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Partido Comunista Internacional
 
 

El Partido Comunista en la tradición de la Izquierda

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PARTE III







PREMISA
 

«El partido comunista no es un ejército, ni un engranaje estatal» remachan continuamente nuestras tesis, tanto aquellas que redactamos cuando nos oponíamos al ’voluntarismo organizativo’, que desde 1923 en adelante tomó pie y arruinó a la III Internacional, como las que hemos colocado en la base de la vida del partido reconstituido en la II posguerra, sobre la base de aquella trágica experiencia. El partido es, por el contrario, una organización ’voluntaria’ no en el sentido de que a él se adhiere por libre elección racional, cosa que también negamos, sino en el sentido de que todo militante ’es materialmente libre de dejarnos cuando quiera’ y que ’ni siquiera después de la revolución concebimos la afiliación forzada en nuestras filas’. Cuando se está en la organización se mantiene la observancia de la más férrea disciplina en la ejecución de las órdenes centrales, pero la trasgresión de esta regla no puede ser eliminada por el centro si no es a través de la expulsión de los transgresores. El centro no dispone, para hacerse obedecer, de otras sanciones materiales.

Es partiendo de esta definición elemental desde donde debemos volver a trazar los elementos que garantizan en el partido la disciplina más absoluta; y esta simple constatación ya excluye que la disciplina en el partido pueda ser obtenida con un conjunto de imposiciones de carácter burocrático o con medidas de coerción. ¿A qué se adhiere el militante de partido? Se adhiere a un conjunto de doctrina, programa y táctica, se adhiere a un frente de acción y de combate que instintivamente considera común a sí mismo y a todos aquellos que junto con él lo aceptan. ¿Qué puede mantener al militante en el frente de batalla convirtiéndole en subordinado y obediente a las órdenes que le llegan? No por cierto, las imposiciones de estas órdenes, sino el reconocimiento de que esas órdenes se colocan en aquel terreno común, son coherentes con los principios, con las finalidades, con el programa, con el plan de acción al que se ha adherido. Es pues, en la medida en que el órgano partido sabe moverse sobre esta base histórica, sabe conquistarla, sabe permear a toda su organización y su actividad, como se dan las condiciones reales para la existencia de la disciplina más absoluta. En la medida en que esto se verifica, los casos de indisciplina no achacables a cuestiones individuales, devienen menos frecuentes y el partido adquiere un comportamiento unívoco en la acción. El trabajo para crear una organización verdaderamente centralizada y capaz de responder en todo momento a disposiciones unitarias, consiste esencialmente pues, en precisar y esculpir continuamente los fundamentos de la teoría, del programa, de la táctica, y en la continua uniformidad de ellos con la acción del partido y de sus métodos de lucha.

Por tanto, en el partido resaltan precisiones y clarificación de las bases, sobre las que solamente la organización puede existir. Para eliminar para siempre la estúpida ecuación: centralismo=burocratismo, exponemos algunas citas de las Tesis del III Congreso mundial que fueron retomadas y puntualmente comentadas en nuestros Apuntes para las tesis sobre organización de 1964.
 
 
 

Cita 61 - Apuntes para las tesis sobre la cuestión de organización - 1964
    7 - ...Los siguientes pasos ya muestran cuales podrían ser los peligros de la falsa interpretación de las fórmulas centralismo democrático y democracia proletaria. Por ejemplo, la centralización del partido comunista no debe ser formal ni mecánica: «debe ser una centralización de la actividad comunista, es decir, la formación de una dirección potente, presta para el ataque y al mismo tiempo capaz de adaptación. Una centralización formal o mecánica no sería más que la centralización del poder en manos de una burocracia, con el fin de dominar a los otros miembros del partido o a las masas del proletariado revolucionario ajenas al partido». La tesis desmiente la versión mentirosa que nuestros adversarios dan de nuestro centralismo.
    Sucesivamente se deplora como tara del viejo movimiento obrero un dualismo que tiene la misma naturaleza que el de la organización del Estado burgués, el dualismo entre la "burocracia" y el "pueblo", o sea entre funcionarios activos y masa pasiva; desgraciadamente, el movimiento obrero hereda, en cierto sentido, del ambiente burgués estas tendencias al formalismo y al dualismo que el partido comunista debe superar radicalmente. El paso sucesivo, que pone a la vista los dos peligros opuestos y los dos excesos opuestos: anarquismo y burocratismo, explica en que sentido han buscado la salvación los comunistas en el mecanismo democrático: «una democracia puramente formal en el partido no puede evitar ni las tendencias burocráticas ni las tendencias anarquistas, porque es precisamente sobre la base de esta democracia desde donde la anarquía y el burocratismo han podido desarrollarse en el movimiento obrero. Por esta razón la centralización, o sea el esfuerzo para obtener una dirección fuerte, no puede tener éxito si se intenta obtenerla en el terreno de la democracia formal». Todo lo que continúa de las tesis, en los parágrafos que siguen al 2á, se basa en la descripción del trabajo comunista, de la propaganda y agitación, y de las luchas políticas, dejando claro que la solución se encuentra en la acción práctica y no en la codificación organizativa. Está especialmente ilustrado el entrelazamiento del trabajo legal con el ilegal.
A continuación colocamos las citas de nuestros textos fundamentales que, divididas en capítulos y dispuestas en orden cronológico, sirven para demostrar en qué habría individualizado la Izquierda las "garantías" de la centralización y de la disciplina en el órgano partido, sacando las lecciones de una trágica experiencia histórica, garantías no absolutas por cierto, en cuanto que el partido es al mismo tiempo producto y factor de la historia y, en consecuencia, su reforzamiento, su desarrollo, su centralización, o viceversa, disgregarse y perecer viene en primer lugar obstaculizado o favorecido por el desarrollo de las situaciones históricas, pero que sirven de cualquier modo para indicar qué es lo que puede favorecer la realización de la máxima centralización y disciplina y qué puede favorecer, por el contrario, la indisciplina, el fraccionismo y la disgregación organizativa.

La primera serie de citas, bajo el título: "El modelo de organización" define de modo irrevocable que la "garantía" de que el partido se mueva de manera centralizada y disciplinada no reside precisamente en un "modelo" organizativo que aplicado al partido haría imposible el fraccionismo y la indisciplina. Decir, a priori: la estructura del partido debe ser esta o esta otra y la indisciplina, la contestación, el desacuerdo nacen por el hecho de que no poseemos esta estructura-modelo significa caer en el idealismo y en el voluntarismo. Es nuestra tesis, remachada en mil circunstancias, que la estructura organizada y centralizada del partido nace y se desarrolla sobre la base del desarrollo de toda la compleja actividad del partido, como consecuencia e instrumento de la misma. A finales de 1967 la cuestión se define del modo siguiente:

«Fuerza real operante en la historia con caracteres de rigurosa continuidad, el partido vive y actúa no en base a la posesión de un patrimonio estatutario de normas, preceptos, y formas constitucionales, del modo hipócritamente deseado por el legalismo burgués o ingenuamente soñado por el utopismo premarxista, arquitecto de estructuras bien planificadas para desplegarse inmediatamente en la realidad de la dinámica histórica, sino en base a su naturaleza de organismo que se ha ido formando, en una sucesión ininterrumpida de batallas teóricas y prácticas sobre el hilo de una directriz de marcha constante; como escribía nuestra "Plataforma" de 1945: "las normas de organización del partido son coherentes con la concepción dialéctica de su función, no reposan en recetas jurídicas y reglamentarias, superan el fetiche de las consultas mayoritarias"».

Es en el ejercicio de sus funciones, de todas y no solo de una, donde el partido crea los propios órganos, engranajes, mecanismos; y es en el curso de este mismo ejercicio donde los deshace y los vuelve a crear, no obedeciendo en esto a dictámenes metafísicos o a paradigmas constitucionales, sino a las exigencias reales y precisamente orgánicas de su desarrollo. Ninguno de estos engranajes es teorizable ni a priori ni a posteriori; nada nos autoriza a decir, para poner un ejemplo muy simple, que el mejor modo de responder a la función para la que uno cualquiera de ellos ha nacido esté garantizado por su manejo por parte de uno o varios militantes; la única petición que se nos puede hacer es que los tres o los diez – si los hay – lo manejen como una única voluntad coherente con todo el curso pasado y futuro del partido, y que el uno, si lo hay, lo maneje en cuanto en su brazo y en su mente actúe la fuerza impersonal y colectiva del partido, y el juicio sobre la satisfacción de tal petición está dado por la praxis y por la historia, no por los artículos del código. La revolución es un problema no de formas sino de fuerza; lo es igualmente el partido en su vida real, en su organización como en su doctrina. El mismo criterio organizativo de tipo territorial, antes que por "células de empresa", reivindicado por nosotros no viene ni deducido de los principios abstractos e intemporales, ni elevado a dignidad de solución perfecta e intemporal; lo adoptamos solo porque es la otra cara la función primaria sintetizadora (de grupo, de categoría y de impulsos elementales) que le asignamos al partido.

La segunda serie de citas establece que, siendo el partido un organismo formado sobre la base de adhesiones voluntarias, la "garantía" para que responda a la más severa disciplina deber ser buscada en la clara definición de las normas tácticas, únicas y obligatorias para todos, en la continuidad de los métodos de lucha y en la claridad de las normas organizativas. Cuando la Izquierda vio a la Internacional caer en el fraccionismo y en la insubordinación no extrajo la lección de que hacían falta mecanismos organizativos especiales o un centro más fuerte y más capaz de reprimir las veleidades autonomistas de las secciones individuales. Sacó la lección de que los bandazos, la falta de disciplina, la resistencia a las órdenes eran el efecto de una sistematización imperfecta de las normas tácticas, de una discontinuidad en los métodos de acción del partido y de los contornos cada vez más difuminados que la organización iba asumiendo a través del método de las fusiones, de las infiltraciones, del noyautage en otros partidos, etc.

La tesis de la Izquierda fue que, sin restablecer sólidamente este terreno prejudicial para cualquier otra organización, no se habría obtenido nunca, con ningún mecanismo, una fuerte y disciplinada estructura organizativa, ni un fuerte centro mundial de la acción proletaria. Se derivan de esto constantes afirmaciones de la Izquierda como aquella según la cual «la disciplina no es un punto de partida, sino un punto de llegada», «es el reflejo y el producto de la actividad del partido sobre la base de la doctrina, del programa, de las normas tácticas homogéneas y unitarias».

La tercera serie demuestra, a la luz de la experiencia histórica, que cuando en el partido se presentan y devienen frecuentes los casos de desacuerdo o de fraccionismo, esto significa no que "la burguesía se está infiltrando", sino que "algo no marcha en el trabajo y en la vida del partido".

Las fracciones son el síntoma de una enfermedad del partido, no la enfermedad misma. La enfermedad consiste en la disgregación por mil razones, y una es aquella base homogénea de principios, doctrina, programa y táctica sobre la que se apoya la unidad y la disciplina organizativa.

El remedio ante la multiplicación de los desacuerdos y de las fracciones no se busca en una "exasperación hacia el vacío del autoritarismo jerárquico", en la intensificación de las presiones y represiones organizativas y disciplinarias, en el cambio de puesto de hombres o de grupos, en los procesos y en las condenas y aún menos en la reivindicación de "la disciplina por la disciplina". El terror ideológico, las expulsiones, la disolución de grupos locales, las imposiciones y las constricciones deben tender a desaparecer si el organismo partido está sano: tienden a intensificarse y a devenir la regla de funcionamiento del partido cuando éste tienda hacia la degeneración y hacia la muerte. Todo esto está remachado en la cuarta serie de las citas, mientras la serie siguiente culmina en la definición de la vida interna del partido no como choque entre hombres y grupos, entre corrientes y fracciones que se pelean por la dirección del partido, sino como trabajo de continua indagación y definición racional de los fundamentos teóricos, programáticos y tácticos sobre los que debe apoyarse la acción organizativa del partido. En el partido la homogeneidad y la disciplina no se alcanzan a través de la "lucha política interna", sino a través de un trabajo colectivo y racional para definir cada vez mejor y para adquirir cada vez más aquellos fundamentos que forman la base de la acción del partido y que son comunes para todos y por todos aceptados. Ninguna lucha política interna.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


CAP. 1 - EL "MODELO" DE ORGANIZACIÓN
 

Definido el hecho de que el partido comunista debe poseer, por la necesidad misma de su acción, antes, durante y después de la conquista del poder político, una estructura centralizada y jerárquica como necesario soporte de la unicidad de táctica, debemos examinar la dinámica real a través de la que esta estructura se realiza y se potencia. Es nuestra, efectivamente, la afirmación de Lenin en el "¿Qué Hacer?": «Sin una organización sólida, preparada para la lucha política en todo momento y en todas las situaciones, no se puede hablar de ese plan sistemático de acción, iluminado por principios firmes y rigurosamente aplicado, que es el único que merece el nombre de táctica». Sin una organización centralizada y unitaria no se puede hablar de realizar una táctica unitaria; la organización única es el instrumento material de acción sin el cual no puede existir una táctica única. Pero la primera y determinante afirmación que nosotros encontramos constantemente en nuestros textos, y que responde plenamente al pensamiento de Lenin en "¿Qué Hacer?" y al del tercer congreso de la Internacional, es la de que esta organización no nace como "modelo" en la cabeza de alguien para ser luego introducida en la dinámica real del partido. No existe un "modelo" de partido al que deba uniformarse su dinámica real. No existe el "modelo bolchevique" o el modelo "de la Izquierda" determinable y teorizable en abstracto y a priori sobre los que modelar la estructura del partido. La hipótesis apriorista de un "modelo" similar constituyó la base de la denominada "bolchevización" de la III Internacional, que no sirvió para formar partidos "bolcheviques", sino para destruir a los partidos comunistas en la primera posguerra.

