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Partido Comunista Internacional
 
 

El Partido Comunista en la tradición de la Izquierda

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PRESENTACIÓN (1986).
PREMISA junio 1974.
PREMISA septiembre 1974.

PARTE PRIMERA.
1 - Centralismo y disciplina, bases de la organización del Partido.
2 - Centralismo Tout-court.
3 - Diferenciación de funciones.

PARTE SEGUNDA - Premisa.
1 - Partido histórico y Partido formal.
2 - Adhesión al Partido.
3 - El Partido como organización de hombres.
4 - El Partido, prefiguración de la sociedad comunista.

PARTE TERCERA - Premisa.
1 - El "modelo" de organización.
2 - Las "garantías".
3 - Corrientes y fracciones.
4 - Justo lugar del terror ideológico y de las presiones organizativas.
5 - La lucha política en el Partido.

PARTE CUARTA.
1 - Estructura del Partido.
2 - Las "fases" de desarrollo del Partido.
3 - Partido y III Internacional.
4 - Centralismo democrático y centralismo orgánico.
5 - La vida real del Partido.

PARTE QUINTA - Premisa, La táctica del Partido.
1 - Necesidad de la previsión y programación tácticas.
2 - Elemento prioritario de la táctica: autonomía absoluta del Partido.
3 - La táctica del Partido en el campo europeo occidental: las Tesis de Roma.
4 - Rechazo de bloques, alianzas y frentes entre partidos.
5 - Totalitarismo.
6 - Eleccionismo-abstencionismo-ninguna solidaridad con la defensa de la democracia.

CONCLUSIÓN.

APÉNDICE:
En la orgánica predisposición del Partido está su preparación para la revolución.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


PRESENTACIÓN (1986)
 

El texto que sigue, "El Partido Comunista en la tradición de la Izquierda", de junio de 1974, es el producto del esfuerzo colectivo del partido para volver a poner orden en las cuestiones fundamentales, puestas en discusión cada vez que la organización sufre bandazos, porque por norma, al menos hasta hoy, se concretizan en rupturas más o menos apreciables y amplias, más o menos fértiles para el fin de la potenciación de la acción del partido sobre la base de la continuidad y unicidad de teoría, programa, táctica y organización. No hay nada que modificar en el texto, compuesto "de golpe" bajo el apremio de urgencias dictadas por la necesidad siempre presente e impelente de volver a poner en pie los fundamentos sobre los que en 1952 se puso en marcha el Partido.

Este trabajo apareció en un opúsculo, el primero de una serie, porque entonces no había sido creada la nueva cabecera del órgano de prensa del Partido, "Il Partito Comunista". De tal suerte, la circulación del texto ha sido forzosamente limitada, mientras que es indispensable que los compañeros, los lectores y los proletarios que siguen nuestra lucha, conozcan y estudien las soluciones que la Izquierda ha dado y da al complicado entrelazamiento de las cuestiones, resumibles en el título de nuestro texto clásico "Naturaleza, Función y táctica del Partido Comunista Revolucionario de la clase obrera" de 1945.
Allí se expone, con nuestro potente método histórico e impersonal, la perfecta coherencia de definición del Partido comunista según la escuela marxista, representada, después de la destrucción de la III Internacional, únicamente por la tradición de posiciones y de batalla de la Izquierda Comunista.

Tomadas a lo largo del arco de medio siglo, desde 1920, años aún de revolución en Europa, al reciente 1970, a través del ciclo de medio siglo de contrarrevolución (algo muy distinto a las chismosas "nuevas fases" descubiertas cada seis meses por el inmediatismo antimarxista), las citas, y las premisas que remachan su dictado, demuestran las características históricamente determinantes del partido revolucionario, "proyección en el hoy del hombre-sociedad de mañana".

El texto, precisamente porque no añade o modifica nada en absoluto a las tomas de posición que la Izquierda defendió en la Internacional contra la corrupción estalinista, y luego contra la falsificación de las corrientes antiestalinistas de matriz no marxista, y a todo cuanto fue codificado y de hecho realizado en una no breve tradición de partido internacional en esta posguerra, constituye un documento sintético y sistemático, y la confirmación de nuestras Tesis programáticas sobre las llamadas cuestiones de organización. Ponemos en conocimiento de las jóvenes generaciones de proletarios, revolucionarios de mañana, y de todo aquel que se nos acerque aquellas Tesis reivindicadas únicamente por nuestra organización de partido.

El texto fue redactado al día siguiente de la última laceración de la estrecha unión del partido, la más grave y dramática de la posguerra por haber sido deseada y dirigida precisamente por el Centro dirigente contra quien en el Partido se declaraba totalmente fiel a los principios programáticos y a la disciplina organizativa. Debe considerarse prosecución de un trabajo desarrollado según nuestra tradición y nuestro método, con el cual se había mantenido, con el enfurecimiento de "nuevos cursos" organizativos, la correcta orientación sobre los principios básicos que regulan y disciplinan la vida de partido, su acción y su naturaleza; trabajo que había sido repropuesto a toda la organización para que no se desviase el norte de la brújula revolucionaria.

Entonces circuló como texto interno, dirigido exclusivamente a los compañeros de partido y al Centro, porque sólo interesaba la revocación de la medida administrativa de expulsión, canalizando las fuerzas de todos los compañeros en remachar las bases homogéneas y comunes, el común y antiguo método de trabajo, los principios comunes que, de palabra, nadie decía querer poner en discusión. Y principalmente para reafirmar las características y peculiares formas de la vida y de relación dentro del partido que le habían caracterizado desde que se reconstituyó en la inmediata posguerra.

Texto y trabajo de partido, no documento polémico o chivo expiatorio escisionista hacia una pretendida "otra parte"; en la premisa de entonces se leía: «Este trabajo es una modesta contribución desplegada sobre el plan propuesto hace algunos años, rechazada por el Centro como si hubiese sido un cúmulo de blasfemias y de necedades. Si la "brújula" no se hubiese vuelto loca, el texto habría aparecido en las columnas de "Programma Comunista", seguramente en el lugar de los equívocos artículos sobre la organización».

Debimos constatar que la brújula estaba loca y en modo irreversible: desde entonces las dos organizaciones han proseguido por caminos diferentes y ninguna petición o reprobación tenemos que hacernos. Sin embargo, ha quedado, como lección irrenunciable, el método con el cual se respondió al desastre ampliamente extendido de la escisión, y de los errores que la provocaron, sostuvieron y la concluyeron suciamente en los años sucesivos, que han visto reducida a innobles y vergonzosos jirones aquella pretendida organización de hierro que habría debido surgir con el alejamiento de los débiles, de los "indisciplinados", de la fracción como se decía, de los anti-centralismo, que se oponían a los nuevos cursos organizativos, a las desviaciones disciplinarias, no por temor a la disciplina y a la potencia organizativa, sino porque veían en esos métodos, en esos criterios, el camino de la desorganización, y también de la ruptura de la unidad programática.

