gestionada por los campesinos"; "control democrático de los trabajadores sobre los medios de producción" y por "un partido que se base predominantemente en los obreros y los campesinos". En Irak el "ala izquierda" estaba representada por as-Sa’di el cual, de manera imprevista, se declara "marxista". Junto a él está la Guardia Nacional, la Federación Estudiantil y el Sindicato General de Trabajadores.

Esta situación puso en alerta a los oficiales del ejército y a la "derecha" del Ba’th, representada por el jefe del gobierno al-Bakr. Del 11 al 18 de noviembre Irak cae en el caos: oficiales del ejército, con las armas en la mano, intervienen en el congreso del Ba’th iraquí para imponer una dirección de "derecha", as-Sa’di marcha al exilio a Madrid, pero unos oficiales del Ba’th de "izquierda" intentan resistir y bombardean la base militar de ar-Rashid; las calles de Bagdad  están en poder de los militantes del Ba’th de "izquierda" y de la Guardia Nacional. El Sindicato Nacional de Trabajadores lanza un llamamiento para que sean ajusticiados los burgueses que están evadiendo capitales al extranjero y pide la inmediata socialización de las fábricas y la colectivización de la agricultura.

El 18 de noviembre se produce un nuevo levantamiento comandado por el jefe del Estado Abd-us-Salam Aref junto al general de brigada Abd-ur-Rahman (su hermano). Unidades del ejército atacan la sede de la Guardia Nacional, la cual es bombardeada y el orden se restablece en Bagdad.

En una primera fase, de noviembre de 1963 a febrero de 1964, el bloque en el poder es una coalición de militares nacionalistas fieles a Aref, militares del Ba’th de "derecha" y militares nasserianos. En un segundo periodo, desde febrero a agosto de 1964, el elemento predominante en la cúpula del Estado son los militares nasserianos, mientras que los del Ba’th son alejados de los centros de poder (intentarán un fallido golpe de Estado). En este periodo se proclama un Consejo Presidencial conjunto con Egipto. Además se decide la formación de un partido único, la Unión Socialista Árabe, financiado por el Estado (imitando a Egipto), la nacionalización de todos los bancos y compañías de seguros y de las mayores empresas industriales y comerciales y la distribución del 25% de los beneficios a los trabajadores. Los militares nasserianos piden el monopolio del comercio exterior, pero se encuentran con el rechazo firme de sus aliados: esto provoca la ruptura con los militares fieles a Aref, que en agosto asumen el poder ellos solos.

Comienza la tercera fase, que, comenzará en agosto de 1964 y terminará con la muerte accidental de Abd-us-Salam Aref, el 13 de abril de 1966. Esta fase se caracterizará por la orientación del grupo en el poder hacia posiciones nacionalistas conservadoras, e intentará, en una situación de caos económico, con masivas fugas de capitales al extranjero y despidos, hacer una "marcha atrás" parcial respecto a las medidas adoptadas en la primavera de 1964 por los nasserianos. De nuevo en este periodo se registra un nuevo, y fracasado, golpe de Estado.

A la muerte de Abd-us-Salam Aref le sucede su hermano Abd-ur-Rahman Aref. Permanecerá en el poder siguiendo la política de su hermano, hasta julio de 1968, cuando viene depuesto por un... nuevo golpe de Estado del Ba’th, siendo enviado a un exilio dorado en Inglaterra.

Una vez pasada la trágica atmósfera del golpe de Estado de 1963, en los años siguientes la represión contra el Partido Comunista se redujo, y esto permitió una lenta obra de reconstrucción del partido. Hasta el verano de 1964 el organismo dirigente es el "Comité en el extranjero para la organización del Partido Comunista"; sus miembros vivían en los países de Europa Oriental desde donde denunciaban el régimen de Aref como una "dictadura militar reaccionaria".

La paz con los kurdos en febrero de 1964, los sucesos de Egipto (liberación de los presos comunistas, establecimiento de relaciones estrechas con la URSS, discusiones sobre la autodisolución de los dos partidos comunistas egipcios y su ingreso en el partido único de Nasser, la Unión Socialista Árabe), y el giro nasseriano en Bagdad (con las nacionalizaciones y la mejoría en las relaciones con la URSS, que comienza a suministrar armas a Irak), llevan al PC iraquí, obediente a Moscú, a llevar a cabo un giro político en agosto de 1964. El Comité Central, reunido clandestinamente en Bagdad, adopta una nueva línea, llamada de "Agosto", que clasifica a Egipto como un país que «se sitúa en el camino del desarrollo nocapitalista y hacia el socialismo», y esto lleva a reconsiderar la posición del partido sobre la cuestión de la unidad árabe, con una autocrítica abierta de la política seguida en 1958-63 en este terreno: «Es erróneo... que los comunistas continúen aferrándose a la democracia política como condición para apoyar la unidad árabe... [esta última debe ser vista] a la luz del fenómeno del desarrollo no capitalista y del avance social que enriquece el contenido progresista de la unidad árabe».

Esta nueva política responde plenamente a las directrices que Moscú daba en aquel entonces. Sobre este particular se puede leer en La historia secreta del KGB de C. Andrew y O.Gordievsky: «En los primeros años 60 Kruschov y Moscú, pero no todo el Presidium, estaban persuadidos de la existencia de una "nueva correlación de fuerzas" en Oriente Medio que debía aprovecharse para luchar contra el "Principal Enemigo" [los EEUU]... Los ideólogos soviéticos inventaron los términos "vía no capitalista" y "democracia revolucionaria", para definir el estadio intermedio entre capitalismo y socialismo alcanzado por algunos líderes del Tercer Mundo. La decisión de Nasser, en 1961, de nacionalizar gran parte de la industria egipcia suministró las pruebas evidentes de su progreso hacia la "vía no capitalista"».

Son los mismos términos usados por la dirección del Partido Comunista iraquí, que no hacía otra cosa que repetir sin ton ni son la "nueva" política de Moscú. Valora, retrospectivamente, como positivo el golpe de Estado de noviembre de 1963, «que ha removido los íncubos del régimen fascista y de la Guardia Nacional... y ha creado condiciones más favorables para la lucha de las fuerzas antiimperialistas para preservar la independencia nacional, cambiar la política oficial de Irak y volver al país sobre la vía de la liberación árabe». La conclusión política del nuevo "giro" era que «si nosotros admitimos la posibilidad del desarrollo de Irak a través de líneas no capitalistas, de aquí se deriva inevitablemente que nosotros podamos dirigir nuestra política no hacia la conquista del poder por parte de nuestro partido: debemos permanecer en la vanguardia, pero hay fuerzas que gradualmente están adoptando nuestros objetivos... En el estadio actual el mejor gobierno para Irak es una coalición de todas las fuerzas patrióticas que combaten por la completa emancipación y por el progreso social».

Según los críticos de izquierda del partido, «se veía la cooperación con El Cairo... como la llave de cualquier desarrollo revolucionario en Irak... y por tanto se subordinaba la práctica política del partido a la voluntad del Cairo y de sus partidarios en Bagdad». Pero evidentemente no se trata solamente de esto: desde hacía años las sucesivas direcciones del partido han renegado de todos los principios del marxismo revolucionario.