La frase del centro de Moscú ya degenerante fue, desde 1924 en adelante: «los partidos comunistas de Europa son impotentes para aprovechar las ocasiones revolucionarias, para aplicar la justa política revolucionaria, porque carecen de una estructura organizativa como la que posee el partido bolchevique de Rusia». Así se invertía el problema, en cuanto que se confiaba la realización de la directriz revolucionaria de los partidos a la existencia o no de una cierta estructura organizativa, de un modelo típico. Y fue el final de los partidos y de la Internacional. Si es verdad, en efecto, que la disciplina no es un punto de partida, sino un punto de llegada, el punto de llegada de la actividad colectiva del partido sobre la base de una teoría, de un programa, de una táctica única y homogénea, también es verdad que la estructura organizada del partido es también ella "un punto de llegada y no un punto de partida"; es el punto de llegada, el reflejo del modo en que el partido se mueve sobre sus bases teóricas, programáticas y tácticas en determinadas condiciones históricas, sociales y políticas en las que esta compleja actividad se desarrolla. La organización por células de fábrica del partido bolchevique no respondía ciertamente a un modelo de organización inventado por Lenin o por otro cualquier organizador de opereta; solamente era el reflejo en términos de organización, de la actividad de un órgano colectivo coherentemente implantado sobre la base del marxismo revolucionario en las condiciones históricas, sociales y políticas de la Rusia zarista. Y aquella estructura permitió al partido bolchevique vencer en Rusia no porque fuese la más adecuada al modelo de partido comunista sino porque era la que mejor se adaptaba para conducir la lucha política en las condiciones de Rusia. Era el reflejo más adecuado de la actividad del partido en Rusia. La misma estructura, aplicada en el occidente europeo, debía dar resultados necesariamente negativos, rompiendo la organización en lugar de reforzarla. Pero incluso la estructura "territorial" de los partidos occidentales no constituía un "modelo", ni inferior ni superior al bolchevique.

Era simplemente un resultado histórico, un hecho: la actividad de los partidos comunistas occidentales asumía orgánicamente la forma estructural de las secciones territoriales en lugar de la de las células de fábrica por mil razones materiales que en verdad hacía que esta forma se presentase como la más adecuada para el desarrollo de las tareas que se le planteaban al partido. Cuando más, podemos decir que la estructura por secciones territoriales respondía mejor a la tarea de órgano sintetizador de los impulsos inmediatos y parciales, de grupos, de categoría y de localidad que le atribuimos al partido. Pero tampoco esto es un principio o un modelo a priori. La organización del partido es, efectivamente, un producto de su actividad en determinadas condiciones, «nace y se desarrolla sobre la base de la acción coherente del partido, de la realización de sus tareas revolucionarias» de las que representa el instrumento técnico necesario e insustituible. Es por esto que deviene falso y antimarxista buscar en Lenin el "modelo de organización del partido" como sería igualmente falso buscar un modelo en la estructura de cualquier otro partido, comprendido el nuestro.

La Izquierda ha pretendido, en la segunda posguerra, edificar una organización de partido centralizada sin recurrir a la utilización de los mecanismos de democracia interna y, en consecuencia, sin codificaciones estatutarias y legales. Pero tampoco esto responde al "modelo de la Izquierda", sino más bien a una correcta valoración del desarrollo histórico que permite al partido de hoy relegar instrumentos y prácticas que debían ser adoptadas por los partidos de ayer. Nuestro partido ha tenido y ha construido desde su surgimiento una "forma estructural de su actividad", o sea una estructura centralizada y adecuada a la actividad que el partido estaba llamado a realizar; la forma estructural no respondía a una "invención" o a un "modelo", sino a los siguientes datos reales: base teórica y programática homogénea y unitaria (no un conjunto de círculos y de corrientes como en la Rusia de 1900), plan táctico único y definido desde el inicio en sus bases fundamentales, sobre la base de las lecciones históricas (rechazo del "parlamentarismo revolucionario", obligación de trabajar en los sindicatos, rechazo de frentes únicos políticos, táctica no equivocada en las áreas de doble revolución). Estos datos permitieron a la organización estructurarse desde el inicio en torno a un periódico único, que respondía a una única directriz política y sus varias partes se manifestaron no como "círculos locales", sino como secciones territoriales de una organización única, con disposiciones y órdenes provenientes desde el inicio de un solo y único punto (el centro internacional).

Otros datos que definieron la estructura organizativa: actividad teórica 99%, actividad externa dirigida al proletariado 1%, efectivos del partido limitados a pocas decenas o centenas de elementos. Todos ellos, como se ve, factores independientes de la voluntad de cualquiera. La organización del partido, su estructura "de trabajo" fue la que debía y podía ser como consecuencia de estos datos reales, no por voluntad de Fulano o de Mengano. Fue una estructuración orgánica de la actividad del partido realizada en condiciones reales dadas y con efectivos determinados. Esta estructuración se modificará, aunque seguirán manteniéndose firmes los resultados históricos (homogeneidad de teoría, de programa, de táctica, eliminación para siempre de los mecanismos democráticos y por ello "burocráticos" internos) en la medida en que se modifiquen las condiciones materiales en las que se desarrolla la actividad del partido, en la medida en que las relaciones cuantitativas entre los diversos sectores de actividad vayan sufriendo cambios como reflejo de la reanudación de la lucha proletaria, en la medida en que los efectivos del partido vayan aumentando de número, etc.

El trabajo del partido exige órganos, instrumentos de centralización, de coordinación, de enfoque; estos instrumentos, mecanismos, etc, son expresión de exigencias reales que la actividad requiere. Es la acción del partido la que tiene la necesidad de una estructura adecuada, que empuja, apremia a construirla y a realizarla. No es, por el contrario, una determinada estructura tipo que viene introducida en la realidad, y que definiría al partido independientemente de su actividad. Sostener que el partido debe, para poderse definir como tal, poseer, en todo momento de su vida una determinada estructura, determinados órganos, etc, significa caer en el más abstracto voluntarismo antimarxista. No lo decimos nosotros, lo dicen todos nuestros textos, lo dice Lenin si no es leído por filisteos a la búsqueda de recetas seguras para el éxito. Porque necesariamente, ya lo hemos dicho, el presuponer un "modelo de organización" conduce continuamente a otra desviación, aún más grave, del sano materialismo: conduce a reconocer en la existencia y en la realización de esta estructura tipo la "garantía" de que el partido se mueva en la línea de la "justa política revolucionaria". Nuestra clásica serie se vuelve del revés, y así la estructura organizativa vendría a garantizar la táctica, el programa y los mismos principios. Para Marx, para Lenin y para la Izquierda, la única "garantía" por la que puede existir y desarrollarse la organización fuertemente estructurada y compleja que necesita el partido, consiste en la realización de las tareas del partido sobre la base de una homogeneidad de teoría, de programa y de táctica. Para los idealistas de todas las épocas, como para los estalinistas, la estructura organizativa del partido, la centralización, la disciplina, son asumidas como un dato a priori y son ellas las que "garantizan" la unicidad y homogeneidad de teoría, de programa y de táctica.

Para Lenin, la organización es el arma sin la cual la táctica única no puede realizarse: organización única como reflejo y producto orgánico de una actividad que se desarrolla sobre presupuestos únicos y según una directriz única. Para los "leninistas" del tipo Stalin la organización única, el centralismo, la disciplina, son la premisa para llegar a poseer una táctica y una directriz de acción únicos. El marxista enuncia: si el movimiento acepta una teoría única, un único programa, un plan táctico unitario, a través de la realización de la actividad del partido sobre estas bases, se desarrolla una estructura organizativa centralizada y disciplinada; si estas bases faltasen saltan la organización, la centralización, la disciplina, y no existen recetas organizativas para impedir que se disgregue todo.

Para Stalin, pueden existir tácticas divergentes, no claras, oscilantes, mutables, pero todo marcha bien con tal de que exista la centralización y la disciplina organizativa; las divergencias, los desacuerdos, las corrientes y las fracciones se eliminan con medidas organizativas, reforzando la estructura organizativa, dotando al partido de instrumentos y mecanismos organizativos que tienen en sí mismos el poder para mantener al partido sobre la recta vía. Como se ve el proceso está completamente al s: los "leninistas" del tipo Stalin leen el "¿Qué Hacer?" partiendo del último capítulo, y lo hacen porque persiguen el mito pequeño burgués del modelo del partido, garantizado, en virtud de su estructura, hoy, mañana y siempre, contra los errores y contra las desviaciones. La pequeña burguesía siempre busca estar segura del... éxito de la revolución.
 
 

CITAS





62 - El principio democrático - 1922
    Todas estas consideraciones no tienen nada de absoluto, y esto nos lleva a nuestra tesis que afirma que ningún esquema constitucional tiene valor de principio, y que la democracia mayoritaria, entendida en el sentido formal y aritmético, no es más que un método posible para coordinar las relaciones existentes en el seno de los organismos colectivos, y al cual es imposible atribuir – desde cualquier punto de vista – la presunción intrínseca de necesidad y de justicia, ya que estas expresiones no tienen para nosotros, los marxistas, ningún sentido, y que, por otra parte, no es nuestro propósito el de sustituir el aparato democrático criticado por nosotros por otro proyecto mecánico de aparato exento de por sí de defectos y errores (cursiva nuestra).

63 - Para remontarse al ABC. La naturaleza del Partido Comunista - 1925
    ...Como conclusión de todo esto es necesario restablecer una tesis marxista fundamental, según la cual el carácter revolucionario del partido está determinado por relaciones de fuerza sociales y por procesos políticos y no de formas vanas, del tipo de organización... En todas estas manifestaciones hay una supervivencia antimarxista y antileninista del utopismo, en cuanto que éste consiste en afrontar los problemas no partiendo del análisis de las fuerzas históricas reales, sino escribiendo una magnífica constitución, plan organizativo o reglamento. No es distinto el origen del falaz planteamiento ideológico del problema fraccionista al que asistimos, para el que todo se reduce a codificar sobre el papel la prohibición y el truncamiento de las fracciones.

64 - Tesis de la Izquierda al III Congreso del PC de Italia (Tesis de Lyon) - 1926
    I, 2 - ...En cuanto a los peligros de degeneración del movimiento revolucionario, y a los medios para asegurar la continuidad de enfoque político, necesaria en los jefes y en los gregarios, no es posible eliminarlos con una fórmula de organización.

65 - Fuerza, Violencia y Dictadura en la lucha de clase - 1948
    V - ...La posición de la Izquierda comunista italiana sobre esta que podríamos llamar la "cuestión de las garantías revolucionarias", es ante todo que garantías constitucionales o contractuales no pueden existir.

66 - Normas orientativas generales - 1949
    ...La justa relación en la función entre los órganos centrales y los periféricos del movimiento no se basa en esquemas constitucionales, sino sobre todo el desarrollo dialéctico de la lucha histórica de la clase obrera contra el capitalismo.

67 - Apuntes para las tesis sobre la cuestión de organización - 1964
    6 - ...Un primer parágrafo trata las generalidades y establece que la cuestión de organización no puede estar regulada por un principio inmutable, sino que debe adaptarse a las condiciones, y a los objetivos de la actividad del partido, durante la fase de la lucha de clase revolucionaria y durante el periodo de transición ulterior hacia la realización del socialismo, – ese primer grado de la sociedad comunista. Las diferentes condiciones de país a país deben tenerse en cuenta, pero dentro de ciertos límites. «El límite (hoy todos lo han olvidado) depende de la semejanza de las condiciones de la lucha proletaria en los diferentes países y en las diferentes fases de la revolución proletaria, que constituye, por encima de todas las particularidades, un hecho de esencial importancia para el movimiento comunista. Es esta semejanza la que da la base común de la organización de los partidos comunistas en todos los países: es sobre esta base sobre la que se debe desarrollar la organización de los partidos comunistas y no tender a la fundación de cualquier nuevo partido-modelo en lugar del que ya existe, o perseguir una fórmula de organización absolutamente correcta, y de Estatutos ideales».

68 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la estructura del Partido... (Tesis de Nápoles) - 1965
    11 - ...Sobre otra tesis fundamental de Marx y de Lenin la izquierda es firmísima, o sea que un remedio a las alternativas y a las crisis históricas a las que el partido proletario no puede dejar de estar sujeto, no puede hallarse en una fórmula constitucional o de organización, que tenga la virtud mágica de salvarlo de las degeneraciones. Esta ilusión se inscribe entre aquellas pequeño burguesas que se remontan a Proudhon, y a través de una larga cadena desembocaron en el ordinovismo italiano, o sea que el problema social pueda ser resuelto por una fórmula de organización de los productores económicos. Indudablemente, en la evolución que los partidos siguen, puede contraponerse el camino de los partidos formales, que presentan continuas inversiones y altibajos, incluso con precipicios ruinosos, al camino ascendente del partido histórico. El esfuerzo de los marxistas de izquierda es el de actuar sobre la curva rota de los partidos contingentes para reconducirla a la línea continua y armónica del partido histórico. Esta es una posición de principio, pero es pueril quererla transformar en recetas de organización. Según la línea histórica nosotros utilizamos no solo el conocimiento del pasado y del presente de la humanidad, de la clase capitalista e incluso de la clase proletaria, sino además un conocimiento directo y seguro del futuro de la sociedad y de la humanidad, como está trazada en la certeza de nuestra doctrina que culmina en la sociedad sin clases y sin estado, que quizás en cierto sentido será una sociedad sin partido a menos que no se entienda como partido un órgano que no lucha contra otros partidos, sino que desarrolla la defensa de la especie humana contra los peligros de la naturaleza física y de sus procesos evolutivos y probablemente también catastróficos.
    La Izquierda Comunista ha considerado siempre que su larga batalla contra las tristes vicisitudes contingentes de los partidos formales del proletariado se ha llevado a cabo afirmando posiciones que en modo continuo y armónico se concatenan sobre la estela luminosa del partido histórico, que va sin romperse a lo largo de los años y de los siglos, desde las primeras afirmaciones de la naciente doctrina proletaria a la sociedad futura, que nosotros bien conocemos, en cuanto hemos individualizado bien los tejidos y los ganglios de la odiosa sociedad presente que la revolución deberá destruir...
    Pero igualmente vana, y quizás que todas las otras, sería la idea de fabricar un modelo de partido perfecto, idea que se resiente de las debilidades decadentes de la burguesía, que impotente en la defensa de su poder, en la conservación de su sistema económico que salta en pedazos y en el mismo dominio de pensamiento doctrinal, se refugia en deformes tecnologismos de robot para obtener en estos estúpidos modelos formales y automáticos una supervivencia, y substraerse a la certeza científica, para la que nosotros hemos escrito sobre su época histórica y su civilización la palabra ¡muerte!.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


CAP. 2 - LAS "GARANTÍAS"
 

Las citas que se exponen, que van de 1922 a 1970 siguen una línea de continuidad en la concepción comunista de las cuestiones de organización. Según esta línea la organización centralizada y disciplinada del partido se apoya no sobre la consulta democrática de las opiniones de la mayoría, ni aún menos sobre las imposiciones de un jefe o de un grupo de jefes, sino sobre la claridad y sobre la clarificación continua de las líneas de doctrina, principios, programa y finalidades, y sobre la adquisición cada vez más profunda de estas líneas por parte de la organización. Se apoya, en consecuencia, sobre la delimitación y claridad de las normas tácticas que deben ser conocidas por todos y aclaradas en todas sus posibles implicaciones. El trabajo de construcción organizativa es pues un trabajo necesario que mira constantemente a presentar de modo claro e inconfundible a toda la organización el patrimonio histórico de experiencias y balances dinámicos de los que la organización no es más que la expresión actual. Si existe la homogeneidad y la aceptación por parte de todos los adherentes de las bases teóricas, programáticas y tácticas, existirá también y necesariamente, como resultado, la homogeneidad y la disciplina organizativa; la obediencia general y espontánea hacia las órdenes del centro.