Este trabajo tenaz buscaba suscitar en el Partido no satisfacciones personales de "derrotados" o "vencedores", sino una sana reacción que lo volviese a llevar enteramente sobre las posiciones correctas, sin rehabilitaciones o autocríticas o procesos a quien sea.

Por tanto, el texto repropone solamente una afirmación correcta, extraída de la tradición integral de la Izquierda Comunista, de los postulados conocidos por todo el partido, y aceptados por todos los militantes que han trabajado para esculpir viejas y nuevas generaciones con la voluntad de fortificar y dilatar la organización combatiente de partido, que se reforzaba en este continuo e incansable trabajo.

En la desbandada y en la retirada general del movimiento proletario, cuando incluso partidos que se declaraban comunistas cedían a las antiguas supersticiones burguesas e idealistas que confían todo al mito del jefe ilustre o a las reverencias pequeño-burguesas hacia las jerarquías, o peor a mayorías aritméticas, sólo la Izquierda supo sacar la lección de la contrarrevolución reconociendo en la III Internacional, en sus dos primeros congresos, la anticipación del partido comunista mundial, antigua aspiración del comunismo marxista y necesidad histórica; y viceversa, denunciar las formas caducas, las supervivencias de federalismo y de heterogeneidad doctrinaria y programática dentro del partido y la degenerada consecuencia: el mecanismo democrático y su complemento, el burocratismo y el abuso de los formalismos organizativos..

Ya en la Internacional la Izquierda se opuso a que el método de trabajo interno, el estudio de la realidad social y de la individuación de la táctica adecuada, derivase como resultado de la lucha política en su interior, del choque y de la mutable relación de fuerzas entre diferentes fracciones.

Con mayor razón en el partido que volvió a nacer en la posguerra, ya embrión del partido comunista único mundial, excluimos que la vida interna se pudiese fundar sobre el choque de distintas corrientes, ideológicamente contrapuestas, habiéndose alcanzado ya definitivamente, por madurez histórica revolucionaria y de la lucha de clase, la unidad doctrinaria del partido y habiéndose codificado un sistema de normas tácticas.

Tal madurez objetiva de la experiencia proletaria, cristalizada en hechos, textos y Tesis, y constante en el organismo viviente del partido y en su unívoco y científico trabajo de indagación y de búsqueda, hace posible – es más, exige – un método orgánico para la realización de la táctica y para su funcionamiento coherente.

Afirmamos que el máximo rendimiento en la utilización de todas las fuerzas del partido reside en los métodos unitarios de trabajo que se apoyan en la "fraterna solidaridad y consideración entre compañeros", por consiguiente, relegando finalmente al museo de la prehistoria, también de la organización proletaria, los métodos hoy destructivos que sólo por inmadurez histórica de nuestro movimiento debieron tener en ella los precedentes, de la "lucha" entre compañeros y entre fracciones con todo el bagaje de democracia, numerosas confrontaciones, pero también exageraciones y forzamientos polémicos, finalmente la fracción de izquierda debía soportar ataques personales, calumnias, habladurías, maniobras entre personajes más conocidos, manipulaciones de aduladas bases.

En fin, pudimos excluir, conjuntamente, el hábito a la "personificación del partido" o del "error", según el cual el partido podría reconocerse a sí mismo en el enfoque correcto sólo en la autoridad de un "líder", o viceversa, la desviación en un "culpable". En el partido revolucionario mundial la búsqueda del planteamiento táctico justo fue finalmente posible sin el absurdo desgaste de energías (el "deporte del fraccionismo" en la III Internacional) de la batalla entre fracciones: el fin ya no es el de vencer, arrollar numéricamente o alejar de la dirección organizativa a un determinado grupo de compañeros, con cualquier medio, sino el de convencer al conjunto del organismo partido de la justeza de su línea táctica y así fundar sólidamente la unidad del movimiento.

Conocíamos la objeción: el partido, sometido a la presión del ambiente burgués externo, debe defenderse de las ideologías y de los enfoques impuros que penetran en su interior. Fuera de todo moralismo inútil o caza al diablo de sacristía respondimos simplemente, con nuestras límpidas Tesis, que la experiencia nos ha enseñado que la involución oportunista de los partidos se ha maniobrado siempre desde arriba, desplegando con arte mayorías numéricas y disciplina formal. Introducir los métodos de la lucha política en el partido significó, por consiguiente, abandonar el partido precisamente en manos de los que se afirmaba querer combatir. El partido debe y puede defenderse de la presión, permanente y terrible del ambiente externo, a través de sus métodos de vida orgánica.

Estos no son un lujo estético o una liturgia formal para acantonar cuando se pase desde la "fase de la investigación teórica" a la de la "lucha de clase". La única defensa del partido está en la máxima coherencia de su método orgánico. Estos temas están ulteriormente expuestos en un reciente informe, "En la orgánica predisposición del partido, su preparación para la revolución", que aquí publicamos a continuación del texto de 1974.

En 1951, en el "fondo de la depresión" contrarrevolucionaria, completado el deslizamiento del estado ruso al campo de la defensa de las relaciones burguesas, y consumada la borrachera patriótica de la segunda guerra imperialista, el Partido Comunista Internacionalista, constituyéndose en modo claro y homogéneo, formuló un cuerpo de tesis características con el objetivo de definir y delimitar netamente a nuestro movimiento respecto a fuerzas que dejaron el Partido, y respecto a grupos sólo aparentemente afines a nosotros, que entonces y desde entonces hasta hoy han acompañado la marcha de los grandes aparatos de la socialdemocracia oficial.

En aquellas Tesis, a las que nuestra actual organización hace plena referencia, en los capítulos Teoría, Tareas del partido comunista, oleadas históricas de degeneración oportunista, Acción del partido en Italia y otros países en 1952, se trata no de filosofía o de historia abstracta al estilo profesoral, sino que se delinea un modo de ser de un partido, no sólidamente enfocado en "los principios del materialismo histórico y del comunismo crítico de Marx y Engels", sino que puede e intenta dar vida a esa ciencia social y a esas previsiones futuras en un organismo que actúa, en un partido en el interior del cual se postule la supresión del antagonismo entre conciencia y acción, entre teoría de la revolución y actividad revolucionaria.