El Plenum del Comité Central de agosto de 1964 elige un nuevo Comité Central, en parte en Irak y en parte en el extranjero, y el nuevo secretario del partido, Asís Muhammad ("Mu’in, "Nadhim Ali").

La "línea de Agosto" levanta una gran indignación entre los militantes, que con razón juzgaron este nuevo giro del partido como el apoyo a quienes «tienen las manos llenas de sangre del partido y del pueblo». En numerosas ocasiones los grupos de base del partido ignoran las indicaciones del CC y actúan por cuenta propia. La base se sitúa progresivamente hacia la izquierda y la dirección – tras intentar imponer inútilmente la nueva línea con medidas disciplinarias – da un nuevo "giro" en la primavera y sobre todo en el otoño de 1965 sembrando, es nuestra opinión, no poco desconcierto entre los militantes.

Con la definitiva desaparición de los elementos nasserianos de las tareas gubernativas y la reanudación de la guerra en Kurdistán, la dirección del Partido Comunista adopta la consigna de la "lucha violenta" para derrocar "el régimen dictatorial" de Aref luchando por un «gobierno de coalición nacional provisional con todos los partidos y grupos patrióticos y antiimperialistas... que instituya una vida constitucional y parlamentaria», advirtiendo a Nasser para que reconsidere las relaciones con el régimen de Aref, el cual abre las puertas a la influencia del imperialismo inglés y de los monopolios petrolíferos.

Desde octubre de 1965 el Partido Comunista mantiene una posición hostil al régimen de Abs-us-Salam Aref, y después al de su hermano, pese a las alabanzas que sus gobiernos reciben tanto desde Moscú como desde el Partido Comunista Libanés, pero es sólo a partir de febrero de 1967 que el Partido Comunista decide formar pequeñas unidades armadas, móviles y fijas, en las zonas rurales y en una serie de ciudades, iniciando una guerra de guerrillas limitada.

Naturalmente este aparente radicalismo no basta para mantener la unidad del Partido: el 17 de septiembre de 1967 una parte considerable de la organización, que había combatido para "democratizar" la vida interna del partido, se escinde y funda el Partido Comunista Iraquí (Comando Central). El PCI (Comando Central) rechaza alinearse con China o la URSS, y defiende la necesidad del armamento de las masas y de la lucha armada popular en las ciudades y en el campo. Lucha por objetivos ambiguos: un "régimen popular democrático revolucionario bajo la dirección de la clase obrera", por "la unidad árabe revolucionaria con un contenido socialista" y por "la destrucción del Estado de Israel y la creación de un Estado democrático árabe-hebreo".

En febrero de 1969 todos los componentes del Buró Político son arrestados: dos mueren torturados, mientras los otros tres (comprendido el secretario al-Hajj) aceptan colaborar con el Ba’th, denunciando a sus camaradas e interviniendo públicamente a favor del Ba’th (parece que al-Hajj hizo posteriormente carrera en el campo diplomático, obteniendo un puesto en París).

El PCI (Comando Central) consigue reorganizarse un año después, pero sólo en territorio kurdo, y establece una "alianza estratégica" con el PDK de Barzani, en ese momento la única organización nacionalista kurda.

La derrota kurda de 1975 traerá también la ruina del PCI (Comando Central):en 1975 fueron detenidos y ajusticiados cinco de sus máximos dirigentes en Sulaimanya, golpe del que el partido no podrá recuperarse. Muchos militantes dejarán la actividad política y las pequeñas unidades supervivientes se disolverán a finales de los años 70.
 

La táctica suicida del Frente Único

El Partido Comunista oficial, identificado como PCI (Comité Central) desde 1967 para distinguirlo de la organización escindida PCI (Comando Central), convoca con carácter de urgencia tras la escisión, una conferencia nacional (la tercera en su historia) para diciembre de 1967, donde reafirma la orientación de la construcción de Frentes Democráticos unidos bajo la perspectiva de la formación de un gobierno de coalición en sustitución del Abd-ur-Rahman Aref. Pese a la fidelidad a la URSS y a Egipto reafirmada en la conferencia, a Moscú no le gustó ese cambio político y respondió suprimiendo dos meses después "La voz del pueblo iraquí", la emisora de radio del Partido Comunista que transmitía desde Praga a través de repetidores instalados en Bulgaria.

El partido Ba’th y las fuerzas armadas llevarán a cabo un enésimo golpe de Estado el 17 de julio de 1968, y Abd-ur-Rahman Aref deberá exiliarse. Le sustituye Ahmad Hasan al-Bakr.  Muchos de los colaboradores de Aref participan en el golpe de Estado salvando de esta manera sus puestos, pero sólo por unas semanas; pocos días después, el 30 de julio, otro golpe de Estado elimina a los viejos amigos de Aref y mantiene en el poder exclusivamente a gente del Ba’th, organizados en un Consejo del Comando Revolucionario que detenta todos los poderes, con un gobierno que únicamente tendrá funciones administrativas. Esta estructura de poder no cambiará en los decenios sucesivos. Además de al-Bakr, el nuevo hombre fuerte es Sadam Hussein: en el curso de los caóticos años 70 se convertirá en el elemento clave dentro del Consejo del Comando Revolucionario, eliminando a todos sus posibles adversarios, y en febrero de 1979 hace dimitir a al-Bakr del cargo de jefe del Estado, ocupando su puesto.

El Ba’th busca inmediatamente el apoyo del PCI (Comando Central), procediendo a la liberación de algunos prisioneros políticos en septiembre de 1968 y ofreciendo poltronas ministeriales a los comunistas. Inicialmente el PCI (Comité Central) lo rechazará, poniendo como condición la paz en el Kurdistán, una asamblea constituyente y el restablecimiento de las libertades civiles (legalización de los partidos políticos, elecciones democráticas, etc.), pero a partir de la primavera de 1969 (fecha en la que el Irak ba’thista firma importantes acuerdos petroleros con la URSS) abre nuevas negociaciones con el Ba’th, el cual permite la publicación legal del "mensual de cultura general" del Partido Comunista, al-Thaqafa al Jadida, y solicita la participación del Partido Comunista en un "Frente Nacional Progresista".

Las negociaciones durarán hasta la primavera de 1970, cuando el Ba’th decide romper las negociaciones, procediendo a centenares de detenciones y asesinando "discretamente" a diversas personalidades comunistas o haciéndolas desaparecer. El Partido Comunista desarrollará su segundo congreso en septiembre de 1970, en la clandestinidad en el Kurdistán iraquí: los documentos finales reconocen la acción "positiva" del Ba’th en materia económica y social, y sus posiciones "antiimperialistas y antisionistas", pero continúan denunciando la ausencia de "libertades democráticas". Las relaciones se reanudan en el otoño de 1971, y se hacen más fuertes tras la nacionalización de la compañía petrolífera Irak Petroleum Company y la "sólida alianza estratégica" entre Bagdad y Moscú.

En general,  durante todo este periodo (1968-1972) el Ba’th juega al bastón y la zanahoria con el Partido Comunista, alternando aperturas con represiones violentas, tanto abiertas como ocultas. Una práctica común era la detención de simples militantes, sometidos a torturas en los centros policiales, y liberados algunos días después, pero no faltan casos de homicidios de dirigentes también en los periodos de "negociaciones" y "apertura".