Si esta homogeneidad no existe es vano buscar remedio a las divergencias a través de la compresión disciplinaria, la imposición forzada de las órdenes centrales, la existencia de un fuerte órgano central, capaz de imponer sus decisiones a la periferia. Por el contrario, será necesario trabajar para reconstituir esta base homogénea esculpiendo y precisando las líneas de la doctrina, del programa y de la táctica a la luz de nuestra tradición. Ahora bien, esto no equivale a decir que el partido no debe tener órganos centrales con poderes absolutos no cuestionables por nadie. Significa decir que la garantía de la obediencia a las órdenes del centro no está en la capacidad de éste para castigar a los desobedientes, sino en actuar de modo que no haya desobedientes, y esto no se obtiene con medidas organizativas, sino con un trabajo continuo, constante, de toda la organización que tienda a la adquisición de sus bases de doctrina, de programa y de táctica.

Cuando se dice que «surgen divergencias sobre problemas de teoría, de programa y de táctica, porque no tenemos suficiente centralización organizativa, porque el centro no es capaz de imponer por amor o por la fuerza sus soluciones a la organización» se invierte el problema y se sale del surco histórico que ha trazado la Izquierda. Más aún: se destruye el partido, porque se pone al inicio lo que debe estar al final de un proceso. La disciplina no es un punto de partida, sino un punto de llegada y, si en un determinado momento las órdenes del centro hallan resistencia en la organización, esto significa que o son órdenes que se desvían de las bases tradicionales sobre las que se apoya la organización (y entonces la resistencia es positiva), o la organización en su conjunto no ha adquirido sus bases tradicionales. En ambos casos la imposición, la medida administrativa, el castigo, puede servir en lo inmediato para conseguir que el partido se mueva, pero no por cierto para resolver la situación. Es una objeción vil contra la Izquierda, aquella que dice que, aun poseyendo la homogeneidad teórica, programática y táctica, no está dicho que automáticamente se posea la organización centralizada. La organización se debe construir, es verdad, pero debe apoyarse sobre las bases ya conocidas. Y entonces la construcción de la organización deviene un hecho técnico, la lógica consecuencia en términos de instrumentos prácticos que sirven para coordinar, armonizar y dirigir todo el trabajo y la acción del partido. Desearemos un órgano central que funcione, del que emanen las disposiciones; serán necesarios responsables de los distintos sectores de la actividad; será necesaria una red de comunicaciones centralizada y metódica, serán necesarios miles de instrumentos de trabajo y serán puestos en pie con esfuerzo. ¡Ciertamente! Pero no servirán para nada si no se apoyan sobre aquella base. Y ¡ay! si en un determinado momento se pensase en obtener de estos instrumentos formales la garantía del buen funcionamiento del partido y de su disciplina interna. Se trata de instrumentos técnicos que el partido debe utilizar para poder actuar de manera coordinada y centralizada, pero en absoluto constituyen la garantía de la acción misma, de la centralización y de la disciplina.
 
 

CITAS





69 - Tesis sobre la táctica al II Congreso del PC de Italia (Tesis de Roma) - 1922
    29 - ...El programa del partido no tiene el carácter de un simple fin que debe ser alcanzado por cualquier vía, sino el de una perspectiva histórica de vías y fines ligados entre sí. En las situaciones sucesivas, la táctica debe estar en relación con el programa; por ello mismo, las normas tácticas generales para las sucesivas situaciones deben estar precisadas dentro de ciertos límites que no son rígidos, pero que son cada vez más claros y precisos y menos oscilantes a medida que el movimiento se refuerza y se aproxima a su victoria general. Para dirigir la acción, solo dicho criterio puede permitir aproximarse cada vez más a la máxima centralización efectiva en los partidos y en la Internacional, de modo que la ejecución de las disposiciones centrales sea aceptada sin resistencias, no solo en el seno de los partidos comunistas sino también en el movimiento de las masas que ellos han llegado a encuadrar. No debe olvidarse que la aceptación de la disciplina orgánica del movimiento está basada en la iniciativa de individuos y grupos (que depende de las influencias de la situación y de sus desarrollos) y en un progreso continuo y lógico de experiencias y de rectificaciones del camino a seguir para conducir la lucha más eficaz contra las condiciones de vida impuestas al proletariado por el actual orden social. Por consiguiente, el partido y la Internacional deben exponer sistemáticamente el conjunto de las normas tácticas generales, para la aplicación de las cuales podrán llamar a la acción y al sacrificio a las formaciones de sus adherentes y a las capas del proletariado que se agrupan a su alrededor.

70 - Tesis del PC de Italia sobre la táctica de la IC al IV Congreso - 1922
    ...Para eliminar los peligros oportunistas y las crisis disciplinarias la Internacional Comunista debe apoyar la centralización organizativa en la claridad y la precisión de las resoluciones tácticas, y en la exacta definición de los métodos a aplicar.
    Una organización política, es decir, basada en la adhesión voluntaria de todos sus miembros, solo responde a las exigencias de la acción centralizada cuando todos sus componentes conocen y aceptan el conjunto de los métodos que pueden ser ordenados por el centro para ser aplicados en las diferentes situaciones.
    El prestigio y la autoridad del centro, que no dispone de sanciones materiales, sino que se vale de parámetros que pertenecen al dominio de los factores psicológicos, exigen de manera absoluta claridad, decisión y continuidad en las proclamaciones programáticas y en los métodos de lucha. En esto reside la única garantía de poder constituir un centro de la efectiva acción unitaria del proletariado internacional.
    Una organización sólida solamente nace de la estabilidad de sus normas organizativas; asegurando a cada uno su aplicación imparcial, ésta reduce al mínimo las rebeliones y las deserciones. Los estatutos organizativos, tanto como la ideología y las normas tácticas deben dar una impresión de unidad y de continuidad.

71 - Discurso del representante de la Izquierda al IV Congreso de la IC - 1922
    ...Nosotros estamos por el máximo de centralización y de poder para los órganos supremos centrales. Pero lo que debe asegurar la obediencia a las iniciativas del centro dirigente no solo es un sermón solemne para la disciplina por un lado, y por el otro los más sinceros compromisos para respetarla... La garantía para la disciplina debe ser buscada en otra parte, si nosotros recordamos a la luz de la dialéctica marxista cual es la naturaleza de nuestra organización, que no es un mecanismo, que no es un ejército, sino que es un complejo unitario real, cuyo desarrollo, en primer lugar, es un producto y en segundo lugar un factor del desarrollo de la situación histórica. La garantía de la disciplina no puede ser hallada más que en la precisión de los límites dentro de los cuales nuestros métodos de acción deben aplicarse, en la precisión de los programas y de las resoluciones tácticas fundamentales y de las medidas de organización.

72 - Organización y disciplina comunista - 1924
    Considerar la disciplina máxima y perfecta, aquella que emanaría de un consenso universal también en la consideración crítica de todos los problemas del movimiento, no como un resultado, sino como un medio infalible de emplear con ciega convicción, diciendo tout court: la Internacional es el partido comunista mundial y se debe sin más, seguir fielmente cuanto sus organismos centrales publican es un poco invertir sofísticamente el problema.
    Debemos recordar, para comenzar nuestro análisis de la cuestión, que los partidos comunistas son organismos de adhesión "voluntaria". Esto es un hecho inherente a la naturaleza histórica de los partidos... Es un hecho que nosotros no podemos obligar a nadie a tomar nuestro carné, no podemos hacer un alistamiento de comunistas, no podemos establecer sanciones contra la persona que no se someta a la disciplina interna: cada uno de nuestros adherentes es materialmente libre de dejarnos cuando quiera...
    En consecuencia no podemos adoptar la fórmula, ciertamente ventajosa, de la obediencia absoluta en la ejecución de órdenes llegadas desde arriba. Las órdenes que emanan de las jerarquías centrales no son el punto de partida, sino el resultado de la función del movimiento entendido como colectividad...
    No existe una disciplina mecánica buena para la aplicación de órdenes y disposiciones superiores "cualesquiera que sean", existe un conjunto de órdenes y disposiciones que responden al origen real del movimiento que pueden garantizar el máximo de disciplina, o sea, de acción unitaria de todo el organismo, mientras que existen otras directrices que emanadas del centro pueden comprometer la disciplina y la solidez organizativa...
    Nosotros resumimos así nuestra tesis, y creemos ser fieles a la dialéctica del marxismo: la acción que el partido desarrolla y la táctica que adopta, o sea, la manera con la que el partido se presenta hacia "el exterior" tienen a su vez consecuencias sobre la organización y constitución "interna" del mismo. Compromete fatalmente al partido quien, en nombre de una disciplina ilimitada, pretende tenerlo preparado para una acción, una táctica, una maniobra estratégica "cualquiera", o sea, sin límites bien determinados y conocidos por el conjunto de los militantes.
    El máximo deseable de unidad y solidez disciplinaria se alcanzará eficazmente solo afrontando el problema sobre esta plataforma, y no pretendiendo que esté ya prejudicialmente resuelto por una banal regla de obediencia mecánica.

73 - Discurso del representante de la Izquierda al V Congreso de la IC - 1924
    ...Nosotros queremos una verdadera centralización, una verdadera disciplina. Y para ello hace falta claridad en la directriz táctica y continuidad en la posición de nuestras organizaciones frente a los otros partidos.

74 - Tesis de la Izquierda al III Congreso del PC de Italia (Tesis de Lyon) - 1926
    I, 3 - ...Negar la posibilidad y la necesidad de prever las grandes líneas de la táctica no de prever las situaciones, cosa posible con una seguridad aún menor; sino de prever qué deberemos hacer en las diversas hipótesis posibles sobre la marcha de las situaciones objetivas – significa negar la tarea del partido y negar la única garantía que podemos dar de que, en cada eventualidad, sus militantes y las masas responderán a las órdenes del centro dirigente. En ese sentido, el partido no es un ejército, ni tampoco un engranaje estatal, o sea, un órgano en el cual la parte de la autoridad jerárquica es preponderante y la de la adhesión voluntaria nula; es obvio que para el miembro del partido queda siempre una vía para no ejecutar las órdenes, contra la cual no existen sanciones materiales: el abandono del partido mismo. La buena táctica es aquella que, con el desarrollo de las situaciones, cuando el centro dirigente no tiene tiempo de consultar al partido, y menos aún a las masas, ella no provoca en el seno del partido mismo ni en el del proletariado repercusiones inesperadas y que puedan ir en un sentido opuesto al éxito de la campaña revolucionaria. El arte de la táctica revolucionaria es el de prever cómo reaccionará el partido a las órdenes y cuáles son las órdenes que obtendrán la buena reacción: ese arte sólo puede ser confiado a la utilización colectiva de las experiencias de acción del pasado, resumidas en claras reglas de acción... No dudamos en decir que, al ser el partido mismo algo perfectible y no perfecto, mucho debe ser sacrificado a la claridad, a la capacidad de persuasión de las normas tácticas, aunque esto comporte cierta esquematización... No es solo el buen partido el que da la buena táctica, sino que es la buena táctica la que da el buen partido, y la buena táctica tiene que ser comprendida y elegida por todos en sus líneas fundamentales.

75 - Discurso del representante de la Izquierda en el VI Ejecutivo Ampliado de la IC - 1926
    ...Es un hecho que nosotros debemos tener un partido absolutamente homogéneo, sin divergencias de ideas y sin distintos reagrupamientos en su seno. Pero esto no es un dogma, no es un principio a priori; es un fin por el cual se debe y se puede combatir, en el curso del desarrollo que conduce a la formación de un verdadero partido comunista, con la condición de que todas las cuestiones ideológicas, tácticas y organizativas se planteen y se resuelvan correctamente.

76 - Naturaleza, función y táctica del partido revolucionario de la clase obrera - 1947
    ...La causa de estos fracasos debe remontarse al hecho de que las sucesivas consignas tácticas han llovido sobre los partidos y entre sus encuadramientos con el carácter de improvisadas sorpresas y sin ninguna preparación de la organización comunista para las distintas eventualidades. Los planos tácticos del partido, por el contrario, aun previendo variedad de situaciones y de comportamientos, no pueden y no deben llegar a ser un monopolio esotérico de jerarquías supremas, sino que deben estar estrechamente coordinados a la coherencia teórica, a la conciencia política de los militantes, a las tradiciones de desarrollo del movimiento, y deben permear la organización de modo que ésta esté preparada preventivamente y que pueda prever cuáles serán las reacciones de la estructura unitaria del partido en las vicisitudes favorables y desfavorables de la marcha de la lucha. Pretender algo más o distinto del partido, y creer que éste no se quebrante con golpes de timón tácticos imprevistos, no equivale a tener un concepto más completo y revolucionario, sino claramente como muestran las confrontaciones históricas concretas, constituye el clásico proceso definido con el término de oportunismo, por el cual el partido revolucionario o se disuelve y naufraga en la influencia derrotista de la política burguesa, o se queda al descubierto y desarmado más fácilmente frente a las iniciativas de represión.

77 - Fuerza, violencia y dictadura en la lucha de clase - 1948
    V - ...En la base de la relación entre militante y partido hay un empeño; nosotros tenemos de ese empeño una concepción que, para librarnos del antipático término de contractual, podemos definir simplemente como dialéctica. La relación es doble, constituye un doble flujo en sentidos contrarios, del centro a la base y de la base al centro; si la acción dirigida por el centro responde a la buena funcionalidad de esta relación dialéctica, le responderán entonces las sanas reacciones de la base.
    El problema de la disciplina consiste por consiguiente en poner a los militantes de base sistema de límites que sea el inteligente reflejo de los límites puestos a la acción de los jefes.