Aun tratándose de una organización de no muchos efectivos, por determinación histórica en la Tesis 4 de la IV Parte se reivindica:

Cita 1 - Tesis características del Partido (Tesis de Florencia) - 1951
IV, 4 Hoy, en la plenitud de la depresión, a pesar de restringirse mucho las posibilidades de acción, el partido, siguiendo la tradición revolucionaria, no pretende romper la línea histórica de la preparación de una futura reanudación a gran escala del movimiento de clase, que haga suyos todos los resultados de las experiencias pasadas. De la restricción de la actividad práctica no deriva la renuncia a los postulados revolucionarios. El partido reconoce que la restricción de ciertos sectores está cuantitativamente acentuada, pero no por ello cambia el conjunto de los aspectos de su actividad, ni renuncia expresamente a ellos.
Las pocas fuerzas de militantes que se reorganizaron en la inmediata posguerra ya reconocieron entonces históricamente fuera de discusión la selección del programa para la emancipación revolucionaria de la clase trabajadora de la sociedad capitalista; de la que partes integrantes y esenciales no sólo son los principios teóricos de la crítica social y cognoscitiva comunista, sino también un completo sistema de normas tácticas, derivado de un arco secular de guerra proletaria y de un método de trabajo y de relación orgánica propio del partido proletario. La madurez y las confirmaciones de nuestros postulados teóricos provenientes de la viva verificación de la lucha de clase permiteron al partido de entonces afirmar en la Tesis 5 de la Parte IV:
 
 
Cita 2 - Tesis Características del Partido (Tesis de Florencia) - 1951
IV, 5 La actividad principal, hoy, es el restablecimiento de la teoría del comunismo marxista... Para ello el partido no lanzará ninguna doctrina nueva, reafirmando la plena validez de las tesis fundamentales del marxismo revolucionario, ampliamente confirmadas por los hechos...
Precisamente porque el proletariado es la última clase que será explotada y que por tanto no sucederá a ninguna en la explotación de otras clases, la doctrina ha sido construida sobre el nacimiento de la clase y no puede ser modificada ni reformada.
El desarrollo del capitalismo desde su nacimiento hasta hoy ha confirmado y confirma los teoremas del marxismo, tal y como han sido enunciados en los textos, y cualquier presunta "innovación" o "enseñanza" de estos últimos 30 años solo confirma que el capitalismo todavía vive y que debe ser abatido.
Como consecuencia de esta certeza científica nuestra y del método con ella coherente: el programa no está, menos aún hoy, por inventar, redescubrir o actualizar, el programa de la revolución existe en los hechos terribles de las derrotas proletarias y en la putrefacción del universo burgués. En doctrina, el programa de la revolución existe desde hace siglo y medio, como perfeccionamiento último en las lecciones que la izquierda marxista sacó y codificó como culminación de la avanzadilla proletaria de la revolución rusa y de la Tercera Internacional, primera realización palpitante de la prevista direcció única mundial del proletariado insurrecto. Desde entonces, tarea del partido es la de conservar tal sentimiento y tal ciencia subversiva.

Tarea del partido no es descubrir en el hoy indeterminado nuevas excepciones a nuestros teoremas sino saber leerlos en los hechos de hoy y del pasado.

Estando a la altura histórica de nuestra tradición, el partido de entonces se dedicó, con limitaciones "solo cuantitativas", como afirman las Tesis, al impersonal e indispensable trabajo de defensa de la continuidad comunista.

Se postula la forma organizada de tipo partido, propia, desde 1848 al menos, de la organización proletaria consciente, y única, que puede hospedar a la milicia comunista cuando ha podido existir mínimamente. Organización unitaria de partido como unitario es nuestro programa y ausente de choque de intereses contrastantes el mundo por el que luchamos. Del monoliticismo del programa se derivan centralismo y disciplina, que en el partido es, y no puede más que ser espontánea y sentida no como una constricción administrativa o terrorista, sino como el modo natural de vida de un organismo, tejido todo él hacia el mismo fin, conociendo bien el recorrido, la accidentalidad y los peligros que a él conducen; la disciplina en el sentido más fuerte, la orgánica, solo es posible en el partido comunista; por esto en el partido, a diferencia de los organismos de la moribunda sociedad de clase, el reclamo a la disciplina no se sirve de constricciones, solo pudiéndose deducir, en caso de indisciplina no individual, que algo más profundo en el trabajo del partido se está alejando de su curso histórico. Es una tesis nuestra que la lucha política interna y el choque de fracciones puede estar vedada en el partido, estando excluido en la teoría que dentro del movimiento comunista puedan delinearse nuevas escuelas o ideologías: cuando el partido se dividiese en dos formaciones, esto indicaría la fase inmediatamente precedente a la muerte de aquel partido y el nacimiento de una nueva organización que se opone a la degeneración de la vieja, como la historia de nuestro movimiento, antiguo y reciente, muestra en varios momentos.

En el concepto de partido comunista diseñado en las Tesis está también el rechazo de todo localismo y contingentismo en el trabajo de defensa del programa y de propaganda externa, viejos residuos éstos, propios de estratos sociales pequeño burgueses, restringidos al angosto horizonte del círculo, del grupo "de estudio" local, que pretende "recorrer su camino hacia el partido", nuevas y oblicuas veredas, tortuosas y sin desembocadura, frente a la autopista del viejo y probado método impersonal de partido.

En el partido y solo en el partido se realizan los módulos de relación humana propios de la sociedad futura: con empecinada resistencia a las potentes influencias del ambiente externo solo en el partido se niega la superstición burguesa de la "persona", falsa abstracción de la burguesía insurgente, con los accesorios mercantiles de las carreras, de los premios y de la concurrencia.

Asumido que la consigna del partido histórico, no "dogma revelado" sino síntesis de la experiencia proletaria pasada, confirmada por los hechos de ayer y de hoy, constituye la línea continua en la cual la organización militante debe conseguir canalizarse, en la Tesis 7 de la Parte IV se remacha:

Cita 3 - Tesis Características del Partido (Tesis de Florencia) - 1951
IV, 7 ...De ello resulta que el partido prohíbe la libertad personal de elaboración y de elucubración de nuevos esquemas y explicaciones del mundo social contemporáneo: prohíbe la libertad individual de análisis, de crítica y de previsión incluso al más preparado intelectualmente de los adherentes, y defiende la solidez de una teoría que no es el resultado de una fe ciega, sino el contenido de la ciencia de clase proletaria, construido con materiales de siglos, no por el pensamiento de hombres, sino por la fuerza de hechos materiales, reflejados en la conciencia histórica de una clase revolucionaria y cristalizados en su partido. Los hechos materiales no han hecho más que confirmar la doctrina del marxismo revolucionario.
En 1966 se verificó otra separación de fuerzas del partido, mientras que se mantuvo la continuidad de la organización en el afianzamiento de las normas y de relación interna en el partido, sacadas del balance de la degeneración de la Tercera Internacional como está específicamente expresado por las Tesis de 1965-66. Como en 1951 se formó otra organización separada, que se alejó del partido tomando direcciones distintas de la nuestra y de las cuales nunca nos interesó estudiar el rumbo seguido.