En el mismo periodo, 1970, el gobierno ba’thista  llevará a cabo una nueva reforma agraria, mucho más radical de lo que había reclamado el Partido Comunista; también redactará un Código del Trabajo que establece los derechos sociales de los trabajadores (pero reduce al mínimo el derecho de huelga y prohíbe la libre organización sindical); también nacionalizará la Irak Petroleum Company y mantendrá el monopolio del comercio exterior; mantendrá la alianza con la URSS y una posición internacional "antiimperialista y antisionista" y el apoyo a algunas corrientes del movimiento palestino.

En abril de 1972 el Partido Comunista declara que "los recientes acontecimientos han marcado una etapa en la lucha popular" y se declara dispuesto a entrar en el Frente Nacional Progresista. Al mes siguiente dos comunistas (uno de ellos el ya conocido Amer Abdallah) entran en el gobierno. Pero será en julio de 1973 cuando se concrete el ingreso del Partido Comunista en el Frente con la firma de una Carta de Acción Nacional, y la legalización del Partido y de su prensa.

Durante los años 1972-1973 se inicia un periodo en el cual el Partido Comunista describe a Sadam Hussein como un Fidel Castro iraquí, como el "hombre de la izquierda" del Ba’th más cercano a los comunistas. En febrero de 1974 el Partido Comunista disuelve todas sus estructuras independientes (y todavía ilegales) en los centros de trabajo. En los cuatro años pasados desde 1972 el Ba’th aprovecha ampliamente el consentimiento comunista para tomar un control casi total de los sindicatos, de las uniones campesinas y demás organizaciones de masa.

El Partido Comunista apoyará todas las iniciativas del Ba’th, incluida la sangrienta guerra contra los kurdos en 1974-1975. Pero es precisamente el acuerdo con Irán, que permite la derrota de las tropas kurdas en 1975, lo que da la fuerza a Sadam Hussein para iniciar el asalto contra sus aliados del Partido Comunista, y de esta manera no depender más de ellos. A finales de 1975 se recrudecen los arrestos de los militantes comunistas, y las actividades del partido comienzan a sufrir serias restricciones a partir de la primavera de 1976.

El partido tiene su tercer congreso en Bagdad en mayo de 1976, y si por un lado  se reafirma la clásica posición según la cual «la revolución democráticonacional ha entrado en un nuevo estadio progresista, el estadio del desarrollo no-capitalista», por otro subraya «que las relaciones de producción capitalistas se expanden en el ámbito rural y que en la vía no-capitalista (distinta del periodo de transición al socialismo) el capital privado tiene un peso importante y puede retrasar la situación haciendo caer de nuevo al país bajo la dependencia del imperialismo». El ejemplo egipcio, con la ruptura brusca de todas las relaciones con la URSS impuesta por Sadat, es de unos pocos años antes. Además el congreso toma posición, incluso con un tono conciliador y "constructivo", contra las restricciones a la actividad política, y por el retorno a los acuerdos originarios del Frente, y contra la disolución de las organizaciones de masa bajo la dirección de los comunistas (Federación juvenil democrática, Federación general de estudiantes y Asociaciones de mujeres).

A partir de este momento comienza una campaña de propaganda anticomunista por parte del Ba’th, que será cada vez más violenta. A comienzos del 1978 queda claro que una nueva ruptura entre el Ba’h y el Partido Comunista sólo es cuestión de tiempo. En marzo de 1978 se anuncia el ajusticiamiento de 12 militantes comunistas por llevar a cabo actividades políticas en las fuerzas armadas, y en mayo se promulga una ley según la cual todo tipo de actividad política no ba’thista por parte de cualquier miembro o ex-miembro de las fuerzas armadas será castigado con la pena de muerte. En verano y en otoño se suceden arrestos, torturas y condenas a muerte.

La ruptura definitiva y el paso del Partido Comunista a la clandestinidad llegarán en abril de 1979. El Comité Central de julio de 1979 vota un documento que demuestra su consciente voluntad de autodestrucción en un momento en el que los proletarios más combativos en los sindicatos se hallaban, una vez más, al borde del abismo: «Nuestro partido ha luchado con todos los medios a su disposición para detener el desarrollo de la crisis en el país. Llevado por un alto grado de responsabilidad frente al pueblo, ha realizado grandes esfuerzos para conseguir que el régimen siga una política que se corresponda con los intereses del pueblo... La violencia sanguinaria con la cual se persigue a nuestro partido refleja la aprensión de los jefes del Ba’th ante la existencia del Partido Comunista... el cual ejerce su independencia política e ideológica... Todas las argumentaciones de los jefes del Ba’th fabricadas para justificar su criminal campaña contra nuestro partido se han derrumbado, siendo derrotados política y moralmente, al mismo tiempo que se ha consolidado la unidad del Partido y su posición entre las masas».

¡Tras una nueva oleada represiva tras las de 1949 y 1963, el Comité Central sólo consigue reivindicar una ideal "derrota política y moral" de su adversario, sin ninguna crítica a la política suicida seguida hasta ese momento!

Por tercera vez, tras 1949 y 1963, miles de combatientes obreros son golpeados por la represión, represión que fue todavía más aguda que las precedentes. Ninguna organización del proletariado en el Irak árabe quedará en pie. La presencia del Partido Comunista se reduce al Kurdistán iraquí, al igual que le sucederá al PCI (Comando Central), a cuya destrucción manu militari había contribuido fatalmente el propio Partido Comunista con su alianza con el Ba’th. Se estima que desde 1978-1981 se efectuaron entre 20 y 30 mil arrestos, mientras que centenares de militantes comunistas "desaparecerán" o serán ajusticiados "legalmente".

La sumisión mediante la violencia del proletariado de las ciudades y del campo permitirá a la burguesía iraquí, que había encontrado en Sadam  Hussein su sanguinario "administrador", estabilizar su poder reforzando las relaciones comerciales con el Este y el Oeste, acumulando fortunas multimillonarias con la venta del petróleo, intentando igualmente una industrialización forzada, reforzando cada vez más el ejército, tanto para la represión dentro del país como para extender su área de influencia en el exterior.

Sobre este rastro de sangre, y con las ganancias provenientes de la venta del oro negro, se estabilizará en el poder la camarilla de Sadam Hussein.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



LAS "CREATIVAS" FINANZAS DEL TERCER MILENIO
 
 

 Según fuentes oficiales, en marzo de 2006 había disponibles 4,9 billones de dólares en reservas a nivel mundial, aproximadamente el equivalente al 11% de la economía mundial.

El término que usan es el de "reservas", es decir, capitales fuera del proceso productivo, que no contribuyen de momento a la "riqueza de las naciones"; para simplificar lo podríamos llamar capital financiero, que tan sólo puede entrar en juego a través del mecanismo de la especulación. Es dinero disponible de inmediato, una masa que no figura directamente en las cuentas de los Estados, que no está vinculada al crecimiento del producto interior, y que es independiente de los indicadores de la economía capitalista "real". Es dinero para invertir en cualquier parte, detenido en la tesorización. Por lo general no se encuentra materializado en oro u otros metales preciosos sino en un tesoro "virtual", que no está expresado en su equivalente en otro tipo de mercancías, está definido por documentos escritos, ya prácticamente sólo electrónicos. Sin que esto signifique diferencia alguna con respecto a la representación monetaria en papel.