78 - Marxismo y autoridad - 1956
    29 - ...El adjetivo democrático admite que en los congresos se decida, después en las organizaciones de base, por recuento de votos. ¿Pero es suficiente el recuento de votos para establecer que el centro obedezca a la base y no al revés? ¿Tiene esto algún sentido para quien conoce los perjuicios del electoralismo burgués?
    Recordaremos las garantías tantas veces propuestas e ilustradas por nosotros en el Diálogo con los muertos Doctrina: el centro no tiene facultades para cambiar la doctrina ya establecida, desde los orígenes, en los textos clásicos del movimiento. Organización única internacionalmente, que no crece por agregaciones o fusiones, sino solo por admisiones individuales; los militantes no pueden estar en otros movimientos. Táctica: las posibilidades de maniobra y de acción deben estar previstas por las decisiones de los congresos internacionales con un sistema cerrado En la base no se pueden iniciar acciones no dispuestas por el centro: el centro no puede inventar nuevas tácticas y procedimientos, con el pretexto de nuevos acontecimientos. La unión entre la base del partido y el centro se consigue de forma dialéctica. Si el partido ejerce la dictadura de la clase en el estado, y contra las clases contra las cuales actúa el estado, no existe dictadura del centro del partido sobre la base. La dictadura no se niega con una democracia mecánica interna formal, sino con el respeto de los vínculos dialécticos.

79 - Diálogo con los muertos - 1956
    77 - ...Nuestras garantías son conocidas y simples.
    1 - Teoría - Como hemos dicho no nace en una fase histórica cualquiera, ni espera para hacerlo a la llegada del Gran Hombre, del Genio. Puede nacer solamente en determinadas circunstancias; ya se conoce la fecha de sus "generalidades", no la paternidad. La nuestra debió nacer después de 1830 sobre la base de la economía inglesa. Está garantizada (admitiendo incluso que la verdad y la ciencia integrales son objetivos vanos y solo se puede avanzar en la lucha contra la magnitud del error) en cuanto se mantiene firmemente en sus líneas dorsales que forman un sistema completo. Durante su curso histórico tiene dos únicas alternativas: realizarse o desaparecer. La teoría del partido es un conjunto de leyes que rigen la historia y su curso pasado, y futuro. Por lo tanto la garantía propuesta es: no está permitido revisar nada, y mucho menos enriquecer la teoría. Nada de creatividad.
    2 - Organización - Debe ser continua en la historia, como fidelidad a la misma teoría y a la continuidad del hilo de las experiencias de lucha. Solo cuando esto se lleva a cabo en amplias partes de mundo y en amplios periodos de tiempo, llegan las grandes victorias. La garantía contra el centro es que éste no tenga derecho a crear, pero debe ser obedecido solamente en cuanto sus disposiciones de acción permanezcan dentro de los límites precisos de la doctrina, de la perspectiva histórica del movimiento, establecida durante muchos años a nivel mundial. La garantía es que sea rechazado el aprovechamiento de la "especial" situación local o nacional, de la emergencia inesperada, de la contingencia particular. O bien en la historia es posible fijar concomitancias generales entre espacios y tiempos lejanos, o bien es inútil hablar de partido revolucionario que lucha por una forma de sociedad futura. Como siempre hemos estudiado, existen grandes subdivisiones históricas y ’geográficas’ que ofrecen perspectivas fundamentales para la acción del partido: en amplios territorios, a través de los continentes y a través de los siglos: ninguna dirección del partido puede anunciar desarrollos del género de un año para otro. Poseemos este teorema, probado por miles de verificaciones experimentales: anunciador de ’nuevo curso’ igual a traidor.
    Garantía contra la base y contra la masa es que la acción unitaria y central, la famosa "disciplina", se obtiene cuando la dirección está bien unida a los cánones de teoría y práctica, y cuando se prohíbe a grupos locales ’crear’ por su cuenta programas autónomos, expectativas y movimientos. Esta relación dialéctica entre la base y el vértice de la pirámide (que en Moscú hace 30 años ya pedíamos renverser, invertir) es la clave que asegura al partido, impersonal en cuanto único, la facultad exclusiva de leer la historia, la posibilidad de intervenir en ella, la indicación de que tal posibilidad ha aparecido. Desde Stalin hasta un comité de substalinistas, nada ha sido cambiado.
    3 - Táctica - Están prohibidas por la mecánica del partido ’creatividades’ estratégicas. El plan de operaciones es público y notorio y describe sus límites precisos, o sea en periodos históricos y territorios. Un ejemplo obvio: en Europa desde 1874 el partido no se solidariza con ninguna guerra entre Estados. En Europa desde 1919, el partido no participa (no habría debido...) en elecciones. En Asia y Oriente, todavía hoy el partido apoya los movimientos revolucionarios democráticos y nacionales y una alianza de lucha entre proletariado y otras clases, incluso la burguesía local. Damos estos crudos ejemplos para evitar que se diga que el esquema es uno y rígido siempre y por doquier, para eludir la famosa acusación de que esta construcción integralmente materialista histórica, derive de postulados inmóviles, éticos o estéticos o místicos sin más. La dictadura de clase y del partido no degenera en formas difamadas como oligárquicas con la condición de que sea evidente y declarada públicamente en relación a un amplio arco previsto de perspectiva histórica, sin condicionarla hipócritamente a controles mayoritarios, sino con la única prueba de la fuerza enemiga. El partido marxista no se avergüenza de las tajantes conclusiones de su doctrina materialista no parte, para extraerlas de posiciones sentimentales y decorativas.
    El programa debe contener en una línea neta la estructura de la sociedad futura como negación de toda la estructura actual, punto de llegada declarado para todos los tiempos y lugares. Describir la presente sociedad es solo una parte de la tarea revolucionaria. Deprecarla y difamarla no es asunto nuestro. Pero la ruptura despiadada de las relaciones de producción presentes debe tener lugar según un programa claro, que prevé científicamente el surgimiento por encima de estos obstáculos despedazados de nuevas formas de organización social, conocidas exactamente por la doctrina del partido.

80 - Tesis sobre la tarea histórica... (Tesis de Nápoles) - 1965
    13 - ...En la concepción del centralismo orgánico la garantía de la selección de sus componentes es la que siempre proclamamos contra los centristas de Moscú. El partido persevera en esculpir los lineamientos de su doctrina, de su acción y de su táctica con una unicidad de métodos por encima del espacio y del tiempo. Todos aquellos que ante estas delineaciones se encuentran incómodos tienen a su disposición la obvia vía de abandonar las filas del partido.

81 - Premisa a "Tesis del PC de Italia sobre la táctica" en el IV Congreso de la IC - 1965
    ...Algunos puntos se refieren al problema de la organización. Toda tradición de federalismo debe ser eliminada, para asegurar centralización y disciplina unitaria. Pero este problema histórico no se resuelve con expedientes mecánicos. También la nueva Internacional, para evitar peligros oportunistas y crisis disciplinarias internas, debe fundar la centralización en la claridad no solo del programa, sino también de la táctica y del método de trabajo. Desde entonces se remachaba que ésta es la única garantía sobre la que el centro puede basar su segura autoridad.

82 - Tesis suplementarias... (Tesis de Milán) - 1966
    ...En el partido revolucionario, en pleno desarrollo hacia la victoria, las obediencias son espontáneas y totales pero no ciegas y forzadas, y la disciplina central, como está ilustrado en las tesis y en la documentación que las apoya, equivale a una armonía perfecta de las funciones y de la acción de la base y del centro, y no puede ser sustituida por ejercicios burocráticos de un voluntarismo antimarxista.

83 - Premisa a "Tesis del PC de Italia sobre la táctica para el IV congreso de la IC" - 1970
    ...De rebote, salta el fundamento de una disciplina internacional que no sea ficticia, mecánica, basada en la interpretación de los artículos de un código civil o penal, sino orgánica; y ese fundamento es reemplazado por una disciplina formal, impuesta por un órgano a la vez deliberante y ejecutivo, cuya capacidad para mantener en el juego complejo e imprevisible de las maniobras, el hilo de la continuidad teórica, práctica y organizativa, se da a priori por admitida en virtud de una inmunización que se supone permanente...
    La disciplina es el resultado de la homogeneidad programática y de la continuidad de la acción práctica: introducid la improvisación como variable independiente y, por más que esté circunscrita por sulas restrictivas, al final del proceso está solo el knut (o Stalin si se prefiere).

84 - Premisa a "Tesis de la Izquierda al III congreso del PC de Italia (Tesis de Lyon)" - 1970
    Por tanto, es preciso echar las bases de la disciplina apoyándola en el pedestal inquebrantable de la claridad, de la solidez y de la invariabilidad de los principios y de las directivas tácticas. En años cuyo fulgor hacía parecer lejanos, la disciplina se creaba por un hecho orgánico que tenía sus raíces en la granítica fuerza doctrinaria y práctica del Partido bolchevique; hoy, o se reconstruye esta disciplina sobre los fundamentos colectivos del movimiento mundial, con un espíritu de seriedad y de fraterno sentido de la gravedad de la hora actual, o todo se perderá...
    Se había alterado la disciplina hacia el programa, tan lúcido y tajante como era en su origen. Para impedir que de aquella indisciplina naciera el desbarajuste, se pretendió volver a crear in vitro "partidos verdaderamente bolcheviques": y es sabido lo que se volverán estas caricaturas del partido de Lenin bajo el talón estalinista. En el IV congreso habíamos advertido: «La garantía de la disciplina no puede ser hallada más que en la definición de los límites que deben ser fijados a la aplicación de nuestros métodos, en la precisión de los programas, de las resoluciones tácticas fundamentales y de las medidas de organización». Repetimos en el V congreso que era ilusorio perseguir el sueño de una disciplina sólida si faltaba claridad y precisión en los campos prejudiciales a toda disciplina y homogeneidad organizativa; que era vano ilusionarse con la quimera de un Partido Mundial único si la continuidad y el prestigio del órgano internacional eran destruidos continuamente por la "libertad de elección" (concedida no solo a la periferia, sino incluso al vértice) de los principios que determinan la acción práctica y de esta misma acción; que era hipocresía invocar una "bolchevización" que no significase intransigencia en los fines y en la adecuación de los medios a los fines.

85 - Premisa a "Tesis después de 1945" - 1970
    ...Si el partido está en posesión de tal homogeneidad teórica y práctica (posesión que no es algo, de hecho, garantizado para siempre, sino una realidad a defender con uñas y dientes y, si se da el caso, reconquistar una y otra vez), su organización, que es al mismo tiempo su disciplina, nace y se desarrolla orgánicamente en el tronco unitario del programa y de la acción práctica, y expresa en sus diversas formas de explicación, en la jerarquía de sus órganos, la perfecta adherencia del partido al complejo de sus funciones, ninguna excluida.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


CAP. 3 - CORRIENTES Y FRACCIONES
 

Entonces, en la concepción de la Izquierda el surgimiento dentro del partido de disensiones y de fracciones es el síntoma, la manifestación exterior de una enfermedad que ataca al órgano partido. En consecuencia, no se trata tanto de combatir los síntomas, sino de indagar las causas del mal, que siempre residen en un modo no correcto del desarrollo del trabajo colectivo del partido y de las funciones centrales. El trabajo del partido es inadecuado o incorrecto respecto a la línea histórica sobre la que se debe apoyar; el proceso de asimilación de las bases teóricas, programáticas y tácticas por parte de la organización es inadecuado: en consecuencia pueden nacer las divergencias y las fracciones. Esta es la tesis de la Izquierda. O bien, el partido está en presencia de un proceso degenerativo oportunista y el fraccionismo es la sana reacción del órgano partido a esta desviación.

Totalmente al contrario, como se ve, de la tesis sostenida repetidas veces por el centro actual, según el cual las fracciones son las portadoras del oportunismo dentro del partido. La tesis de la Izquierda conduce a una conclusión práctica: la formación de fracciones es un toque de alarma que indica que algo no marcha en la conducción general del partido; por ello, es necesario, en el trabajo del partido volver a hallar las causas que han conducido al surgimiento de las fracciones. Volviendo a colocar sobre sus clásicas bases el trabajo y la acción del partido, las fracciones desaparecen y ya no tienen razón para manifestarse. También aquí, el acento está presente en el desarrollo correcto del trabajo, en el campo teórico, programático y táctico, en la clarificación interna a través del trabajo, para la resolución sustancial, es decir en el campo teórico, programático, táctico, de las disensiones que surgen en el partido. La tesis del centro conduce a la conclusión opuesta: las fracciones son la enfermedad, son debidas al virus oportunista y pequeño burgués que trata de penetrar en el partido; por tanto, es necesario rechazar, destruir, matar las fracciones; expulsados los hacedores de fracciones, la vida del partido se vuelve normal y regular. Para la Izquierda, el oportunismo penetra en el partido bajo la bandera de la unidad, de la reverencia a los jefes, de la disciplina por la disciplina. Para el centro, el oportunismo penetra en el partido bajo la bandera del fraccionismo, de la indisciplina, etc. Para la Izquierda la represión del fraccionismo no es tarea del partido, sino que más bien es la prevención del mismo, a través de la justa "política revolucionaria". Para el centro la represión del fraccionismo, la disciplina por la disciplina, la absoluta obediencia a las jerarquías centrales se convierten en la principal tarea del partido. Para la Izquierda una cierta suscripción en el PC sonaría así: "contra las causas que han permitido la manifestación del fraccionismo"; para el centro la misma suscripción suena así: "contra el fraccionismo". Para la Izquierda no es la pierna putrefacta la que amenaza con pudrir todo el organismo, sino el organismo enfermo el que hace que se pudra la pierna. Para el centro basta con amputar la pierna para que el organismo vuelva a estar sano.

Las consecuencias de estas concepciones opuestas son necesariamente las siguientes: para la Izquierda las medidas disciplinarias, las compresiones organizativas, el terror ideológico, la energía represiva, no solo no son un remedio contra el fraccionismo, sino que representan un síntoma de un oportunismo latente; para el centro, por el contrario, la caza al fraccionismo, la energía represiva, las medidas disciplinarias, la desconfianza entre los compañeros, son indicios de vitalidad y de fuerza del órgano partido. Para la Izquierda, las medidas disciplinarias deben llegar a ser cada vez más raras, preparando finalmente su desaparición. Para el centro, este "bagaje innoble" debe llegar a ser la regla de funcionamiento del partido. Para la Izquierda el partido funciona bien cuando no tiene necesidad de adoptar medidas represivas. Para el centro, el partido funciona muy bien cuanto más capaz es de adoptar medidas de este género.