Sobre estas bases se ha constituido y ha trabajado el partido identificado en la cabecera de "Programma Comunista" hasta 1973. Entonces, una escisión que definimos "sucia", deshonesta en cuanto que quien entonces traicionó al partido no tuvo el atrevimiento de proclamar, si no con hechos consumados a engañados militantes, la intención de desviarse del curso trazado, sino ostentando también – y la historia de los partidos formales nos enseña como es la regla para todo revisionismo – una reverencia tan formal como hipócrita por los grandes nombres de los hombres ilustres, y por los principios abstractos colocados en el frigorífico. A diferencia de las separaciones precedentes la de 1973 fue particularmente turbia y sufrida, ya que por primera vez desde 1951 la crisis y el fraccionismo implicaron también al centro directivo de la organización.

En 1973 el hecho material de la expulsión de Programma de una parte significativa de la organización, por si misma provocó la existencia de dos partidos distintos, cada uno de los cuales prosiguió por su camino. La incompatibilidad histórica de las posiciones de la izquierda para coexistir con cualquier oportunismo explica la nitidez de la irrevocable separación. La nueva organización que publica "Il Partito Comunista" y "Comunismo" también tuvo la posibilidad de sacar el balance de la última crisis del partido formal, si bien "se desarrolló al nivel de las gallinas", pero "más carroñera", y atacó la desviación como oportunista y fruto de voluntarismo e impaciencia en las directrices prácticas, devolviendo contra los acusadores el estigma de activismo que fue inventado contra nuestra inexistente fracción.

Dado que la posibilidad de existencia del partido no la extraemos mecánicamente del grado de relación de fuerzas entre las clases ni del número de militantes disponibles, sino de la aceptación absoluta por parte de todos del único y monolítico programa de siempre, el pequeño partido continuó el "importante trabajo" emprendido en 1951, impidiendo que defecciones y la aplastante presión del mundo burgués pudiesen romper el "hilo del tiempo" que, continuo y sin desmoronarse, ha pasado de una generación de militantes a otra. En 1973 no se combatió solamente contra algunas desviaciones, o solo acerca de algunas de las cuestiones más discutidas; sino que se defendió sobre todo nuestro mismo concepto de partido comunista, prueba de las pruebas en cuanto que conseguir mantener hoy en vida la organización proletaria consciente es la primera y máxima acción revolucionaria y ardiente derrota teórica para nuestro descollante enemigo.

Desde el momento de la separación con la vieja organización, por consiguiente, no mantenemos con ella ninguna relación ni debemos emitir ningún juicio acerca de su progresivo alejamiento de la Izquierda.

En el último decenio el partido ha "perseverado", en el sentido de la tesis, "en esculpir los lineamientos de su doctrina, de su acción y de su táctica con unicidad de método, por encima del espacio y del tiempo", ciertamente que el trabajo del partido sería y será mañana, si consiguiese sobrevivir, un potentísimo factor de aceleración para la reconstrucción del partido en grande de la revolución. No excluimos la posibilidad del renacimiento futuro del partido proletario, en otros países o en otros continentes, donde sea, a través exclusivamente del redescubrimiento y el reestudio de los textos y de la historia. Afirmamos, sin embargo, que este proceso, por lo demás largo y tormentoso, puede ser abreviado enormemente, consiguiendo que sea más directo, también con la presencia de un pequeño partido que transmite el hilo, las normas y las fórmulas sintetizadas y conclusivas, en sentido histórico, de nuestra ciencia.

En una situación social, hoy no peor de la de 1951, el partido se jacta de haber mantenido, a través del más largo reflujo de la revolución mundial, esta "pequeña continuidad" del marxismo de izquierda, y no solo como "tesis y textos" sino como órgano viviente y operante. Privado ya nuestro movimiento de hombres famosos, cuyo genio ya es "inútil" para extraer nuevas iluminaciones, solo en el trabajo colectivo e impersonal del partido es posible buscar la ciencia social proletaria y entrever más allá de la niebla del amorfo ambiente presente.

Consideramos que no tenemos que añadir o modificar nada a nuestras tesis. Fuera de una estúpida "presunción de organización" vacía de contenidos programáticos, típica, por lo demás, de todo oportunismo, incluso reciente, ni aficionados a una organización en sí, remachamos – solos contra una multiforme unión de actualizadores y de repensadores – que reivindicamos la plena y exclusiva continuidad con aquellas tesis y con aquel partido que tuvo el sentimiento revolucionario y la potencia dialéctica de quererse proclamar tal contra los masticadores del racionalismo espontaneista y del escepticismo de los "políticos concretos".

* * *

La última parte del texto aquí republicado, la quinta, está dedicada al crucial argumento de la táctica, de la acción práctica del Partido en las diversas épocas y en las diversas situaciones geográficas, nudo fundamental que deshacer para el asalto revolucionario, y viceversa, el más delicado y complejo ámbito en el cual la organización de partido se mueve, en el fuego vivo de la lucha social.

Como todo el trabajo, esta quinta parte se presenta con una premisa que encuadra sintéticamente el plan táctico general del Partido, y con una amplia serie de citas, articuladas en seis capítulos, de los textos fundamentales del comunismo revolucionario y de nuestra incorrupta tradición de lucha contra el estalinismo y el oportunismo, que demuestran precisamente la invariancia de aquel hilo rojo que corre a lo largo de generaciones de hombres y formaciones políticas.

El campo táctico, a la par que el campo organizativo, del que tratan las partes precedentes del texto, ha sido siempre uno de los puntos de mayor crítica, a partir del cual el Partido ha iniciado los bandazos más peligrosos, y, con la pretensión de que poseyendo "sólidos principios" permitiese cualquier maniobra, o peor aún, de que el manejo de una organización "fuerte y disciplinada" permitiese cualquier pirueta táctica, en pocos años fueron invertidas estructuras nacidas o renacidas sobre bases doctrinarias y organizativas solidísimas, y sin rodeos en la línea de una revolución victoriosa. Que luego la "degringolade" (en francés "voltereta") táctica esté siempre acompañada de la degeneración de la vida y de la relación en el interior del Partido, con la aparición del fraccionismo desde el vértice, con métodos de compresión organizativa y de verdadera y propia lucha política, es un doloroso corolario de una demostración ahora ya definitiva en la historia secular del órgano partido.