Hace unos 40 años, la renta y los beneficios provenientes de la extracción de petróleo, en aquel momento llamados "petrodólares" para indicar su procedencia, una masa de capital financiero enorme en aquella época aunque muy por debajo de los volúmenes actuales, manejados de manera desinhibida por los banqueros que los custodiaban, provocaron grandes trastornos en los mercados financieros del Viejo Mundo. Quien tenga memoria, aun sin estar interesado en el tema, recordará las sucesivas crisis, antes de que estos capitales fueran "reabsorbidos y disciplinados" en el circuito financiero internacional.

El tercer milenio de la era cristiana se ha iniciado con el mismo tipo de problema, multiplicado por mucho a la vista de las cifras en juego y la importancia de los jugadores en esta partida frenética.

El "pensamiento económico" del nuevo milenio ya no se ocupa de estudios y especulaciones sobre la naturaleza y el origen de la riqueza. Aunque disponga de un aparato de análisis y control enormemente superior, en la actualidad se encuentra más atrasado que la economía vulgar, ésa a la que nuestra escuela ridiculizó sin piedad, y ha abandonado cualquier pretensión científica. La teoría económica en nuestros días se encuentra reducida a teoría monetaria; toma como inicio la moneda, y sólo su movimiento es digno de ser estudiado. Si es moneda real o virtual, poco les importa. La única preocupación para los teóricos del capital, abandonada la esperanza de controlar esta masa anárquica y abrumadora, es idear nuevos embrollos para acelerar la rotación de tal masa, obtener los máximos beneficios o por lo menos obtenerlos cuanto antes.

Los sacrificios, la sangre, el sudor y el esfuerzo ingente para la humanidad trabajadora que ello conlleve, el terrible precio pagado a esta divinidad pagana no es un tema que interese. De ello se habla, si acaso, en el iridiscente mundo de las ideologías, en los discursos de los jefes religiosos, en las reuniones de los inútiles organismos internacionales, o en la mala conciencia de las organizaciones que deberían defender al trabajo asalariado.

Ésta es la fase final del capitalismo, que ya no conoce barreras, impedimentos o vínculos, y que tiene, a escala mundial, una única obligación: crecer a las tasas más altas posibles; con una reacción en cadena que desplaza sumas enormes de un sector a otro, de una zona del mundo a otra y drena sin piedad las reservas de todos los estratos sociales.

Los "escándalos" financieros, los tremendos engaños que a los "ahorradores" les toca sufrir de vez en cuando, atraídos por la esperanza de un futuro de beneficios fáciles, la explosión de las llamadas "burbujas especulativas", no destruyen valor, sino que simplemente transfieren este dinero "virtual" de unas cuentas a otras, forma parte del mecanismo de funcionamiento del sistema en su conjunto.

Los Fondos de inversión internacionales son una manera formidable y frenética de juntar dinero. Los Fondos que aprovechan la disponibilidad de los grandes bancos para financiar las adquisiciones especulativas (por tanto endeudándose ellos mismos) y los Fondos que manejan ingentes patrimonios, principalmente los Fondos de pensiones, adquieren grandes empresas y en un período de tres a cinco años las vuelven a vender, tras las "saludables" reestructuraciones o subdivisiones de costumbre. Despojan a estas compañías apropiándose de los activos disponibles y ejercitan una presión constante para reducir los salarios y la plantilla, a la vez que intentan aumentar las prestaciones del trabajo, mientras las inversiones de capital fijo son reducidas al mínimo. Este ciclo es definido como un proceso de "liberalización de valor" a través de inversiones "a largo plazo"; en realidad se puede considerar saqueo y venta de patrimonio a precios de liquidación.

El Fondo que controla financieramente la empresa declara no ser el "dueño" de la misma, sino una especie de guardián que sólo se ocupa del rendimiento. La verdad es que la distinción entre el activo y los beneficios se confunde en la cada vez más enigmática e intricada memoria de resultados. Para los asalariados dependientes de las compañías controladas la relación de trabajo está clara: El jefe es el Fondo de inversión. Los Fondos ya están entre los principales empleadores y eso es lo que son los diez primeros del mundo.

Lo que motiva toda la maniobra es la esperanza de futuros beneficios. Las empresas adquiridas de esta manera chapucera y especulativa se hipotecan de nuevo con los bancos para seguir obteniendo créditos. Las deudas contraídas van a costa del balance de la empresa "reestructurada". Cuando el sistema funciona, las ganancias para el Fondo son altísimas, con porcentajes de tres cifras.

No son sólo los Fondos privados o las grandes entidades financieras los que ponen en marcha este juego. También los Estados por diversos motivos se encuentran con grandes supervits en sus finanzas, ya sea por algún tipo de rentas o por una balanza comercial positiva. El caso más representativo es el de las rentas del petróleo y del gas, que han hinchado los depósitos de los países productores. Rusia, que hasta no hace mucho se encontraba atravesando una crisis económica larga y desintegradora, está entre los primeros productores de gas y petróleo del mundo y se encuentra con un superávit financiero de 250.000 millones, 100.000 más que el año anterior; las reservas de los países de Oriente Medio y África han subido de los 43.000 millones en 2003, a los 60.000 de 2004 y a los 126.000 de 2005. China, en julio de 2006 tenía reservas en divisas por valor de 954.000 millones, un aumento del 30 % respecto al año precedente. Gran parte de este dinero ha acabado en las obligaciones (Bonds) emitidas por los Estados Unidos de América, que de esta manera financian su terrible déficit. Al final resulta que los importadores estadounidenses adquieren productos chinos con dinero prestado por el vendedor.

No faltan críticos tampoco en el terreno capitalista, alarmados por la fuerza de esta "ingeniería financiera". Se tienen que cumplir tres condiciones para su florecimiento: liquidez en los mercados de acciones, precio de las acciones al alza, y tipos de interés favorables. Una deuda cada vez más elevada, sobre todo si es especulativa, conlleva una potencial inestabilidad financiera, y a la larga riesgo de crisis y caída. Si alguna de esas condiciones fallara sería un obstáculo para el éxito de la "salida" (la venta con sus relativas ganancias) y haría que se viniera abajo todo el invento.

Por nuestra parte constatamos que este proceso de "refinanciación" de la economía mundial demuestra, si hiciera falta, que el capitalismo "transnacional" por mantener sus beneficios devora sus propias raíces y reniega de lo que siempre ha enarbolado como su propia función histórica, la producción creciente de valor a través del beneficio.

No hace falta la crítica marxista de la economía capitalista para ver en estas prácticas a escala mundial la debilidad extrema del capitalismo. Las dificultades para mantener la tasa de ganacia constriñen a ampliar sin límite ("globalizar", como se dice ahora) las dimensiones del ladronicio, a debilitar cada vez más los fundamentos mismos de este modo de producción. El monstruoso andamiaje es tan débil en la base que toda crisis es más grave y profunda que la precedente, y la caída asumirá connotaciones infinitamente peores que la crisis del 29, cuando las masas financieras e industriales en juego eran de magnitud bastante inferior a las de hoy.