El centro actual del partido camina pues sobre un camino opuesto al del marxismo revolucionario y de la Izquierda; su comportamiento a base de matanzas cotidianas de fracciones, es precisamente, según la Izquierda, el síntoma de un oportunismo latente.
 
 

CITAS





86 - Tesis del PC de Italia sobre la táctica de la IC al IV congreso - 1922
    ...En la medida en que la Internacional aplique tales expedientes, se verificarán manifestaciones de federalismo y rupturas disciplinarias. Si se frenase o invirtiese el proceso tendiente a la eliminación de dichas anormalidades, o si éstas se erigiesen en sistema, se presentaría con extrema gravedad el peligro de una recaída en el oportunismo.

87 - Declaración de la Izquierda sobre el proyecto de organización en el IV congreso de la IC - 1922
    ...Sin embargo, debo remachar que, si queremos realizar una centralización efectiva, o sea una síntesis de las fuerzas espontáneas de la vanguardia del movimiento revolucionario en los diversos países, para poder eliminar las crisis disciplinarias que hoy constatamos, debemos, sí, centralizar nuestro aparato organizativo, pero al mismo tiempo unificar nuestros métodos de lucha y precisar bien todo lo que se refiere al programa y a la táctica de la IC. A todos los grupos y compañeros pertenecientes a la IC debemos explicarles exactamente lo que significa el deber de obediencia incondicional que ellos contraen entrando en nuestras filas.

88 - Organización y disciplina comunista - 1924
    ...Precisamente porque somos antidemocráticos, pensamos que sobre el tema una minoría puede tener una visión más correcta que la de la mayoría, en interés del proceso revolucionario.
    Ciertamente esto sucede excepcionalmente, y es de extrema gravedad el hecho de que se presente esta inversión disciplinaria como sucedió en la vieja Internacional y como es augurable que no tenga que venir más a nuestras filas. Pero, sin pensar en este caso extremo existen otras situaciones menos agudas y críticas en las que todavía la contribución de grupos invocando una precisión de las directrices trazadas por el centro dirigente, es útil e indispensable.

89 - Moción de la Izquierda en la Conferencia Nacional de Como del PC de Italia - 1924
    10 - Es indiscutible que en la Internacional que funciona como partido comunista mundial, la centralización orgánica y la disciplina excluyen la existencia de fracciones o grupos que puedan o no adosarse la dirección de los partidos nacionales, como ahora acaece en todos los países. La Izquierda del PC de Italia está por la más rápida consecución de este objetivo, pero considera que ese no se alcanza con decisiones e imposiciones mecánicas, sino asegurando el justo desarrollo histórico del Partido Comunista Internacional, que debe ser paralelo a la precisión de la ideologítica, a la definición no equivocada de la táctica, y a la consolidación organizativa.

90 - Réplica de la Izquierda a Zinoviev en el V congreso de la IC - 1924
    ...Exactamente lo mismo decía en aquel artículo, a saber: «Es un hecho que en el seno de la Internacional, en todos los países, existen fracciones que se combaten en los congresos y luchan por la conquista de la dirección de los respectivos partidos. Nosotros también somos del parecer de que en la Internacional no deben existir estas fracciones, si la Internacional debe llegar a ser un partido comunista mundial verdaderamente centralizado. ¿Pero qué se necesita para alcanzar este objetivo? Para este fin, no basta con reprochar y reclamar más o menos enérgicamente a la disciplina a personas individuales: por el contrario, es necesario dirigir el trabajo del modo requerido por nosotros, es decir, imprimiendo a la Internacional Comunista una línea organizativa unitaria y coherente. Si esto tiene lugar, las fracciones desaparecerán. Si no se siguiese esta vía, sino la opuesta, entonces no se obtendrá la desaparición de las fracciones internacionales y se deberá tomar en consideración la constitución de una fracción internacional».

91 - El peligro oportunista y la Internacional - 1925
    ...No vemos pues, graves inconvenientes en una exagerada preocupación hacia el peligro oportunista. El criticismo y el alarmismo realizados como deporte son ciertamente deplorabilísimos; pero dado incluso que, ellos sean, también el preciso reflejo de ’algo que no marcha bien’ y la intuición de desviaciones graves que se preparan, puro producto de elucubraciones de militantes, es cierto que no tendrán el modo de debilitar mínimamente al movimiento y serán fácilmente superadas. Mientras el peligro es gravísimo si, por el contrario, como más bien ha sucedido tantas veces, la enfermedad oportunista descolla antes de que se haya osado, desde cualquier parte, dar vigorosamente alarma. La crítica sin error no daña ni siquiera la milésima parte de cuanto daña el error sin crítica.

92 - La Plataforma de la Izquierda - 1925
    ...La aparición o el desarrollo de las fracciones indica un mal general del partido, es un síntoma de la ausente respuesta de las funciones vitales del mismo partido a sus finalidades, y se combaten individualizando el mal para eliminarlo, no abusando de los poderes disciplinarios para resolver de modo necesariamente formal y provisional la situación.

93 - Tesis de la Izquierda al III Congreso del PC de Italia (Tesis de Lyon) - 1926
    II. 5 - Otro aspecto de la consigna de la bolchevización es el de considerar como garantía segura de la eficiencia del partido a una completa centralización disciplinaria y a la severa prohibición del fraccionismo.
    La última instancia para todas las cuestiones controvertidas es el órgano central internacional, en el cual se atribuye – si bien no jerárquicamente, al menos políticamente – una hegemonía al Partido Comunista Ruso.
    Esta garantía en realidad no existe, y todo el planteamiento del problema es inadecuado. De hecho, no se ha evitado el desenfreno del fraccionismo en la Internacional, sino que, por el contrario, se lo ha estimulado bajo formas disimuladas e hipócritas. Por otra parte, desde el punto de vista histórico, la superación de las fracciones en el partido ruso no ha sido un expediente ni una receta de efectos mágicos aplicada en el terreno estatutario, sino que ha sido el resultado y la expresión de un feliz planteamiento de los problemas de doctrina y de acción política.
    Las sanciones disciplinarias son uno de los elementos que garantizan contra las degeneraciones, pero a condición de que su aplicación quede en los límites de los casos excepcionales, y no se vuelva la norma y casi el ideal de funcionamiento del partido...
    Los partidos comunistas deben realizar un centralismo orgánico que, con el máximo compatible de consultas a la base, asegure la eliminación espontánea de toda agrupación que tienda a diferenciarse. Esto no se obtiene con prescripciones jerárquicas formales y mecánicas; sino, tal como dice Lenin, con la justa política revolucionaria.
    Un aspecto fundamental de la evolución del partido no es la represión del fraccionismo, sino la prevención del mismo.
    Es absurdo y estéril, y además muy peligroso, pretender que el partido y la Internacional estén asegurados misteriosamente contra toda recaída o tendencia a la recaída en el oportunismo. Estos efectos pueden depender tanto de cambios de la situación como del juego de los restos de las tradiciones socialdemócratas. En la resolución de nuestros problemas, se debe admitir, entonces, que toda diferencia de opinión que no pueda reducirse a casos de conciencia o derrotismo personal puede desarrollarse útilmente para preservar de graves peligros al partido y al proletariado en general.
    Si estos peligros se acentuasen, la diferenciación asumiría inevitablemente, pero útilmente, la forma del fraccionismo; esto podría conducir a escisiones, no por el infantil motivo de una falta de energía represiva por parte de los dirigentes, sino solo en el caso que se verificase la maldita hipótesis del fracaso del partido y de su sometimiento a influencias contrarrevolucionarias...
    El peligro de la influencia burguesa sobre el partido de clase no se presenta históricamente como organización de fracción, sino a través de una penetración astuta que agita una demagogia unitaria y que opera como una dictadura desde lo alto, inmovilizadora de las iniciativas de la vanguardia proletaria.
    No se logra individualizar y eliminar semejante factor derrotista planteando la cuestión de la disciplina contra las tentativas de fracción, sino consiguiendo orientar al partido y al proletariado contra esa insidia en el momento en que toma el aspecto no solo de una revisión doctrinal, sino también de una propuesta positiva a favor de una importante maniobra política de efectos anticlasistas.

94 - Discurso del representante de la Izquierda en el VI Ejecutivo Ampliado de la IC - 1926
    Pero si hay divergencias, esto prueba que la política del partido está salpicada de errores, que no tiene la capacidad de combatir victoriosamente las tendencias desviacionistas del movimiento obrero que se manifiestan de ordinario en ciertos momentos cruciales de la situación general. Si nos encontramos ante casos de indisciplina, es el síntoma de que el partido no ha alcanzado tal capacidad. En efecto, la disciplina es un punto de llegada, no un punto de partida, no una especie de plataforma inconmovible. Por otro lado, esto corresponde al carácter voluntario de la adhesión a nuestra organización de Partido. Por esta razón, una especie de código penal del partido no puede ser un remedio a los casos frecuentes de falta a la disciplina...
    Volvamos a las fracciones. A mi juicio, no se puede plantear la cuestión de las fracciones desde el punto de vista de la moral o del código penal. ¿Hay en la historia un solo ejemplo de un camarada que haya creado una fracción para divertirse? Jamás se ha producido esto. ¿Hay un ejemplo que muestre que el oportunismo haya penetrado en el partido por medio de fracciones, que la organización de fracciones haya servido de base a una movilización derrotista de la clase obrera y que el partido revolucionario se haya salvado por la intervención de los liquidadores de fracciones? No, la experiencia muestra que el oportunismo entra siempre en nuestras filas bajo la máscara de la unidad. Su interés es influenciar a la mayor parte posible, por eso hace siempre sus proposiciones peligrosas bajo la máscara de la unidad. La historia de las fracciones muestra en general que las fracciones no hacen honor a los partidos en cuyo interior se forman, sino a los camaradas que las forman. La historia de las fracciones es la historia de Lenin; no es la historia de los golpes asestados a la existencia de los partidos, sino que por el contrario, es la historia de su cristalización y de su defensa contra las influencias oportunistas...
    El nacimiento de una fracción muestra que algo no marcha en el Partido. Para poner remedio al mal, hay que buscar las causas históricas que han suscitado la anomalía y que han determinado la formación o la tendencia a formar esta fracción. Las causas residen en los errores ideológicos y ticos del partido. Las fracciones no son la enfermedad, sino solamente el síntoma y si se quiere combatir el organismo enfermo, no se deben combatir los síntomas, sino que se debe intentar sondear las causas de la enfermedad. Por otro lado, en la mayor parte de los casos se trataba de grupos de camaradas que no hacían ningún intento para crear una organización o algo parecido. Se trataba de puntos de vista, de tendencias que intentaban abrirse paso por la vía del normal, regular y colectivo trabajo del partido.

95 - Fuerza, violencia y dictadura en la lucha de clase - 1948
    V - ...Cuando esta crisis explota, precisamente porque el partido no es un organismo inmediato y automático, se producen las luchas internas, las divisiones en tendencias, las fracturas, que son en ese caso un proceso útil como la fiebre que libra al organismo de la enfermedad, pero que sin embargo "constitucionalmente" no podemos admitir, alentar o tolerar.
    Para evitar por consiguiente que el partido caiga en las crisis del oportunismo, o deba necesariamente reaccionar ante ellas con el fraccionismo, no existen reglamentos o recetas. Existe sin embargo la experiencia de la lucha proletaria de tantos decenios que nos permite reconocer algunas condiciones, cuya búsqueda, cuya defensa, cuya realización debe ser una tarea incansable de nuestro movimiento.

96 - Diálogo con los muertos - 1956
    76 - ...La clase tiene una guía en la historia en cuanto que los factores materiales que la mueven se cristalizan en el partido, en cuanto que éste posee una teoría completa y continua, una organización a su vez universal y continua, que no se descomponga y componga a cada momento con agregaciones y escisiones; éstas son, sin embargo, la fiebre que constituye la reacción de un organismo similar a sus crisis patológicas.

97 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la estructura del partido... (Tesis de Nápoles) - 1965
    10 - ...Sin embargo los textos ya indicados en cien pasajes muestran que la Izquierda en su pensamiento fundamental ha visto siempre el camino hacia la supresión de los métodos electorales y de los votos para nombres de compañeros o sus tesis generales como un camino que iba hacia la abolición de otro innoble bagaje del democratismo politiquero, o sea el de las radiaciones, de las expulsiones o de las disoluciones de grupos locales, hemos enunciado muchas veces en todas las cartas la tesis de que estos procedimientos disciplinarios debían ser cada vez más excepcionales para preparar el camino a su supresión.
    Si por el contrario tiene lugar, y peor aún si estas cuestiones disciplinarias sirven para salvar no principios sanos y revolucionarios sino precisamente las posiciones conscientes o inconscientes de un oportunismo naciente, como tuvo lugar en 1924, 1925 y 1926 esto significa solamente que la función del centro ha sido conducida de forma equivocada y se ha hecho perder toda influencia real de disciplina de la base hacia él, tanto más cuanto más descaradamente va decantando un ciego rigor disciplinario.
    11 - Ha sido sin embargo una posición firme y constante de la Izquierda que, si las crisis disciplinarias se multiplican y llegan a ser una regla, esto significa que algo no marcha en la conducción general del partido, y el problema merece ser estudiado. Naturalmente no renegaremos nosotros mismos cometiendo la niña de retornar a buscar la salvación en la elección de los hombres mejores o en la elección de jefes y de semijefes, bagaje que mantenemos distintivo del fenómeno oportunista antagonista histórico del camino del marxismo revolucionario de izquierda.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


CAP. 4 - JUSTO LUGAR DEL TERROR IDEOLÓGICO Y DE LAS PRESIONES ORGANIZATIVAS
 

He aquí la concepción de la Izquierda, por lo demás, fruto del sanguinario balance de la contrarrevolución estalinista: si las bases de la disciplina organizativa reposan en la posesión por parte de la organización colectiva del partido de sus posiciones teóricas, programáticas y tácticas, posesión que no viene dada de una vez para siempre, sino que debe comprometer al partido constante y cotidianamente en una obra que defiende, clarifica, repropone y esculpe estos pilares fundamentales; si la aparición de disensiones en el partido, de actos de insubordinación, de fenómenos de fraccionismo, no es más que el síntoma de que algo no marcha en el desarrollo de este trabajo, y la reacción sana hacia un inadecuado e incorrecto planteamiento de éste, está claro que las compresiones disciplinarias deben tender a desaparecer en la medida en que el partido está sano y lucha apoyándose en sus clásicas bases. Está claro que estos métodos organizativos deben llegar a ser raras excepciones y finalmente desaparecer; está claro que ellos no resuelven nada y no garantizan nada. Está claro también que cuando llegan a ser el modo normal o casi el ideal de la vida interna del partido, el partido mismo ya no está garantizado contra nada y en consecuencia se encuentra (¡entonces sí!) verdaderamente expuesto a la desviación oportunista. Ahora bien, sobre esta base, viene puesto en su justo lugar por la Izquierda otro eslabón de nuestra inalterable cadena: la función de los hombres, de los jefes y de las jerarquías del partido. Estas deben existir como instrumentos técnicos de coordinación y de dirección de todo el trabajo de partido, pero no es la existencia de éstos lo que garantiza al partido contra los errores y las desviaciones. Por consiguiente, cuando se verifican desviaciones y errores, la solución no está en juzgar la labor de hombres, en la elección de hombres mejores, en la sustitución de hombres con otros hombres. La solución está en la búsqueda correcta y racional por parte del órgano colectivo partido del hilo histórico roto por la desviación y el error.