Igualmente, el rígido cuadro en el que la rosa de las eventualidades tácticas puede desarrollarse asegura y refuerza la unidad, la compacidad y por consiguiente la disciplina de la entera formación del Partido, que ya no deberá estar más sometido a las invenciones tácticas de la dirección del movimiento, vinculada ésta también al respeto de normas y pernios vinculantes con el mismo rigor para la base que para el vértice, universalmente aceptadas y conocidas, sobre las cuales el partido mismo se ha formado. Y por tanto no podrá ser demandada la ejecución del plan táctico a consultas asamblearias, ni a confrontaciones de mayorías o minorías, o a jefes de mayor o menor genialidad, sino a un órgano exteriormente anónimo, impersonal y colectivo, obra de toda la formación, tanto más eficiente cuanto más sólidamente se haya vuelto a ligar a aquella tradición y a aquel método histórico, comprendidos y hechos propios por el partido.

Un arco de más de cuarenta años sustenta el "grupo de afirmaciones" recogidas en el primer capítulo, en el potente sentido dialéctico e histórico que le damos a nuestra doctrina, en la cual asumimos la autoridad de los muertos y de los que están por nacer, de los militantes de la revolución que han estado y estarán sobre la piedra angular de la "táctica" que soporta por cierto el tono de la entera vida del partido. El partido vive y "existe" hacia el exterior, hacia la clase que define históricamente, también por su táctica; o sea por el conjunto de las reglas de acción que son, que deben ser, el reflejo, o mejor la ejecución consecuente de su ser, de su programa y de sus principios históricos, más allá de las mutables contingencias históricas o de los jefes más o menos geniales que lo guían.

La táctica no se improvisa, la táctica no puede ser cambiada al placer del jefe de turno o de las imprevistas contingencias del día, fuera de los railes rígidamente trazados por la experiencia histórica del partido, so pena de la destrucción del partido mismo, y la derrota del movimiento revolucionario. Más aún, buena táctica es aquella que no encuentra al partido no preparado para aplicarla, para conseguir que llegue a ser arma de ataque hacia el adversario.

Subrayamos el hecho de que en nuestra y solo en nuestra tesis de la absoluta autonomía del Partido, de la que se habla en el segundo capítulo y en el tercero, que se refiere a las Tesis de Roma, se resumen del modo más completo e inconfundible las características del Partido, que hacen de él un organismo totalmente particular y singular respecto a cualquier otro organismo, no solo proletario, sino que la humanidad entera haya expresado hasta ahora, tanto como para representar en la realidad viviente de hoy el anillo de conjunción entre el comunismo primitivo y el futuro comunismo superior.

El proletariado no tiene necesidad de partidos que solo sean capaces de dirigirlo a nuevas derrotas. El proletariado tiene necesidad del Partido que, habiendo sacado todas las lecciones del pasado, lo sepa guiar a la victoria definitiva contra el capitalismo. He aquí pues la cuestión central de la táctica: solo el partido posee una táctica tal por la que pueda plantear de manera consciente la cuestión de su acción, y es precisamente por esto que, en dadas condiciones históricas, puede desplegar mayor potencia que el mismo estado capitalista. Es conocido que hemos expresado más veces tal característica del Partido, y esta es su singularidad, con el término de "inversión de la praxis" por el cual la relación acción-conciencia se invierte y la acción del órgano Partido puede llegar a ser consciente, cosa negada a cualquier otro organismo y con mayor razón al individuo.

En esto está contenida de modo totalmente evidente la tesis de la absoluta autonomía del Partido, de todos los demás partidos, incluso de los sedicentes proletarios y "revolucionarios": si el partido se mezclase, con otros organismos su potencia resultaría inevitablemente debilitada, en cuanto que el incremento numérico de los adherentes limitaría su compacidad y unicidad. Es obvio también, que la exigencia de la absoluta autonomía del partido es indispensable no solo en las áreas geohistóricas de revolución directa, sino también en las de doble revolución, la única diferencia posible es la relativa a la posibilidad de alianzas revolucionarias en estas últimas que no existe en las primeras.

El núcleo fundamental de la concepción marxista del partido está pues, precisamente, en el hecho de que la actuación consciente le viene atribuida al partido mismo, cuya acción precisamente puede ser prevista y coordinada con los objetivos que se persiguen, precisamente, porque es acción colectiva y no individual; y tampoco de una simple suma numérica de individuos, sino de una colectividad, que entrelazándose unitariamente, precisamente en la acción de partido, a toda la experiencia histórica del proletariado, expresa una potencia centuplicada respecto a su simple expresión numérica. En consecuencia, esto presupone que la acción del partido esté caracterizada por una sustancial unicidad en el comportamiento de sus miembros, cosa solo posible si las exigencias de la acción "expuestas en claras reglas de acción", a las cuales pueden llegar a adecuarse todos los adherentes independientemente de sus conocimientos individuales.

Resultando así definidos de modo preciso dos caracteres ambos esenciales, de la naturaleza del partido:
- el de la precisión, de la claridad y de la absoluta autonomía de su plan táctico;
- el de la prefiguración de la futura sociedad comunista, hoy ya viviente en las relaciones de partido.

Un partido similar no se improvisa, sino que solo puede ser el resultado de un largo y difícil trabajo en todos los planos: en el primario de la defensa y continua apropiación de la teoría, en el de la acción y participación coherente en toda lucha proletaria, en el de la consideración fraternal de todos los compañeros. Por todo esto y por ningún otro motivo puede ser comprometida su absoluta autonomía en relación a cualquier otro partido o movimiento, porque significaría negar al proletariado al único apoyo en la reanudación de su lucha revolucionaria, y el único órgano capaz de guiarlo hacia la victoria sobre el monstruo capitalista.

Tesis central, propuesta nuevamente en el cuarto capítulo con una mínima selección de citas de nuestra documentación que se remonta al arco de tiempo que va de 1922 a 1945, es aquella que para el plan táctico del partido ya está excluida la posibilidad de puesta en práctica del frente único, o sea de la convergencia de las directrices de acción proletaria comunistas y de la actividad de los propios militantes con los de otros partidos, fuera de un ámbito muy preciso: como contenido fuera de la acción directa proletaria; acción, es decir movimiento efectivo, no declaraciones ideológicas y pura propaganda; directa, o sea según los métodos de la lucha de clase, no parlamentaria, pacifista o de opinión; proletaria, o sea que reivindica objetivos proletarios y moviliza al proletariado separado de las otras clases. Como forma, por lo demás, no fuera de la organización sindical, el frente único siendo ya posible no entre el partido comunista y los otros partidos, sino realizado en la práctica solo entre las fracciones sindicales presentes en las organizaciones de lucha. Base de esta táctica es la previsión materialista de que «la defensa de los intereses inmediatos no se puede hacer más que preparando y realizando la ofensiva en todos sus desarrollos revolucionarios».

Fuera de este ámbito, determinante en el curso de la reanudación revolucionaria pero netamente definido, «el partido rechaza las maniobras, las combinaciones, las alianzas y los bloques que tradicionalmente se forman sobre la base de postulados y consignas de agitación contingentes, comunes a varios partidos», y, fuera de la acción directa proletaria y de la sindical, el partido no puede converger con otros partidos en directrices tácticas «que conlleven actitudes y consignas aceptables por movimientos políticos oportunistas».