Entre los saqueadores imperialistas, las divergencias ideológicas y políticas pueden pasar a segundo plano cuando quedan negocios por hacer; en otros momentos, cuando la enésima crisis haya destruido la solidaridad financiera de rapiña, "el proseguimiento de la política con otros medios" tendrá que llevar a otro campo el enfrentamiento.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



EL COMUNISMO: UN ANHELO Y UNA NECESIDAD
(2)
Reunión general de Octumbre 1994 y Gennaio 1995 [RG60-61]
 
Nuestra Filosofía - La opción del corazón - Lo Racional y lo Real - La Objetividad - El Manifiesto Comunista - No hay que adorar a ningún ídolo - La destrucción de la Razón - Restauración y Revolución - Negacionismo revolucionario - El centralismo orgánico 
(Continuará)
 
 
 
 
 
 



NOS HA DEJADO ANTONIO GRAZIANO

El 21 de mayo pasado nos dejó Antonio Graziano, a la edad de 82 años, debido a una dolencia que le sobrevino de improviso. No le dio tiempo a ir a la reunión general de Parma acompañado de su compañera, como había predispuesto, a pesar de estar ya casi ciego, para saludar a los compañeros.

Se había adherido al Partido Comunista de Italia inmediatamente después de la Guerra, y había sufrido también un breve periodo de cárcel. Pero muy pronto, por ese instinto, más que por la doctrina, que caracteriza a todo verdadero comunista, acabó distanciándose de ese partido y adhiriéndose al nuestro, viviendo toda su historia, también los momentos más críticos, hasta nuestros días.

Era generoso, siempre dispuesto a ayudar a los más jóvenes y a intervenir en las manifestaciones con entusiasmo. También había desarrollado actividad propagandista decidida en el sindicato de recogida de basuras, al cual pertenecía.

Su participación en las reuniones de sección y de Partido, mientras las fuerzas se lo permitieron, fue siempre continua y apasionada, de la misma manera que activa era su voluntad de conocer y defender en todas las ocasiones nuestras líneas políticas y sindicales.

Era tan sólido y fuerte en las ideas como sabio, indulgente y paciente con los compañeros: "¡Eah, qué se le va a hacer, él está hecho así!", solía decirnos intentando hacernos entender.

Con él perdemos un compañero fiel y entusiasta, pero no su ejemplo de abnegación y dedicación al internacionalismo, a la revolución y al comunismo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


NOTICIARIO

Acuerdo de paz en el Ulster

No conocemos, obviamente, los pormenores (la famosa letra chica) de los acuerdos de Stormont, pero tampoco, y de manera más obvia aún, creemos en milagros. El hecho de poder reunir encima de la mesa a los que ayer eran feroces adversarios y conseguir un acuerdo de paz entre ellos se debe más bien al deseo de normalizar el reparto de la plusvalía arrancada a la clase obrera en su conjunto. En esto consisten las famosas voluntades políticas de las que tanto nos hablan los medios burgueses. Se trata una vez más, tal y como exponía claramente el Manifiesto Comunista, de la voluntad única de velar de manera conjunta, por los intereses comunes de toda la clase capitalista, independientemente de su credo religioso u origen nacional.
 

Protestas de maestros en Argentina

El pasado mes de abril fueron reprimidas con especial dureza las protestas de los docentes argentinos. De tal manera que uno de ellos fue asesinado por la policía, dando origen a un recrudecimiento de las protestas y a la convocatoria de una huelga de 24 horas en la provincia de Salta. En Argentina, como en todas partes, se presenta como una necesidad vital para los trabajadores el surgimiento de organizaciones sindicales clasistas independientes de la patronal y su Estado.
 

Los sindicatos desbordados en Galicia

Durante el mes de mayo tuvieron lugar en Galicia una serie de movilizaciones de los trabajadores del sector naval. La capital industrial de la región gallega, Vigo, fue la que registró una mayor contundencia de los piquetes de trabajadores. Manifestaciones, artefactos explosivos contra la patronal y el asalto de un gigantesco piquete de 2000 trabajadores a la sede de la Xunta de Galicia en Vigo, fueron las acciones más destacadas en este conflicto laboral. El estupor e impotencia de los bonzos sindicales ante estos desmanes fue grande, y debieron emplearse a fondo para firmar un acuerdo lo antes posible, habida cuenta que estaban a punto de sumarse al conflicto los 45.000 trabajadores del metal de la provincia de Pontevedra.
 

Los mecenas del partido de Lula

Resulta que los verdaderos apoyos financieros del demagogo Lula y de su Partido de los "Trabajadores" no son otros que banqueros y empresarios. Según informaciones aparecidas en la prensa, la filial brasileña del Banco de Santander (español) fue el segundo mayor donante individual al PT. Algo más de 1 millón de euros ofreció el banco a su "gran rival", pero el primer lugar en la lista de "donantes" lo tiene un contratista  de obras públicas con 2,36 millones de euros. Sobran más comentarios.
 

El gobierno del PSOE y sus jefas las empresas

Un ejemplo más de cómo la política "claramente de izquierdas" del gobierno PSOE es realmente una política al servicio del capital. La noticia nos la ofrece nada menos que la Comisión Europea, organismo muy poco sospechoso de estar contaminado del espíritu del "comunismo revolucionario". Resulta que en España, por ley, las empresas tienen una tarifa eléctrica muy reducida. Como vivimos en la sociedad del beneficio empresarial está claro que las empresas eléctricas no pueden tener pérdidas, pero ¿cómo tapar sus agujeros? La solución es muy simple: que paguen los de siempre, los pequeños consumidores, o sea la mayoría de  la población que paga religiosamente sus facturas, es decir la clase obrera.
 

Productividad y funcionarios

Cada vez que le toca el turno de gobierno al PSOE la burguesía aprovecha para dar nuevos giros de tuerca antiobreros que los gobiernos de la derecha del capital no se atreven por temor a la contestación social. Una vez más debe ser la canalla socialdemócrata la encargada del trabajo sucio. Así ha sucedido con el gobierno de Rodríguez Zapatero y su manera de "hacer gobierno" siempre al servicio del capital, introduciendo la norma de regular los salarios de los funcionarios vinculándolos a la productividad. La misma receta que en Francia propone el gobierno de la "derecha": quien quiera ganar más que trabaje más. Con el beneplácito sindical estas y otras medidas están encaminadas a introducir paulatinamente el mismo tipo de gestión empresarial que en la empresa privada, acabando con las pocas ventajas que todavía subsisten para los trabajadores en la gestión "pública".
 