Los hombres pueden seguir siendo los mismos (a menos que no sean traidores) con tal de que el órgano partido vuelva a encontrar su camino. La Izquierda indica, por ello, en la "personificación de los errores", en "la elección de los hombres más preparados", en la sustitución de un hombre con otro, entendiendo que éstos son los que resuelven el error y la desviación, el síntoma de una visión deformada de la vida y de la dinámica del órgano partido. Indica la Izquierda que a este método incorrecto no pueden dejar de acompañarle otros fenómenos que, desgraciadamente, se encuentran también en nuestra organización actual: el carrerismo, el burocratismo, el ciego optimismo de oficina para el que todo va bien y la presunción jactanciosa según la cual quien se permite dudar no es más que un pelmazo que hay que quitar de en medio inmediatamente; en fin, en sobreponer a la base inerte y aterrorizada del partido un cuerpo de funcionarios elegidos bajo el único criterio de la ciega fidelidad al centro del partido. El enfurecimiento de los descubridores y de los matadores de fracciones, la delación, la desconfianza sistemática entre compañeros, la diplomacia para uso interno: todos estos fenómenos que tienden ya hoy a manifestarse en la organización no son más que el corolario necesario de un planteamiento invertido de la concepción del partido y de su correcto funcionamiento.

En la concepción de la Izquierda el partido no es una colonia de microbios-hombre. En la concepción de la Izquierda el partido distribuye de manera orgánica y funcional, los distintos miembros en las diversas funciones técnicas, comprendida la función central de dirección que tiene necesidad de hombres o de un hombre solo, pero en la cual no está en absoluto la garantía del movimiento correcto del partido. La palabra, una vez más, a nuestra incorrupta tradición de partido.
 
 

CITAS






98 - EL peligro oportunista y la Internacional - 1925
    ...En la mentalidad que se va abriendo camino entre los elementos dirigentes de nuestro movimiento, nosotros comenzamos a ver el verdadero peligro de derrotismo y del pesimismo latentes. En lugar de mover virilmente la acción comunista contra las dificultades que la circundan en este periodo, de discutir abiertamente los multiformes peligros y de reconstituir frente a ellos las razones vitales de nuestra doctrina y de nuestro método, ellos se quieren refugiar en un sistema intangible. Su gran satisfacción es la de consolidarse, apoyándose ampliamente en ’ha hablado mal de Garibaldi’; con indagaciones sobre las presuntas ideas e intenciones íntimas no manifestadas todavía, que Fulano y Zutano han contravenido el recetario escrito en su agenda, para gritar después: están contra la Internacional, contra el leninismo...
    Este sería el verdadero, el peor liquidacionismo del partido y de la Internacional, acompañado de todos los fenómenos característicos y bien conocidos del filisteísmo burocrático. El síntoma de esto es el ciego optimismo de oficina: todo marcha bien y quien se permite dudar no es más que un saboteador que debe ser expulsado lo antes posible. Nosotros nos oponemos a esta moda, precisamente porque, confiando en la causa comunista y en la Internacional, negamos que ésta deba reducirse a consumir vulgarmente ’su patrimonio’ de potencia y de influencia política...
    Pero vayamos un poco más allá en este asunto de la bolchevización y precisemos nuestra desconfianza abierta hacia ella. En cuanto se concreta en la organización por células, sobre la que está omnipotente la red de funcionarios, seleccionados con el criterio de la obediencia ciega a un recetario que querría ser el leninismo, en un método táctico y de trabajo político que se burla de realizar el máximo de analogía ejecutiva con las disposiciones más inesperadas, y en un planteamiento histórico de la acción comunista mundial, en la que la última palabra deba hallarse siempre en los precedentes del partido ruso interpretados por un grupo privilegiado de compañeros.

99 - La Plataforma de la Izquierda - 1925
    ...Análogamente, el problema de la disciplina se plantea como canalización y utilización de las fuerzas que se desarrollan y que el sistema organizativo debe ser capaz de armonizar. En tal sentido, las nuevas experiencias llegan a ser patrimonio del partido, que las interpreta y las asimila: no se convierten en un descubrimiento de algunos funcionarios que las imponen al partido inerte según interpretaciones la mayor parte de las veces equivocadas. Las sanciones disciplinarias devienen por tanto represiones de fenómenos esporádicos y no compresión general de todo el partido, del cual incluso deben constituir una reserva contra manifestaciones individuales aberrantes.

100 - Tesis de la Izquierda al tercer congreso del PC de Italia. (Tesis de Lyon) - 1926
    II. 5 ...Las sanciones disciplinarias son uno de los elementos que garantizan contra las degeneraciones, pero a condición de que su aplicación quede en los límites de los casos excepcionales, y no se vuelva la norma y casi el ideal de funcionamiento del partido...
    Un aspecto fundamental de la evolución del partido no es la represión del fraccionismo, sino la prevención del mismo...
    Los resultados de este método perjudican al partido y al proletariado, y retrasan el logro del "verdadero" partido comunista. Este método, aplicado en muchas secciones de la Internacional, es de por sí un grave síntoma de un oportunismo latente.

101 - Discurso del representante de la Izquierda en el VI Ejecutivo Ampliado de la IC - 1926
    Premisa de Programma Comunista, N°17-1965)
    ...Escogemos los pasajes que se refieren a la historia de los errores tácticos y de la derrota alemana, la famosa campaña de disciplina a alta presión y de pretendida prohibición del fraccionismo, definida como "bolchevización".
    Texto:
    ...Cuando nos hemos encontrado frente a los errores que esta táctica ha provocado, y sobre todo, cuando se produjo la derrota de octubre de 1923 en Alemania, la Internacional reconoció haberse equivocado. No era un pequeño accidente, era un error que debíamos pagar abandonando la esperanza de conquistar un nuevo gran país al lado del primer país que había conquistado la revolución proletaria, lo que habría sido de una importancia enorme para la revolución mundial.
    Desgraciadamente, nos contentamos con decir: no se trata de revisar de modo radical las decisiones del IV congreso mundial, solamente es necesario apartar a ciertos camaradas que se han equivocado en la aplicación de la táctica del frente único; es necesario encontrar a los responsables. Se los ha encontrado en el ala derecha del partido alemán, no se ha querido reconocer que es la Internacional en su conjunto la que tiene la responsabilidad...
    Pero, si hemos estado contra las decisiones del V Congreso, es sobre todo porque éstas no eliminaban los grandes errores y porque, a nuestro entender, no está bien limitar la cuestión a un proceso contra individuos, mientras que lo necesario es un cambio en la misma Internacional. Se rehusó seguir este camino sano y valeroso. En muchas ocasiones hemos criticado que entre nosotros, en el medio ambiente en que trabajamos, se desarrolle un espíritu parlamentario y diplomático. Las tesis están muy a la izquierda, los discursos están muy a la izquierda, y aquellos mismos contra quienes van dirigidos los aprueban porque piensan que así están inmunizados...
    Y paso a otro aspecto de la bolchevización, el del régimen interno del partido y de la Internacional Comunista.
    En esto, se ha hecho otro descubrimiento: lo que falta a todas las secciones es la disciplina de hierro de los bolcheviques, de la cual el partido ruso nos da ejemplo.
    Se pronuncia una prohibición absoluta de las fracciones, y se decreta la obligación para todos los miembros del partido de participar en el trabajo común, cualquiera que sea su opinión. Creo que n en este terreno la cuestión de la bolchevización se ha planteado de modo muy demagógico...
    Se ha instituido en estos últimos tiempos en nuestros partidos un régimen de terror especie de deporte que consiste en intervenir, castigar, reprimir y aniquilar, y todo esto con un placer muy particular, como si esto fuera justamente el ideal de la vida del partido. Los campeones de estas brillantes operaciones parecen incluso persuadidos de que éstas constituyen una prueba de capacidad y de energía revolucionarias. Y pienso, por el contrario, que los verdaderos y buenos revolucionarios son en general los camaradas blanco de estas medidas de excepción y que las soportan pacientemente para no destruir el partido. Estimo que este derroche de energía, este deporte, esta lucha en el interior del partido no tiene nada que ver con el trabajo revolucionario que debemos llevar. Llegará el día en que habrá que golpear y destruir el capitalismo, y en este terreno el partido deberá dar pruebas de su a revolucionaria. No queremos anarquismo en el partido, pero tampoco queremos un régimen de continuas represalias, que solo es la negación de la unidad y de la solidez del partido.
    Hoy el punto de vista oficial es el siguiente: la Central actual es eterna; ella puede hacer lo que quiera, pues siempre tiene razón cuando toma medidas contra el que la contradice, cuando "aniquila" intrigas y oposiciones. El mérito no está en reprimir las rebeliones; lo importante es que no haya rebeliones. Se reconoce la unidad del partido en los resultados alcanzados, no en un régimen de amenazas y de terror. Tenemos necesidad de sanciones en los estatutos, está claro. Pero deben ser excepciones, no deben convertirse en procedimientos normales y permanentes en el interior del partido. Si hay elementos que abandonan manifiestamente la vía común, hay que tomar medidas contra ellos. Pero si el recurso al código penal se convierte en la regla en una sociedad, es que esta sociedad no es precisamente la más perfecta. Las sanciones no deben tomarse más que excepcionalmente y no constituir una regla, un deporte, el ideal de los dirigentes. Es necesario que esto cambie si queremos formar un bloque sólido en el verdadero sentido de la palabra...
    Si se habla de fracciones a destruir, al menos habría que poder probar que se trata de una asociación con la burguesía o con círculos y ambientes burgueses o quizá, de relaciones personales con ellos. Si no es posible un tal análisis, es indispensable buscar las causas históricas del nacimiento de la fracción y no arrojarle el anatema a priori...
    Por el método de caza a las fracciones as de campañas de escándalo, de vigilancia policíaca y de desconfianza respecto a los camaradas, un método que representa en realidad el peor fraccionismo que se desarrolla en las capas superiores del partido, no se ha podido más que deteriorar la situación de nuestro movimiento y empujar toda crítica objetiva a la vía del fraccionismo.
    No es con tales medios como se crea la unidad interior del partido, ellos no hacen más que paralizar el partido y hacerlo inepto e impotente. Es absolutamente indispensable una transformación radical de los métodos de trabajo. Si no ponemos fin a todo esto, las consecuencias serán muy graves.

102 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la estructura del partido (Tesis de Nápoles) - 1965
    3 - ...En una tercera dirección, la Izquierda denuncia desde entonces y cada vez más vigorosamente, en los años sucesivos la ampliación del peligro oportunista: este tercer argumento es el método de trabajo interno de la Internacional, con el que el centro representado por el Comité Ejecutivo de Moscú usa con los partidos, o ya sea con partes de partidos que han incurrido en errores políticos, métodos no solo de "terror ideológico", sino sobre todo de presión organizativa, lo que constituye una equivocada aplicación y poco a poco una falsificación total de los justos principios de la centralización y de la disciplina sin excepciones. Tal método de trabajo iba exasperándose por todas partes, pero de forma particular en Italia en los años sucesivos a 1923 – en los que la Izquierda, seguida por todo el partido, dio pruebas de disciplina ejemplar pasando las consignas a compañeros derechistas y centristas designados por Moscú – después de que se abusó gravemente del espectro de "fraccionamiento" y la constante amenaza de expulsión de una corriente acusada artificialmente de preparar una escisión con el único fin de hacer prevalecer los peligrosos errores centristas en la política del partido. Este tercer punto vital fue discutido a fondo en los congresos internacionales y en Italia, y es no menos importante que la condena a las tácticas oportunistas y a las fórmulas organizativas de tipo federalista...
    4 - ...A esta penosa influencia del dinero, que desaparecerá en la sociedad comunista, pero después de una cadena de eventos de los que la afirmación de la dictadura comunista no es más que el primero, se añadía el manejo de un arma de maniobra que nosotros en términos abiertos declaramos digna de los parlamentos y de las diplomacias burguesas, o de la burguesísima sociedad de las naciones, o sea el incentivo o la imposición según los casos del carrerismo y de las ambiciones faroleras de las personas de los jefes de subgobierno que pululan en las filas; de modo que cualquiera de ellos fuese puesto en la alternativa inexorable de elegir entre una inmediata y cómoda notoriedad, subsiguiente inclinación a aceptar las tesis de la omnipotente central, o bien una no remontable oscuridad y quizás miseria, si hubiese querido defender las justas tesis revolucionarias de las que la central se había desviado.
    Hoy está claro por la evidencia histórica, que aquellas centrales internacionales y nacionales estaban sobre la vía de la desviación y de la traición; según la teoría de siempre de la Izquierda, ésta es la condición que debe quitarles todo derecho a obtener en nombre de una disciplina hipócrita la ciega obediencia de la base.

103 - Premisa al "Discurso del representante de la Izquierda al V congreso de la IC" - 1965
    ...La posición de la Izquierda italiana fue que no se debía golpear a hombres, sino a un método táctico equivocado del que toda la Internacional era responsable, como ya fue denunciado por nosotros en el IV congreso de 1922.