Por tanto, las tesis pasan a condenar las equivocadas extensiones de la táctica del frente único por parte de los partidos degenerados de la Tercera Internacional, en el campo de la convergencia entre partidos "proletarios" o "revolucionarios" y por objetivos declaradamente gubernamentales o parlamentarios.

No juzgamos a los partidos por lo que dicen ser y tampoco sobre la base de sus clases de reclutamiento: los partidos que hoy reclutan proletarios, fuera del partido comunista, son partidos burgueses, no solo anti-revolucionarios y anti-comunistas, sino también anti-proletarios.

Si puede ser verdad que no todos los gobiernos son iguales para los efectos de la lucha de clase, debe tomarse en consideración el que a menudo el advenimiento de un gobierno "de izquierda" ha tenido efectos destructivos en el movimiento revolucionario peores que un gobierno declaradamente burgués, y que si se puede considerar útil que los socialdemócratas se desenmascaren ante los proletarios elevándose en primera persona a las cumbres gubernativas, esto será verdad solo si el partido revolucionario no se hubiese comprometido precedentemente en la operación, y no hubiese ilusionado a los proletarios, empujándoles a batirse por ese gobierno, si se hubiese mantenido fuera y hubiese propagado ampliamente la posición opuesta de lucha y de organización.

Las directrices tácticas comunistas, referentes al frente único, tienen no un cáracter moral, ético o estético, sino esencialmente histórico. Afirmábamos:

Cita 4 - Naturaleza, función y táctica del partido revolucionario de la clase obrera - 1947
...En el periodo en que la clase capitalista todavía no había iniciado su ciclo liberal, que todavía debía derrocar al viejo poder feudal, o que incluso debía recorrer aún, en países importantes, etapas y fases notables de su expansión, todavía liberalizadoras en los procesos económicos, y democrática en la función estatal, era comprensible y admisible una alianza transitoria de los comunistas con aquellos partidos que, en el primer caso, eran abiertamente revolucionarios, antilegalitarios y organizados para la lucha armada, en el segundo caso aún asumían una tarea que aseguraba condiciones útiles y realmente "progresivas" para que el régimen capitalista acelerase el ciclo que debe conducir a su caída...
En consecuencia, la táctica de las alianzas insurreccionales contra los viejos regímenes se cerró históricamente con el gran acontecimiento de la revolución en Rusia, que eliminó el último e imponente aparato estatal y militar de carácter no capitalista.
Después de tal fase,la posibilidad aunque sólo sea teórica de la táctica de los bloques debe considerarse formal y centralmente denunciada por el movimiento internacional revolucionario.
Por cuanto se refiere a las áreas de doble revolución, posteriormente desarrollábamos:
Cita 5 - La Plataforma política del Partido Comunista Internacional - 1945
21 - ...En el cuadro de la presente historia mundial, si por ventura una residual función le compitiese a grupos burgueses democráticos, por la parcial y eventual supervivencia de exigencias de liberación nacional, de liquidación de islotes atrasados, feudales, y de similares restos de la historia, tal tarea sería desarrollada de manera más decidida y conclusiva, para dar lugar al ciclo ulterior de la crisis burguesa, no con un acomodamiento pasivo y abdicante del movimiento comunista a esos postulados no propios, sino en virtud de una implacable y constante oposición de los proletarios comunistas contra la incurable flaqueza y lentitud de los grupos pequeñoburgueses y de los partidos burgueses de izquierda.
Desde 1945 en adelante la tesis, muy evidenciada en "Naturaleza, función y táctica del partido...", de que la fase atravesada por el poder capitalista presenta características peculiares en economía y política que hacen de él la última del unitario y maloliente modo de producción capitalista, es una tesis exclusiva de nuestro Partido. Tal fase, iniciada al final del siglo pasado y plenamente desplegada con la primera guerra mundial, en verdad tiene características peculiares, aunque no modifican el modo de producción, en cuanto que no representan más que el desarrollo de ciertas cualidades ya presentes en la primera fase del poder capitalista, la liberaldemocrática. En economía prevalece, en la primera fase, la libre concurrencia, aunque por su naturaleza el desarrollo de la libre concurrencia llevará al monopolio, que caracteriza la fase imperialista. Y así en política, aun con un desfase temporal dependiente del hecho de que el andamiaje político-jurídico es más lento en el cambio de la estructura económica, tenemos el pasaje del estado multipartidista demoliberal al estado totalitario, transformación que tiene lugar en su totalidad con la primera guerra mundial. Nuestra tesis, en este texto confirmada con las citas del quinto capítulo, es que desde entonces «el mundo capitalista durante todo el arco de su supervivencia ya no podrá ordenarse en formas liberales, sino que cada vez más estará basado en monstruosas unidades estatales, despiadada expresión de la concentración económica».

Con la fase imperialista tenemos pues el ordenamiento en forma totalitaria de todos los estados, tanto de aquellos que mantienen las formas del Estado liberal, como de aquellos abiertamente fascistas. El retorno a las formas liberales de los Estados ex-fascistas después de la segunda guerra mundial no es un retorno al Estado liberal de la primera fase, sino que el Estado democrático posfascista mantiene sustancialmente, aun ostentando la forma liberal, las características totalitarias que se expresan a través de un estricto control social, una dirección política unitaria, un andamiaje jerárquico fuertemente centralizado.

Las dos fases (omitimos aquí la fase en la que la burguesía revolucionaria lucha contra el régimen feudal) están caracterizadas por una actitud distinta de la burguesía hacia el proletariado: en la primera fase, la burguesía tiene un comportamiento defensivo contra el proletariado revolucionario, en la segunda, la burguesía pasa a la ofensiva porque solo controlando al proletariado con concesiones económicas por un lado, con el sometimiento político por otro, puede impedirle las tentativas revolucionarias.

He ahí por qué, con gran sorpresa y desdén de todos los intelectuales seudorrevolucionarios, nosotros no consideramos en absoluto a la democracia como "valor supremo" a defender contra el fascismo (por el contrario este último es menos peligroso para la revolución en cuanto que no esconde el uso de la violencia directa): en efecto, nuestra serie no es fascismo, democracia, socialismo, sino democracia, fascismo, dictadura del proletariado.