Las mujeres vuelven a las minas

Ya desde los tiempos de la II Internacional, y tras duras luchas de la clase obrera, se consiguió la prohibición del trabajo de mujeres y niños en actividades peligrosas, como la minería. Ahora, amparándose en su carácter "progresista" y jaleado por todo el espectro del oportunismo sindical y político y el feminismo burgués, nos presentan como un avance por la igualdad de los sexos el retorno de las mujeres a las minas. En un periodo histórico como el actual, marcado netamente por el signo de la más nefasta contrarrevolución, no es de extrañar que nos intenten vender como adelantos hechos que en realidad son retrocesos históricos. Sólo el comunismo dará el verdadero salto desde  la prehistoria actual a la verdadera historia, aboliendo para TODOS, hombres y mujeres las actividades peligrosas o reduciéndolas a su mínima expresión con ayuda de la tecnología y la reducción drástica de la jornada de trabajo.
 

China cada vez más cerca

Según los gobernantes chinos, su país se encuentra "en la primera etapa del socialismo y debe mantenerse en el sistema económico básico, según el cual la propiedad pública predomina, coexistiendo con otras formas de propiedad" (El País 9 de marzo de 2007).  Pese a toda la retórica empleada, calco exacto de la que a su vez usaba el estalinismo, los hechos son tozudos y el sistema económico imperante en China, y en todo el planeta no es otro que el capitalismo puro y duro. Ya Engels advertía en el Antidhüring que hacer al Estado propietario de todos los medios de producción no es socialismo. Y así sucede en China, si bien la propiedad individual ya es un hecho, como lo es la existencia de una clase empresarial privada que obtiene cuantiosas ganancias de la plusvalía extraída a los proletarios chinos. China está cada vez más cerca, pero no de la sociedad comunista, sin trabajo asalariado, sin dinero y sin Estado político, sino del clásico capitalismo liberal a la occidental. El régimen político le es indiferente al capital, y una dictadura capitalista de corte fascista como la China le está proporcionando al capitalismo internacional un verdadero baño de juventud, por el momento.
 

Huelgas en Vietnam y Egipto

Seguimos por el lejano Oriente. Esta vez le ha tocado al también "socialista" Vietnam padecer una oleada de huelgas en el sector textil. Los medios de comunicación burgueses se hicieron eco de la noticia advirtiendo a los capitalistas que "El Dorado" de las industrias en Oriente también tiene sus riesgos. La oleada de huelgas del 2007 fue la continuación de la sucedida en 2006. Es cuestión de tiempo que toda la clase obrera oriental, sometida a un brutal régimen de explotación y violencia, comparable a la Europa del XIX, se levante contra esta ignominia reivindicando aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo. También han llegado noticias de acontecimientos similares en la industria textil egipcia. Como podemos observar, informaciones sumamente inquietantes para la burguesía internacional.
 

España: sólo pagan los asalariados

Aún a costa de perder, por repetitivos, alguno de nuestros escasos lectores, una vez más tenemos que decir que en España sólo pagan impuestos los asalariados. Así es como los gobiernos de turno reducen las "desigualdades sociales" (esto figura en las demagógicas promesas de sus programas electorales). Según un estudio del Instituto de Estudios Fiscales de cuyas conclusiones habla la prensa, "ocho de cada diez euros ingresados a través del IRPF (Impuesto para la renta de las personas físicas) proceden de rentas del trabajo", mientras que se han reducido significativamente los impuestos a las rentas del capital.  Es decir, en España los capitalistas prácticamente no pagan impuestos.
 

Así funciona la justicia burguesa

El pasado mes de junio la justicia del Capital condenaba a 1 año de cárcel a Bernardo Bastida, patrón mayor de los mariscadores de Ferrol (Galicia). Su "crimen" fue impedir, junto a otros cientos de trabajadores marisqueros, la entrada en la ría de Ferrol de unos buques gaseros de la empresa Reganosa. La protesta obrera, cargada de incidentes, terminó con la detención de Bastida y su condena ejemplar "para evitar nuevos actos delictivos" (así reza el auto judicial). ¡Qué vara de medir cuando hay intereses empresariales por medio y qué contraste, por ejemplo, con el caso de Sandra Palo! Esta joven madrileña, hija de trabajadores y disminuida síquica, fue violada, atropellada con un coche y finalmente quemada viva por una pandilla de degenerados. De ellos sólo uno, el único mayor de edad cuando ocurrieron los hechos, cumple prisión. Los otros, al ser menores saldrán muy pronto de los reformatorios (uno de ellos ya lo ha hecho sin dar muestras del más mínimo arrepentimiento por su repugnante crimen y con el estado burgués protegiendo su derecho a la intimidad). Este género de desechos sociales, irrecuperables para la especie humana desde cualquier punto de vista, no son otra cosa que una representación de baja estofa de la propia sociedad burguesa y de su corrompido régimen económico, político y judicial. La revolución proletaria, y sólo ella, pondrá las cosas en su sitio ejerciendo un potente e inmediato efecto desinfectante con la eliminación del estado burgués y todas sus lacras.
 

Más despidos en CCOO

Un nuevo caso de despido dentro de la empresa CCOO. Esta vez ha sido una afiliada que trabajaba limpiando las oficinas de Alicante. El despido va ligado a la  contratación de una empresa para que realice este trabajo, evidentemente con el consiguiente ahorro para la empresa CCOO. SA
 

Abusos a esquimales

Ya ni en el Polo Norte se libran de los escándalos de pederastia que tan frecuentemente protagonizan los secuaces del Vaticano. Así la orden de los jesuitas (la de pobreza, castidad y obediencia), deberá pagar en EEUU 50 millones de dólares en concepto de indemnización a 110 esquimales que sufrieron abusos a manos de estos curas pedófilos. En algunos pueblos es difícil encontrar un adulto que no fuera sometido a abusos sexuales por parte de estos sacerdotes, que además amenazaban a sus víctimas para evitar cualquier denuncia. Un nuevo ejemplo de cómo se manifiesta la doble moral de los ministros de la Iglesia, y esto en medio de plena ofensiva vaticana por consolidar y ampliar sus medios de poder terrenal para mayor gloria del moderno becerro de oro, el capitalismo, su único dios verdadero.
 

Nueva tragedia marítima en España

El pesquero gallego Cordero con base en Ribeira se hundió el pasado 15 de enero en medio de un tremendo temporal que sacudía la costa atlántica. Se trataba de un barco moderno, con 28 metros de eslora, 223 toneladas de registro bruto y dotado de todas las medidas de (siempre hipotética) seguridad marítima. De sus ocho tripulantes, hasta el momento de redactar estas líneas, sólo pudieron ser rescatados con vida, en condiciones harto penosas, tres. El cadáver del patrón (capitán) del barco también fue rescatado de las embravecidas aguas del Atlántico, estando desaparecidos otros cuatro tripulantes. Que no se trataba de una arriesgada empresa individual lo prueba el hecho de que acudieran al rescate otros cinco pesqueros, es decir, es una práctica habitual de las empresas pesqueras obligar a sus tripulaciones a jugarse la vida en esa especie de ruleta rusa que es la actividad en el mar dentro de la sociedad mercantil capitalista. Y es que como comentaba a la prensa un capitán de la marina mercante española: "Hace más de veinte años que no se cierran los puertos [en caso de fuerte temporal, ndr] (...). Las capitanías de puerto han sustituido la eficacia por la burocracia. Los papeles se revisan. Los documentos tienen que estar al día, pero los criterios de estabilidad y de seguridad no se controlan".
 