104 - Premisa a "Fuerza, Violencia y Dictadura en la lucha de clase" - 1965
    ...Están comprendidos en la parte conclusiva los pasajes que exponemos aquí, y vibrantemente expuestos los dos temas, de que el control democrático desde abajo no remedia nada sino que es un engaño clásico del oportunismo, mientras que la gélida y cínica presión disciplinaria desde arriba se debe al mismo tiempo, por los paralelismos históricos nefastos, cancelar de nuestros métodos y de nuestra vida interna de partido.

105 - Tesis suplementarias... (Tesis de Milán) - 1966
    7 - Otra lección que surge de episodios de la vida de la III Internacional (en nuestra documentación repetidamente recordada a través de las insistentes denuncias de la Izquierda) es la de la vanidad del "terror ideológico" método desgraciado con el cual se quiere sustituir el natural proceso de la difusión de nuestra doctrina a través del encuentro con la realidad hirviente en el ambiente social, con una catequización forzada de elementos recalcitrantes y acobardados, por razones o bien más fuertes que los hombres y que el partido o bien inherentes a una imperfecta evolución del partido mismo, humillándoles y mortificándoles en reuniones públicas incluso ante el enemigo, si acaso hubiesen sido exponentes y dirigentes de nuestra acción en episodios de alcance político histórico. Se acostumbró a obligar a tales elementos (a menudo poniéndoles a elección el recobrar posiciones importantes en el engranaje de la organización) a una confesión pública de los propios errores, imitando así el método fideista y pietista de la penitencia y del mea culpa Por tal vía verdaderamente filistea y digna de la moral burguesa, jamás ningún miembro del partido llegó a ser mejor ni el partido puso remedio a la amenaza de su decadencia. En el partido revolucionario, en pleno desarrollo hacia la victoria, las obediencias son espontáneas y totales pero no ciegas y forzadas, y la disciplina central, como está ilustrado en las tesis y en la documentación que las apoya, equivale a una armonía perfecta de las funciones y de la acción de la base y del centro, no puede ser sustituida por ejercicios burocráticos de un voluntarismo antimarxista...
    El abuso progresivo de tales métodos no hace más que señalar la desgraciada vía del triunfo de la última oleada del oportunismo.

106 - Premisa a "Tesis del PC de Italia sobre la táctica para el IV congreso" de 1970
    ...En segundo lugar, y por las mismas razones, la Izquierda advirtió que, una vez tomado ese tortuoso camino, y no deteniéndose a tiempo, se habría recorrido necesariamente toda la pendiente. Se habría recurrido a un expediente tras otro, quizás opuestos entre sí. La responsabilidad, y finalmente, la "culpa" del fracaso de uno de ellos se habría buscado, no en su naturaleza divergente del fin, sino en su "erróneo" manejo por parte de individuos o grupos, esforzándose afanosamente por remediarlos por medio de bruscos virajes e improvisadas crucifixiones de "jefes", subjefes y gregarios, minando así las bases mismas de aquella disciplina internacional, no formal sino substancial, que se quería con justa razón instaurar...
    La alarma sobre una posible recaída en el oportunismo, que la Izquierda lanzó a partir de 1922 cada vez con mayor insistencia, no concernía (y ésta es para nosotros – sobre todo para los jóvenes militantes – otra lección de primera magnitud) a un fenómeno subjetivo, sino a un fenómeno objetivo, del cual, a los bolcheviques menos que a nadie, se podía y debía culpar, sea porque el surgimiento de dicho fenómeno no se explica banalmente con los "errores" de Fulano o de Mengano (se debe en cambio comprender que ellos actúan según las imposiciones del camino emprendido)... No pedimos la cabeza de nadie, ni aun cuando se pidió y se obtuvo la nuestra: hicimos todo lo que estaba en nuestro alcance para que las cabezas y los brazos volvieran a trabajar sobre la única vía que nunca habíamos creído que se pudiera o debiera cuestionar...
    No queremos caer, y damos fe de no haber caído, en el torbellino infernal de la contraposición de personas a personas, en el que Trotski se dejará arrastrar después de 1927 debido a su más que legítima indignación por el demonio estalinista. Defendemos el marxismo, no la propiedad intelectual de nadie; condenamos una desviación con sus consecuencias inevitables, no al hombre colocado en el banquillo de los acusados para alimentar la dudosa satisfacción del juez y el morboso placer de la platea...
    Es una vieja consecuencia de las "garantías" que, cuando por desgracia son puestas sobre el tapete, surja la pregunta: ¿n custodiará a los custodios? Existen dos alternativas: o bien la dirección y la "base" están ligadas por un vínculo común y superior (y éste no puede ser más que el programa invariable y obligatorio para todos), o debe resurgir el aparato judicial de primera, segunda y tercera instancia, con todo el rebaño de abogados, de fiscales y, obviamente, de profesores de derecho constitucional; y este aparato no es un ente metafísico, sino la superestructura del organismo que teóricamente debería controlar y juzgar: juez y acusado en una sola persona. No queda entonces más que someterlo también a la autoridad suprema, no a la del buen dios (que al menos hasta ahora queda excluido), sino a la de la policía, luego a la del comisario y, en fin a la del mariscal.

107 - Premisa a "Tesis de la Izquierda para el III Congreso del PC de Italia" (Tesis de Lyon) - 1970
    ...En el V congreso de la Internacional Comunista (17 de junio al 8 de julio de 1924), en el que por una parte refleja el profundo extravío de los partidos después del desastroso balance de un bienio de bruscos virajes tácticos y de órdenes equívocas (...) y por otra parte vuelve a confirmar la praxis de la crucifixión de los dirigentes de las secciones nacionales en el altar de la infalibilidad del Ejecutivo, la Izquierda eleva de nuevo la única voz severa, así como serena y reacia a los perifollos personales y locales. Si alguna vez hubiera estado en sus hábitos alegrarse de las confirmaciones aplastantes de sus previsiones en la terrible prueba de sangre proletaria inútilmente derramada o pedir a su vez que cayeran rodando las cabezas de los "reos" y de los "corruptos" para ceder el puesto a cabezas "inocentes" o "incorruptibles", aquel habría sido el momento de hacerlo. Pero no es esto lo que pide ni lo que quiere la Izquierda; ésta pide y quiere que se hunda valerosamente el bisturí en las desviaciones de principio que producían inevitablemente aquellos "errores" y de las cuales las "cabezas" eran solo la expresión ocasional...
    Con el continuo desgrane de las cuentas del rosario de las innovaciones tácticas, lo que cada vez volvía a dar aliento a las corrientes centrífugas que dormitaban en todos los partidos, y con la sucesión de los bruscos cambios, lo que generaba confusiones y dislocaciones incluso entre los militantes más sólidos, la cuestión de la "disciplina" se planteaba forzosamente no como el producto natural y orgánico de una lograda homogeneidad teórica y de una sana convergencia de la acción práctica, sino por el contrario como una manifestación morbosa de la discontinuidad en la acción y de la desarmonía del patrimonio doctrinal. En la misma medida en que se constataban errores, desviaciones y aflojamientos, y se trataba de remediarlos cambiando los comités centrales o ejecutivos, se imponía, por un lado, el "puño de hierro" y, por otro, su idealización como método y como norma interna del Comintern y de sus secciones, y como antídoto de eficacia segura no ya contra los adversarios o los falsos amigos, sino contra los camaradas. La era de los procesos contra sí mismo, la era de lo que la Izquierda en el VI Ejecutivo Ampliado de 1926 llamó "el deporte de la humillación y del terror ideológico" (a menudo llevado a cabo por "ex-opositores humillados") había comenzado. Y no existe proceso sin carcelero.
    Se había alterado la disciplina hacia el programa, tan lúcido y tajante como era en su origen. Para impedir que de aquella indisciplina naciera el desbarajuste, se pretendió volver a crear in vitro "partidos verdaderamente bolcheviques": y es sabido lo que se volverán estas caricaturas del Partido de Lenin bajo el talón estalinista...
    Yendo más lejos, abordamos el problema mucho más vasto y general, que en 1925-26 implicaba todas las cuestiones destinadas a volverse candentes en la lucha interna del Partido ruso. Antes de que fuera demasiado tarde, denunciamos la manía y el frenesí de la "lucha contra el fraccionismo", y de esa caza de brujas que celebrará sus saturnales en la innoble campaña de 1926-1928 contra la izquierda rusa (...) una caza de brujas que no había tenido derecho de ciudadanía en el Partido bolchevique de los años de esplendor ni siquiera contra el enemigo abierto – que se destruía si era necesario, pero al que nunca se cubría vilmente de fango – y que sobrepasando los confines estatales rusos, producirá primero la indecente figura del acusador público, luego la del delator de oficio y finalmente la del carnicero...
    «Y si a pesar de todo, se verifica una crisis interna, sus causas y los medios para curarla deben ser buscados en otra parte, esto es, en el trabajo y en la política del Partido». Esto podía parecer una afirmación curiosa a los ojos de una Internacional cuyos congresos habían acabado por transformarse cada vez más en los locales de procesos a partidos, grupos o personas llamadas a responder de los trágicos reveses en Europa y en el mundo: todo se transformaba entonces en el producto de "coyunturas desfavorables", de situaciones "adversas".
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


CAP. 5 - LA LUCHA POLÍTICA EN EL PARTIDO
 

Las citas que siguen demuestran que en la correcta visión marxista de la Izquierda el modo de moverse del partido comunista, su dinámica interna, no se configura como lucha política, choque entre posiciones contrastantes, una de las cuales debe prevalecer sobre la otra y dictar su enfoque al partido. La preponderancia de una dinámica similar en el órgano partido indica que éste ya no es la expresión de los intereses homogéneos y unitarios de una sola clase, sino de los intereses contrastantes de varias clases, que lógicamente expresan distintas directrices políticas. La lucha política interna configuraba la dinámica de los partidos de la II Internacional, precisamente en cuanto en ellos convergía un ala proletaria revolucionaria y un ala pequeño burguesa reformista y gradualista. Y cuando se impuso una dinámica de lucha política en la III Internacional eso significó su conquista gradual por parte de un ala contrarrevolucionaria. La Izquierda no condujo una lucha política interna en la III Internacional, sino que incluso aceptó voluntariamente en 1923 ser sustituida en la dirección del partido italiano por los elementos centristas, limitándose a explicar cuales eran los errores y las debilidades del organismo internacional sobre diversos problemas, y cuales eran los peligros a los que se estaba exponiendo; reivindicó siempre una investigación racional y objetiva por parte de toda la Internacional para la mejor solución de los problemas que se le planteaban al partido, y las "Tesis de Roma" de 1922 no solo dejan a salvo la absoluta disciplina ejecutiva a la central de Moscú, sino que no son entendidas como contrapuestas a las posiciones de la central misma, sino como una contribución de la sección italiana a la solución racional correspondiente con los principios comunes de las cuestiones tácticas.

Es solo después de 1923 cuando la Izquierda, identificando los peligros de recaída en el oportunismo, que la Internacional presentaba de modo cada vez más evidente, abrirá la perspectiva de la posibilidad, si la línea de Moscú no se hubiera invertido, de llegar a la constitución de una fracción internacional de izquierda para defender a la Internacional de la resurgida ala oportunista. Y solo en 1926, en el Congreso de Lyon, la Izquierda presentará un cuerpo de tesis globalmente opuesto al de la central italiana, identificando en ésta el coágulo de elementos que nunca habían estado en el terreno del marxismo revolucionario, contraponiéndoles su tradición como la única adherente al comunismo y al marxismo. Para la Izquierda, en cuanto el partido comunista se constituye sobre la base de una doctrina única, de un único programa, de principios claramente enunciados y colocados en la base de la adhesión individual al partido y en cuanto que sobre esta base homogénea están definidas racionalmente las grandes líneas de la táctica, no dejan por esto de planteársele al partido graves y complejos problemas que debe resolver todos los días de su vida. Pero la homogeneidad de base sobre la que se apoya el partido, propicia que estos problemas puedan encontrar solución a través de un trabajo y una indagación a todo el partido, en una clarificación constante de aquellos fundamentos que todos los militantes declaran aceptar y que no deben ser abandonados para solucionar cualquier problema. El hecho de que en determinados momentos puedan presentarse varias soluciones a un mismo problema, y que sobre estas distintas soluciones se alineen los militantes no debe inducir a olvidar el patrimonio común sobre el que se apoya el partido y al que cualquier solución debe estar vinculada. La solución de un problema que el centro del partido decide aplicar no debe demostrar por eso ser la expresión de una relación de fuerzas entre grupos contrapuestos dentro del partido, y de que prevalezca uno sobre otro, sino de estar en regla con las líneas dorsales fijadas por la doctrina, por el programa y por la táctica del partido, y esta fidelidad al patrimonio común deber ser exigida a cualquier planteamiento de cualquier problema. La solución de los problemas que afectan al partido es requerida también a un trabajo colectivo realizado sobre una base común aceptada por todos y por eso susceptible de indagación objetiva y racional.

Al centro se le debe la obediencia y disciplina ejecutiva total en cuanto demuestra no ser la expresión de una mayoría de pareceres individuales, sino de estar sobre el terreno de esta continuidad.

La aparición de disensiones sobre una determinada cuestión táctica o de trabajo práctico, mientras compromete a todos los miembros de la organización a seguir fielmente las órdenes centrales, no autoriza a nadie a defender que el partido se ha dividido en corrientes y fracciones en lucha entre ellas, en la medida en que las dos posiciones sobre aquel problema que es objeto de disensión, son fruto de un mismo modo de plantear los problemas sobre la base de una tradición de partido. Así los errores que pueden verificarse en la solución de un determinado problema no autorizan a nadie a sostener que ellos son debidos a la presencia en el partido de un planteamiento táctico general divergente de aquel común o acusar a personas o grupos de haberlo cometido en cuanto disidentes del rumbo general del partido. La Izquierda no dedujo del hecho de que la dirección de Moscú aplicaba la táctica del frente único político y tampoco la del gobierno obrero, la conclusión de que existía en el partido un ala divergente sobre el rumbo general, o que hubiese concepciones distintas de las nuestras sobre las cuestiones fundamentales y cuando estas tácticas se demostraron prácticamente equivocadas no exigió la cabeza de nadie, ni pidió que se cambiasen los dirigentes de los partidos y de la Internacional. Partió siempre, en las disensiones, de las soluciones que la Internacional estaba dando a varios problemas, de la concepción "idealista" y "metafísica" que tanto los defensores del frente único político y del gobierno obrero, como nosotros, éramos en principio compañeros que aceptaban una base común, y reivindicó que la solución debía encontrarse en la clarificación y en la precisión de esta base.