Una de las cuestiones tácticas que tuvieron mayor relieve en el periodo que siguió inmediatamente a la constitución de la Internacional Comunista, fue la relativa a la participación de los Partidos Comunistas en las elecciones democráticas, afrontada aquí en el sexto capítulo. Dicha cuestión, como es conocido, fue ampliamente discutida en el segundo Congreso de la I.C., y la Izquierda, después de haber defendido las razones del abstencionismo, aplicó las tesis de Lenin sobre el así llamado "parlamentarismo". La prueba histórica de cuanto ya entonces sostenía la Izquierda, o sea que una táctica de ese tipo, aún dirigida con indudables intenciones revolucionarias (Lenin consideraba que fuese el mejor medio para destruir el parlamento burgués), por el contrario, habría acabado contagiando y haciendo degenerar a los mismos partidos comunistas que se acababan de formar e incluso se estaban formando, como el italiano, todavía consumarse como luego se ha consumado ampliamente. Entonces, le fue posible a la Izquierda aceptar con disciplina una táctica que consideraba y que era equivocada, que era posible corregir siempre a través de las inevitables verificaciones históricas sucesivas: entonces lo importante y lo esencial era la formación del Partido revolucionario sobre bases de indiscutible fidelidad a la doctrina marxista como tuvo lugar precisamente en el Segundo Congreso de la Internacional.

Todo esto, ahora ya, prueba ampliamente que el único modo de plantear el problema de la táctica con fidelidad a los principios revolucionarios es aquel que la Izquierda defendía ya en los primeros años de vida de la Internacional: hay una estrecha conexión entre las normas tácticas y las directrices programáticas, por la cual las primeras, las normas tácticas están previstas y delimitadas, deduciéndolas de los principios y del examen de la situación histórica.

La Izquierda sostenía que la táctica del "parlamentarismo revolucionario" había llegado a ser inadecuada con la situación histórica que se abrió con la primera guerra mundial. Con la guerra imperialista, la burguesía se había desenmascarado definitivamente, su actitud en las confrontaciones con el proletariado era ya definitivamente de ofensiva, basada exclusivamente en el uso abierto de la violencia, y por tanto toda táctica "parlamentarista", que precedentemente se fundaba en la función progresiva de la parte más radical de la misma burguesía, se había agotado completamente, y desde entonces está agotada para todo el ciclo histórico que concluirá con la revolución proletaria mundial.

La lucha por el Parlamento había sido, sin rodeos, la bandera de la burguesía revolucionaria contra los Estados absolutistas feudales, y en tal lucha el proletariado había sido su aliado más decidido, a pesar de que el parlamento no encarne y no haya encarnado nunca la forma del poder proletario, como la Comuna y el soviet han demostrado después.

En el periodo del desarrollo pacífico del capitalismo, de finales del siglo XIX y de principios del XX, los jóvenes partidos socialistas participaron, con táctica revolucionaria justa, en las elecciones democráticas, para conquistar mayor influencia en la clase proletaria, no desdeñando utilizar la legalidad burguesa para tal objetivo. Esto se basaba en la posibilidad de luchar no solo por objetivos de mejora de las condiciones económicas proletarias, sino también por ciertas realizaciones políticas, en las cuales también estaba interesada la parte más radical y progresiva de la misma burguesía. Tal táctica, sin embargo, como está afirmado claramente por Engels en la fundación de la II Internacional, no le atribuía ningún valor en sí mismo a las eventuales conquistas (cuando sucede esto, estamos en plena degeneración reformista), sino que estaba enfocada exclusivamente hacia el reforzamiento del movimiento revolucionario a la espera de que fuese la burguesía misma la que se bajase al terreno revolucionario abandonando la legalidad, obligada a ello por ineluctables necesidades materiales. La burguesía mundial ha descendido a este terreno, y definitivamente, precisamente en 1914: el proletariado mundial ha perdido entonces una importante batalla, pero la guerra histórica de clase está todavía abierta y el proletariado mundial podrá prevalecer definitivamente, volviendo a encontrar su órgano natural, el Partido de clase.

Los acontecimientos y las mismas derrotas proletarias de este siglo no han acontecido en vano, y el Partido hoy, «permaneciendo este estado de cosas y las actuales relaciones de fuerza, se desinteresa de las elecciones democráticas de todo género y no ejerce su actividad en tal campo».

Y hoy, como frente a Lenin, esta posición nuestra no se deriva de errores teóricos antimarxistas de tipo anarco-sindicalista, sino de una exigencia práctica, táctica y organizativa: todo partido, aunque sea el más revolucionario posible e imaginable, está destinado a degenerar si participa en el electoralismo (nos referimos al electoralismo estatal y no al eventual método electivo en las organizaciones económicas solo de proletarios), en cuanto a hoy, en la época plenamente imperialista, «el electoralismo solo es pensable en función de la promesa del poder, de franjas de poder».
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


PREMISA - Junio de 1974
 

El texto que sigue, como las cartas-circulares que lo preceden, está dirigido exclusivamente a los miembros del partido, aunque nos han llegado distintas peticiones, por parte de ex y de desconocidos, para obtener "textos". Está claro que no hemos satisfecho ninguna curiosidad, por otra parte solicitada por los afamados "comunicados" aparecidos en "Il Programma Comunista" de estos últimos meses y que han culminado con la "congelada intimidación" que hay que inscribir en el museo de las monstruosidades.

Este trabajo es una modesta contribución, desarrollado según el bosquejo propuesto hace algunos años, rechazado por el Centro como si hubiese sido un cúmulo de blasfemias y de crímenes. Si la "brújula" no estuviese loca, el texto habría aparecido en las columnas de "Il Programma Comunista", seguramente en el lugar de los equívocos artículos sobre "organización".

Los compañeros notarán que las nueve décimas partes del trabajo están constituidas por fragmentos de nuestros textos fundamentales, alineados por argumento, a lo largo del arco de sesenta años, como prueba de la continuidad y de la invariabilidad de las posiciones de la Izquierda Comunista, siempre fiel al marxismo revolucionario.

El esfuerzo no termina aquí. Queda por estudiar a Marx y Lenin. Sin embargo, el trabajo ya está avanzado y será objeto cuanto antes de un segundo fascículo.

Puesto que la Izquierda Comunista es la continuadora de la tradición que lleva los nombres de Marx y Lenin, sería suficiente con referirse a ella; pero, con los tiempos que corren, en que las falsificaciones, las manipulaciones y las interpretaciones arbitrarias se llevan a cabo cuando y de quien menos te lo esperas, para quien está obligado a remontarse ab ovo para cada cuestión individual, el "hilo del tiempo" viene aferrado lo más lejos posible; que por lo demás ha sido siempre nuestro clásico método.

El texto, por consiguiente, se vuelve a proponer solamente una afirmación correcta de los postulados conocidos por todos y por todos anteriormente aceptados, aunque no siempre compartidos, para los que han trabajado viejas y nuevas generaciones de militantes, con la intención de fortificar y dilatar la organización combatiente de partido que con este continuo e incansable trabajo se desarrollaba cada vez más.