 
 
 
 
 
 
 


Agosto de 2006
LA GUERRA EN ORIENTE MEDIO Y LA ANIQUILACIÓN DEL LÍBANO

 Después de Gaza las tropas israelíes han invadido el Líbano. El secuestro de algunos soldados tan solo ha sido el pretexto. Los secuestros y asesinatos en los territorios palestinos y árabes son un orgullo para el ejército del Estado de Israel, tanto en forma de servicios secretos como no secretos, desde su nacimiento. Pero es a la población civil del Líbano, de todas las religiones, a la que se masacra, mientras en occidente ninguna de las voces con autoridad, ya sea diplomática, política o sindical se alza para pedir el fin de la masacre sin condiciones. Palabras y más palabras sin fin se suceden entre los profesionales de la diplomacia mientras aumenta el número de víctimas cada hora que pasa.

 Después de un mes de combates por parte libanesa hay 900 muertos, civiles la mayoría, y pocos combatientes de Hezbollah, que utilizan de escudo a las masas que afirman defender – por no hablar de los heridos y los centenares de miles que han huido de las bombas. Por parte israelí 50 muertos, sobretodo soldados, las ciudades israelíes bombardeadas por Hezbollah demuestran una mejor organización para la protección de población civil.

 El teatro de marionetas de la ONU, con sus soldados de mentira, sofoca el estruendo de las bombas y los gritos de los heridos con sus sermones hipócritas, que sirven solo de coartada para la farsa democrática y de ilusorio veneno para quien los cree. Mientras tanto los Estados Unidos, en un llamamiento a la cruzada contra los impíos, proclaman que han partido a la guerra contra el "terrorismo internacional", en Oriente Medio personificado por Hamás en Gaza, por Hezbollah en el Líbano y por ya no se sabe en quien en Irak. En Gaza y el Líbano su brazo armado es Israel.

 Oriente Medio es ya desde hace más de un siglo una región estratégica esencial: por razones militares para el control del Mediterráneo y las rutas hacia Asia; y por razones económicas por ser la zona de aprovisionamiento de energía más importante del planeta.

 El imperialismo inglés, sustituido después por el americano, ya lo había comprendido al inicio del siglo XIX. El "terrorista internacional", coronel de Su Majestad, Lawrence de Arabia fue utilizado para impedir cualquier unidad árabe. La creación del Estado de Israel en 1948 completará la división de la región. Para desgracia de los países que la componen y las poblaciones que allí viven, se han convertido en presas que los países imperialistas desmembrarán hasta el infinito. Irak, Palestina y Líbano se han convertido en teatro de masacres, de guerras religiosas y bombardeos continuos.

 A Irán se le señala como la potencia regional que amenazaría las ambiciones históricas de las grandes potencias, detrás de las cuales se esconde también la parte del pastel de la burguesía árabe. Últimamente ha osado desafiar a la "opinión internacional" negándose a renunciar a su programa nuclear, y el Consejo de Seguridad de la ONU – marioneta desarticulada que desde hace décadas no hace más que servir el mismo menú de la fuerza de interposición – asume el papel de juez último que llevaría a Irán ante su titiritesca Corte de Justicia. Sin embargo, Irán, señalado con el dedo como el principal instigador de los "terroristas" en Irak, Palestina y Líbano, "terroristas" que osarían rebelarse contra los dueños del mundo, tiene evidentemente el apoyo "moral" y material de Rusia y China, siempre inclinados a cambiar en la partida de ajedrez las relaciones de fuerza. Irán habría puesto bajo sus cuidados a Siria, la cual maneja desde hace décadas los hilos de la política libanesa y suministraría a Hezbollah las ayudas iraníes.

 Pero nosotros comunistas sabemos bien que Irán no mostraría esta audacia si no estuviese seguro de ciertos apoyos, como el de Rusia o el de China, un imperialismo de la talla del dragón capitalista, desenfrenado, voraz y sediento de materias primas.

El Wall Street Journal, periódico americano "muy conservador", en el editorial del viernes 1 de julio, titulado "Estado de Terror", pide abiertamente una intervención contra Siria e Irán: "No habrá solución en el Líbano y en la franja de Gaza hasta que los regímenes de Siria e Irán no comprendan que deben pagar un precio..."; y aún más: "La Casa Blanca ha señalado a Siria e Irán como los culpables detrás de los acontecimientos de esta semana, pero son necesarios palabras y actos más convincentes". ¿Por qué entonces el Sr. Bush y su camarilla pro guerra dudan todavía?

 El Líbano, como muchos de los pequeños Estados creados por las potencias imperialistas victoriosas de la Primera Guerra Mundial, es un estado artificial, sin historia nacional, creado por las grandes potencias para impedir la formación de Estados centralizados en la región y por tanto de futuros competidores. Nació bajo la dirección del "gran amigo" francés, tras el desmembramiento del imperio otomano, con la voluntad de impedir la formación de una Siria grande con una amplia salida al mar. Nació en torno al Monte Líbano (la palabra árabe "laban", queso blanco, es debido a los picos nevados que dominan el país), sobre un territorio en el que los cristianos entonces eran mayoría. Se quería imponer un país cristiano en medio de los otros árabes, como se hará más tarde con el Estado hebreo de Israel.

 En la época de la formación del Estado de Israel, las masas palestinas fueron expulsadas de sus tierras por los " terroristas" hebreos, y reagrupados en campos de refugiados por las "hospitalarias" burguesías árabes. Fueron reprimidas regularmente, masacradas, expulsadas de un campo otro por los gobiernos árabes, de Jordania pasaron al Líbano, donde se hacinaron en el sur y en torno a Beirut, junto a otros proletarios de la región (árabes, cristianos y asiáticos). La creación de un seudo Estado palestino en Gaza y Cisjordania, desarticulado en numerosos Bantustan, no hizo cesar su condición de "refugiados para siempre". Los castigos a los que fueron sometidos desde 1948 en adelante por las tropas israelíes les empujó a los brazos de formaciones como la OLP, Hamás, y por último Hezbollah. Esta milicia nació en 1982, con mercenarios enviados de Irán, tras las horribles masacres perpetradas contra los proletarios desarmados de los campos libaneses de Sabra y Chatila, mientras todos sus presuntos "defensores" de la OLP se habían fugado.

 El Líbano es un bastión en el Mediterráneo. En la Trípoli libanesa termina el oleoducto que viene de Irak y en Saida el que viene de Arabia Saudita. Cuando se hacían las preparaciones para la cumbre del G8 de este año, Estados Unidos ya había inaugurado el oleoducto que va del mar caspio a desembocar al Mediterráneo vía Turquía. Además de Irak y Palestina, ahora los grandes imperialismos meten también al Líbano en la "negociación", y, con la guerra civil y la destrucción sistemática de las infraestructuras y la población civil, mercadean entre ellos y con las distintas potencias regionales (Irán, Siria) respecto a las relaciones de fuerza que sobre el terreno cada gran imperialismo y cada pequeña potencia podrá mostrar (control de una ciudad, una montaña, un puerto, una refinería, una masacre "espectacular" de civiles escandalosa según los criterios mediáticos, etc.) Si los Estados Unidos aparecen como el gran instigador de este aparente caos a través de su esbirro israelí, todos los imperialismos presentes en la zona urden intrigas por medio de infiltración de servicios secretos, la diplomacia, las ONG y las "donaciones" de bienes o dinero a uno de los bandos, clan o banda... como en Argelia, Afganistán y otros desafortunados objetivos de los apetitos de los grandes capitalismos. Todos están allí: USA, Rusia, China, también Europa – fuerza más aparente que real – Japón y otros pequeños, ambiciosos pero ateniéndose a prudentes movimientos diplomáticos para no enemistarse con alguno de los grandes.