Renegar de esta noción de que en el partido comunista en principio todos son compañeros aun cuando se equivocan y hacen equivocarse al partido entero, significa pues renegar de toda la tradición de la lucha de la Izquierda en la Internacional, significa no encontrar ya respuesta a los siguientes interrogantes: ¿por qué la Izquierda no pidió nunca la sustitución del centro de Moscú, defensor del frente único político por otro centro que defendiese posiciones correctas? ¿Por qué abandonó la Izquierda espontáneamente en manos de los defensores del frente único y del gobierno obrero la dirección del partido italiano, aunque este estuviese completamente sobre sus posiciones? ¿Por qué no acusó a Zinoviev o quizás a Lenin mismo de ser un agente infiltrado en el partido? Es conocido que la Izquierda no requirió nunca nada de todo esto, pero por el contrario requirió que se buscasen soluciones tácticas correctas y obligatorias para todos en un trabajo colectivo de clarificación y de definición del patrimonio común a todos nosotros, y vio en los procesos a los hombres que habían cometido errores, en la personificación de los errores, en las críticas y en las autocríticas, un alejamiento de esta sana dinámica y, por tanto un peligro de recaída en el oportunismo.

Estando en contacto con gente que ama olvidar demasiado fácilmente, estamos obligados a poner un ejemplo práctico. En nuestro pequeño partido la divergencia sobre el problema sindical ha conducido a un choque en el que una parte de los compañeros ha sido definida como infectada de activismo y voluntarismo, y por consiguiente, todo el trabajo para resolver la cuestión (por decir algo) ha sido establecido en el sentido de desautorizar a esta parte de sus responsabilidades, pasándolas a la parte sana; de un posible error táctico como el de la "defensa de la CGIL" se ha sacado la deducción de que se estaba en presencia de una corriente "anarco-sindicalista" dentro del partido, y que era necesario no solo corregir el error, sino también desenmascarar a esta corriente de la que el error no era más que un reflejo.

Desde 1922 a 1926, la dirección de la Internacional Comunista ha conducido a la ruina a un partido de millones de hombres y ha saboteado "objetivamente" la lucha revolucionaria de todo el proletariado europeo y mundial, pero nunca de la pluma o de la boca de la Izquierda ha salido en cuatro años, y tampoco sucesivamente, que la Internacional estaba dirigida por antimarxistas, y que por ello fuese necesario arrancar la dirección de la organización a aquellos que eran culpables de fatales errores. Ni se encontrará nunca en un escrito o en un discurso de la Izquierda la afirmación de que nosotros luchábamos contra el ejecutivo de Moscú, de cuyos errores tácticos se debía deducir que se tratase de una corriente oportunista infiltrada en el partido. No lo decíamos ni siquiera en 1926 cuando todo estaba perdido. Y no personificábamos el error de Zinoviev, de Kámenev o de Trotski endosándoles etiquetas que solo valen para quien está fuera del partido, no por respeto ciego hacia la "dignidad de la persona", sino porque les considerábamos y les consideramos hoy "errores" no determinados por hombres. Posición esta, completamente opuesta a aquella que por el contrario dice: «se combaten las posiciones equivocadas, pero cuando éstas se radicalizan, se combaten también a los hombres que son los agentes de estas posiciones», y que es equivocada tanto en la primera como en la segunda parte, porque nuestro trabajo en la Internacional no fue nunca de combate político, sino de contribución y de aclaración. No combatimos políticamente ni las posiciones equivocadas, ni a los hombres-agentes de estas posiciones. Demostrábamos que las posiciones estaban equivocadas y tratábamos de establecer un trabajo colectivo e impersonal para indagar sobre la base de la confianza recíproca, sobre un terreno limpio de pactos, diplomacias, choques y presiones, la justa posición a la luz de nuestros principios.

O el presupuesto de nuestro trabajo era que tanto Amadeo Bordiga, como Zinoviev "eran en principio compañeros", también cuando daban al mismo problema dos soluciones opuestas, o divergentes, y que por eso, el problema no era el de "condenar" la solución de Zinoviev, sino el de indagar la solución válida para todo el movimiento comunista, o bien toda la historia de la Izquierda puede ser tirada a un pozo.
 
 

CITAS





108 - La política de la Internacional - 1925
    ...Pero entonces, se dirá, ¿pedís vosotros por principio que en los próximos congresos comunistas exista lucha y disensión abierta y violenta sin posibilidad de una solución común? Respondemos enseguida que si la unanimidad se alcanzase por el estudio y la consideración objetiva y superior de los problemas, esto sería lo ideal; pero que la unanimidad artificial es mucho más dañina que la disensión abierta en la consulta del congreso, salvando siempre la disciplina ejecutiva.

109 - Organización y disciplina comunista - 1924
    ...Pero para asegurarse de que procede efectivamente y en el mejor modo en aquella deseada dirección y conformar a tal objetivo nuestra obra de comunistas, debemos asociar nuestra confianza en la esencia y capacidad revolucionaria de nuestro glorioso organismo mundial a un trabajo continuo basado sobre el control y la valoración racional de cuanto sucede en sus filas y del planteamiento de su política.

110 - Tesis de la Izquierda al III congreso del PC de Italia (Tesis de Lyon) - 1926
    I,3 - ...Nosotros negamos sustancialmente que, con la exigencia de un acatamiento puro y simple a un hombre, a un comité, o a un único partido de la Internacional y a su tradicional aparato dirigente, sea lícito sofocar el esfuerzo y el trabajo colectivo del partido para definir las normas de la táctica.
    II,5 - ...Uno de los aspectos negativos de la llamada bolchevización consiste en sustituir la elaboración política completa y consciente en el seno del partido, que corresponde a un progreso efectivo hacia el centralismo más compacto, por una agitación exterior y clamorosa de las fórmulas mecánicas de la unidad por la unidad y de la disciplina por la disciplina.
    III,10 - La campaña que ha culminado con la preparación del congreso ha sido deliberadamente planteada después del V congreso mundial no como un trabajo de propaganda y de elaboración en todo el partido de las directivas de la Internacional tendente a crear una verdadera y útil conciencia colectiva más avanzada, sino como una agitación con miras a lograr del modo más rápido y con el mínimo esfuerzo la renuncia de los camaradas a su adhesión a las opiniones de la izquierda. No se ha considerado si tal método era útil o perjudicial para el partido a los efectos de su eficiencia respecto a los enemigos externos, sino que se ha procurado por todos los medios el logro de ese objetivo interno.

111 - Discurso del representante de la Izquierda al VI Ejecutivo Ampliado de la IC - 1926
    ...La cuestión hay que plantearla pues de otro modo. Incluso si la coyuntura y las perspectivas son desfavorables o relativamente desfavorables, no se deben aceptar resignadamente las desviaciones oportunistas y justificarlas con el pretexto de que sus causas hay que buscarlas en situación objetiva. Y si, a pesar de todo, una crisis interna se verifica, las causas y medios para curarla deben ser buscadas de otra forma, es decir, en el trabajo, y no han sido hoy las que deberían haber sido.

112 - Politique d’abord - 1952
    ...Las polémicas sobre personas y entre personas, el uso y abuso de los nombres, son sustituidos con el control y la verificación sobre las enunciaciones que el movimiento, en las sucesivas y duras tentativas para reordenarse, coloca en la base de su trabajo y de su lucha.

113 - Presión "racial" del campesinado, presión clasista de los pueblos de color - 1953
    Hay que ponerse de acuerdo en este concepto fundamental de la Izquierda. La unidad sustancial y orgánica del partido, que se opone diametralmente a la unidad formal y jerárquica de los estalinistas, es una necesidad en materia de doctrina, en materia de programa y también para lo que se denomina la táctica. Si entendemos por táctica los medios de acción, éstos solo pueden ser definidos a través de la misma investigación que nos ha permitido formular las reivindicaciones de nuestro programa final e integral basándonos en los datos de la historia pasada.

114 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la estructura del partido. (Tesis de Nápoles) - 1965
    5 - ...Adoptada la vieja consigna que responde a la frase: "sobre el hilo del tiempo", nuestro movimiento se dedicó a volver a poner ante los ojos y las mentes del proletariado el valor de los resultados históricos que se habían inscrito en el largo curso de la dolorosa retirada. No se trataba de reducirse a una función de difusión cultural o de propaganda de doctrinillas, sino de demostrar que teoría y acción son campos dialécticamente inseparables y que las enseñanzas no son librescas o profesorales, sino que derivan (para evitar la palabra, hoy en manos de los filisteos, de experiencias) de balances dinámicos de choques acaecidos entre fuerzas reales de notable magnitud y extensión, utilizando incluso los casos en que el balance final se ha resuelto con una derrota de las fuerzas revolucionarias. Es eso que nosotros llamamos con viejo criterio marxista clásico: "lecciones de las contrarrevoluciones".
    7 - Tratándose de un traspaso y de una consigna histórica de una generación que había vivido las luchas gloriosas de la primera posguerra y de la escisión de Livorno a la nueva generación proletaria que se trataba de liberar de la loca felicidad de la caída del fascismo para reconducirla a la conciencia de la acción autónoma del partido revolucionario contra todos los otros, y sobre todo contra el partido socialdemócrata, para reconstituir fuerzas consagradas a la perspectiva de la dictadura y del terror proletarios contra la gran burguesía como contra todos sus odiosos instrumentos, el nuevo movimiento encontró por vía orgánica y espontánea una forma estructural de su actividad que ha sido sometida a una prueba de quince años...
    8 - La estructura de trabajo del nuevo movimiento, convencido de la magnitud, de la dureza y de la amplitud histórica de la propia obra, que no podía incitar a elementos dudosos y deseosos de rápida carrera porque no prometía, sino que excluía éxitos históricos a corto plazo, se basó en reuniones frecuentes de enviados de toda la periferia organizada, en los que no se planificaban debates contradictorios y polémicos entre tesis contrapuestas, o que por tanto pudiesen esporádicamente aflorar de las nostalgias del morbo antifascista, y en las cuales nada había que votar y nada que deliberar, sino que solamente había la continuación orgánica del importante trabajo de consignación histórica de las lecciones fecundas del pasado a las generaciones presentes y futuras, a las nuevas vanguardias que se irán delineando en las filas de las masas proletarias...
    Esta obra y esta dinámica se inspiran en enseñanzas clásicas de Marx y de Lenin, que dieron la forma de tesis a su presentación de las grandes verdades históricas revolucionarias, y estas tesis y relaciones, ligadas en su preparación a las grandes tradiciones marxistas de hace más de un siglo, eran reflejadas por todos los presentes, gracias también a las comunicaciones de nuestra prensa, en todas las reuniones de la periferia por los grupos locales y de convocatorias regionales, donde tal material rico era transportado para conocimiento de todo el partido. No tendría ningún sentido la objeción de que se trató de textos perfectos, irrevocables e inmodificables, porque a lo largo de todos estos años se ha declarado siempre en nuestro seno que se trataba de materiales en continua elaboración y destinados a alcanzar una forma cada vez mejor y más completa; tanto es así que de todas las filas del partido, e incluso de elementos jovencísimos, se ha verificado con una frecuencia cada vez más creciente la aportación de contribuciones admirables y perfectamente a tono con las líneas clásicas propias de la Izquierda.

115 - Tesis suplementarias... (Tesis de Milán) - 1966
    2 - El pequeño movimiento actual se da perfectamente cuenta de que la gris fase histórica atravesada, hace mucho más difícil la obra de utilización a gran distancia histórica de las experiencias surgidas de las grandes luchas, y no solo de las clamorosas victorias cuanto de las derrotas sangrientas y de los repliegues sin gloria. El forjamiento del programa revolucionario, en la correcta y no deformada visión de nuestra corriente, no se limita a rigor doctrinal y a profundidad de crítica histórica, sino que tiene necesidad como linfa vital de la ligazón con las masas sublevadas en los periodos en que el empuje irresistible las determina a combatir. Este lazo dialéctico es particularmente difícil hoy que el empuje de las masas se ha adormecido y apagado por la flacidez de la crisis del capitalismo senil, y por la cada vez mayor ignominia de las corrientes oportunistas. Aun aceptando que el partido tenga un perímetro restringido, debemos comprender que nosotros preparamos el verdadero partido sano y eficiente al mismo tiempo, para el periodo histórico en que las infamias del tejido social contemporáneo harán retornar a las masas insurgentes a la vanguardia de la historia; en cuyo lance podrían una vez más errar si faltase el partido no pletórico sino compacto y potente, que es el órgano indispensable de la revolución. Las contradicciones incluso dolorosas de este periodo deberán ser superadas sacando la lección dialéctica que nos ha venido de las amargas decepciones de los tiempos pasados y señalando con coraje los peligros que la Izquierda había advertido y denunciado en otro tiempo, y todas las formas insidiosas que una y otra vez revistió la amenazante infección oportunista.

116 - Premisa a "Tesis de la Izquierda para el III Congreso del PC de Italia (Tesis de Lyon)" - 1970
    ...Curiosa deducción: a los ojos de una Internacional cuyos congresos habían acabado por transformarse cada vez más en los locales de procesos a partidos, grupos o personas llamadas a responder de los trágicos reveses en Europa y en el mundo: todo se transformaba entonces en el producto de "coyunturas desfavorables", de situaciones "adversas".
    La verdad era que, no digamos el proceso, sino la revisión crítica debía ser hecha de raíz y estar basada en coeficientes impersonales, mostrando cómo el juego de causas y efectos entre factores objetivos y subjetivos es infinitamente complejo, y que si bien sobre los primeros (considerados solo por un momento "en sí mismos", fuera de la influencia de nuestra acción colectiva) el poder de intervención del partido es limitado, está en cambio en nuestro poder salvaguardar, incluso al precio de impopularidad y fracasos momentáneos, las condiciones que únicamente permiten a los segundos actuar sobre la historia y fecundarla.
    Hace falta pues echar las bases de la disciplina apoyándola en el indestructible pedestal de la claridad, solidez e invariabilidad de los principios y de las directrices tácticas. En años cuyo fulgor hacía parecer lejanos, la disciplina se creaba por un hecho orgánico que tenía sus raíces en la granítica fuerza doctrinaria y práctica del partido bolchevique; hoy, o se la reconstruye sobre fundamentos colectivos del movimiento mundial, en un espíritu de seriedad y de fraterno sentido de la gravedad del momento, o todo se perderá.
 
 

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