 Los Estados Unidos controlan Egipto y Arabia Saudita, hospedando ambos bases americanas, y detentan un enorme arsenal militar suministrado por Alemania, Francia y Gran Bretaña. Son los claros dueños de Israel al que hacen literalmente "vivir" financiera y materialmente y que alimentan con regularidad con material militar pesado. A Israel, Estado mercenario, que por tanto no es necesario que tenga bases americanas sobre el territorio, le toca el cruel papel de verdugo de las masas árabes desheredadas.

 Una guerra maldita, en la que las diferencias reales se esconden detrás de marionetas sanguinarias y donde el enemigo al cual se apunta no es más que la marioneta sanguinaria del otro bando. Nosotros comunistas afirmamos que el verdadero y único enemigo de los Estados Unidos, de Israel y de otras burguesías mundiales, las árabes incluidas, y con ellas de las organizaciones como Hamás y Hezbollah, que matan más civiles que soldados, son las masas oprimidas de todo Oriente Medio, palestinas, libanesas, iraquíes, etc., estas son el verdadero enemigo y peligro para la burguesía y para el imperialismo. La desesperación ha empujado a las poblaciones y proletarios de Oriente Medio a los brazos de los extremistas, de Hamás, de Hezbollah, y antes que ellos de la OLP, todos representantes de la burguesía y siempre dispuestos a traicionarles, como desde hace décadas viene mostrando la horrible sucesión de masacres de proletarios en Oriente Medio.

No nos asombra que el martes pasado el primer ministro israelí Ehud Olmer en su discurso haya agradecido a los países árabes su apoyo a Israel en la agresión al Líbano. En particular se ha felicitado por "el apoyo internacional sin precedentes y el apoyo de los países árabes que, por primera vez, en una situación de enfrentamiento militar entre nosotros y una población árabe, han tomado posición contra una organización árabe". Hacía alusión a Arabia Saudita, Egipto y Jordania, pero nosotros podríamos añadir algunos otros gobiernos y organizaciones árabes.

 Y estas masacres se perpetuarán y estas guerras sin nombre proseguirán mientras el proletariado drogado de las metrópolis occidentales no reencuentre a su partido y su camino de clase revolucionaria y non imponga a la burguesía su voluntad.

 Como hemos escrito en nuestra prensa, actualmente, cuando las guerras se alternan con las paces a un ritmo cada vez más acelerado, estamos en la fase de preparación de la Tercera Guerra Mundial, en la que cada Estado estará obligado a escoger uno u otro bando. En 1981 escribíamos: "Los planes de paz para Oriente Medio preparan los alineamientos de guerra. Los llamados planes de paz de uno y otro bando imperialista no son más que recursos con los que uno y otro bando tratan de ganar las mejores posiciones en una guerra que saben que es cierta y próxima".
 

5 de agosto de 2006.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



ORIENTE MEDIO:
O resistencia nacional-popular o revolución proletaria,
la posición comunista internacionalista
 

Desde hace más de un siglo han estado enfrentándose en Oriente Medio los despiadados apetitos de los capitalismos mundiales, grandes y menos grandes, de occidente y de oriente, para controlar una región de importancia estratégica mundial.

Las burguesías árabes, fracasada la posibilidad de constituir un gran Estado panárabe, desde Irak hasta Siria, desde Egipto hasta Argelia, han aceptado ser el instrumento de los distintos imperialismos, y convertirse así en sus "agentes" en la zona, renunciando a buena parte de las rentas y beneficios que le son arrebatados al proletariado.

El jefe imperialista, con sus bases económicas y militares, representa en efecto una garantía contra el peligro más temido, las posibles revueltas de la clase obrera de la zona, así como del semiproletariado urbano y rural, a quienes toca sufrir a menudo la doble explotación del patrón "extranjero" y nativo.

En muchos países árabes el proletariado, además de ser joven y numeroso, puede presumir de sanas tradiciones de lucha de clase, tanto en el plano sindical contra la patronal como en el terreno político y de los métodos insurrecciónales, pero sus valientes y muchas veces heroicas luchas no han superado nunca la categoría de revueltas, reprimidas siempre con sangre. Uno de los factores principales que han impedido la verificación de un proceso revolucionario comunista en los países del Norte de África, al igual que en Siria o Irak, ha sido ciertamente la falta de un movimiento proletario de lucha en los países imperialistas, pero también la falsa perspectiva política, impuesta por el estalinismo a todos los partidos comunistas de los países coloniales y ex coloniales, de la llamada Revolución por etapas. Esta falsa indicación programática, cuya finalidad era servir a los intereses capitalistas de Rusia y no del socialismo, impone al proletariado tener que aplazar a un futuro indefinido la lucha por el socialismo, y luchar en cambio, al lado de los partidos burgueses, por la llegada de un régimen nacionalista, democrático y constitucional.

La revolución por etapas ha sido una estrategia desastrosa que en el pasado, en la Segunda Guerra Imperialista, llevó a la clase obrera a luchar en el bando de uno de los dos frentes imperialistas; impidió en los decenios sucesivos la radicalización de las guerras civiles que surgían en los países en lucha contra la opresión colonial; y ahora quiere llevar al proletariado a formar parte de las varias Resistencias y Frentes nacionales, para confirmar en el poder a los propios enemigos burgueses.

La historia reciente de los distintos países de Oriente Medio, aunque lo mismo ha sucedido en todo el mundo ex colonial, demuestra que la burguesía, una vez que ha llegado al poder, lo primero que hace es volver los fusiles contra los comunistas y las organizaciones sindicales, para "restablecer el orden y la legalidad".

El proletariado, que no tiene patria porque en todas partes es explotado y oprimido, no tiene tampoco "amigos" o "aliados" en su lucha por la emancipación. Su enemigo es en primer lugar, la burguesía del propio país que, como en el Irak de Saddam, no ha dudado en mandarlo a la masacre en la guerra contra Irán, luego en la de Kuwait, y después llamarlo primero a una defensa imposible del régimen contra la coalición occidental y después a la "resistencia contra el ocupante".

Opuestos son los principios que el marxismo revolucionario afirma para la clase obrera, árabe y mundial:
– Rechazar la mentira del mito burgués de Progreso para todos.
– Confiar sólo en la propia emancipación económica y social del Comunismo, tras el abatimiento del poder político de la clase burguesa.
– Luchar exclusivamente por la defensa de los propios intereses inmediatos y no por los falsos objetivos interclasistas de libertad y democracia, que sólo sirven para enmascarar la dictadura de la burguesía.
– Organizarse en oposición a la clase y a los Estados burgueses en los sindicatos de clase y en el partido comunista, el cual, desde su nacimiento, es único e internacional.