El camino a recorrer es éste. No existen otros. No hay "decisiones nuevas" que tomar, "reestructuraciones" que efectuar, "modificaciones" que aportar, bajo el aparente y siempre dudoso pretexto de "nuevas situaciones" que están encima. El partido crea sus órganos para la acción, a medida que la acción lo requiere en las múltiples formas de su desarrollo; los modifica o los sustituye por otros más idóneos, por necesidad orgánica, y no con la pretensión de que la perfección o el automatismo de estos organismos subrogue la justeza de la acción, como si casi todo se debiese reducir a organización, error este de tipo activista en el campo organizativo. La organización no se constituye "in vitro", en el falaz laboratorio del cerebro, independientemente del desenvolvimiento real de la lucha de clase. Habríamos creado un gracioso modelito de partido, más que un verdadero partido, "compacto y potente", que se forja sus instrumentos de batalla en el fuego de los choques sociales.

Perseguir el perfeccionamiento y el automatismo paroxistico implica el error, varias veces revelado por la Izquierda en la Internacional, que desde el campo de la organización ataca el de la táctica y también el de la naturaleza y de las funciones del partido; o sea, el error de que con una fuerte organización (donde "fuerte" significa subordinada a cualquier centralismo y disponible para cualquier maniobra) todo se pueda hacer. Dadnos una organización "bolchevique" y todo será lícito. Construyamos un partido disciplinado a toda prueba y la victoria estará asegurada.

Con la Izquierda sabemos, por cierto, que el partido se modifica bajo el impulso de su misma acción, por la que a la indiscriminación de la táctica corresponde la diferenciación de la organización. Es ineluctable, entonces, que el "modelito" perfecto se rompa en mil pedazos. Por ejemplo, no se puede considerar lícito, aunque fuese como excepción, el reconocimiento, aun episódico, del eleccionismo, pensando que no se dañará la naturaleza, la función y la estructura antidemocrática del partido. Un ejemplo más, de carácter "interno": no se puede desencadenar hoy impunemente la "lucha política" en la organización, sin pensar que este modo de funcionar no llegue a ser el "normal", la forma útil para la solución de cualquier problema, consiguiente y periódica ruptura de la organización. Se caería en el muy conocido "fraccionismo desde arriba". Considerar esto "leninismo" es hacer una caricatura del leninismo.

El funcionamiento correcto del partido no puede ser confiado a estructuras organizativas especiales ni a la utilización de medios políticos dentro de la organización.

No es sobre la organización donde reposa la fuerza del partido. Sino que la fórmula correcta es: la organización es fuerte y funcional en la medida en que se adhiere cada vez más estrechamente al programa, y en consecuencia, desarrolla la "política revolucionaria justa". Lo contrario, es decir, que se tiene una "justa política revolucionaria" y una adhesión estrecha al "programa" en la medida en que la organización es "fuerte" y "funcional", es falso. Es Stalin. Es una de las características del oportunismo.

Así asistiríamos al fenómeno de la "bolchevización" a la inversa. Entonces, las distorsiones en la cuestión de organización concluyeron en los errores en el campo táctico; ahora estas distorsiones permitirían los errores tácticos. Y recordando la influencia recíproca entre los dos tipos de cuestiones, asistiríamos a una progresiva desbandada del partido en todos los campos.

Creemos que este proceso de deslizamiento no deba considerarse irreversible, a condición de que desde el partido provengan reacciones sanas que lo induzcan a retornar sobre sus posiciones correctas. En este sentido dirigimos nuestro esfuerzo, en cuya potenciación los compañeros de la Izquierda deben considerarse comprometidos.

Cuanto está expuesto en esta "presentación", como introducción a los respectivos grupos de citas, viene deducido directamente de los textos, y cualquier compañero podrá constatar serenamente que no se sacan conclusiones arbitrarias ni polémicas.

Todo está previsto y requetesabido. Al mismo tiempo estamos convencidos de que se puede hacer mejor. Es esta nuestra modesta contribución de tiempo, de trabajo y de pasión revolucionaria.

Para concluir, no es de polémica ni de "lucha política" entre compañeros de lo que necesita el partido para su mejor equipamiento revolucionario.

Con el trabajo colectivo, con el concurso de todas sus fuerzas, bajo la "dictadura del programa", el partido se refuerza, desde el vértice a la base, se amalgaman todas sus fibras para tender, desde el indispensable minimum de la "disciplina ejecutiva", al optimum de la "convicción".
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


PREMISA - Septiembre 1974
 

El texto que sigue, vuelve a proponer, a través de citas tomadas de los textos más importantes, en el arco de más de cincuenta años (1912-1970), la concepción marxista del Partido, de sus tareas, de sus funciones, de su dinámica orgánica, que la Izquierda Comunista de Italia, la única en haberse mantenido, bajo los golpes de la contrarrevolución estalinista y del no menos fétido pos-estalinismo, en la línea de Marx, de Lenin y de la III Internacional, ha defendido constantemente y restaurado contra todo intento de desviaciones, codificándola en tesis y textos, que constituyen el resultado objetivo de la experiencia histórica de la lucha proletaria y del movimiento comunista mundial.

El texto presenta las citas colocadas en orden cronológico y subdivididas por argumentos. Cada capítulo lleva una premisa que sirve para encuadrar las citas y para poner de relieve las implicaciones y las consecuencias del pensamiento que expresan. La subdivisión en capítulos y la titulación de los mismos, tienen un carácter puramente técnico e instrumental, constituyendo en realidad las enunciaciones contenidas en cada parte un bloque unitario e inseparable de posiciones que corren en perfecta continuidad sobre el hilo del tiempo.

La mayor parte de las citas está sacada de los siguientes textos, a cuya lectura integral remitimos al lector y al militante:

- Tesis sobre la función del partido comunista en la revolución proletaria - 1920.
- Partido y clase - 1921.
- Partido y acción de clase - 1921.
- El principio democrático - 1922.
- La táctica de la Internacional Comunista - 1922.
- Tesis de Roma - 1922.
- Tesis del PC de Italia al IV congreso de la IC - 1922.
- Organización y disciplina comunista - 1924.
- Moción de la Izquierda del PC de Italia en la Conferencia Nacional de Como - 1924.
- Lenin en el camino de la revolución - 1924.
- Discursos y mociones de la Izquierda en el V congreso de la IC - 1924.
- La plataforma de la Izquierda - 1925.
- El peligro oportunista y la Internacional - 1925.
- Tesis de Lyon - 1926.
- Discurso del representante de la Izquierda en la VI sesión del Ejecutivo Ampliado de 1926.
- Plataforma política del partido - 1945.
- Las perspectivas de la posguerra en relación con la plataforma del partido - 1946.
- El ciclo histórico del dominio político de la burguesía - 1947.
- El curso histórico del movimiento de clase del proletariado - 1947
- Naturaleza, función y táctica del partido revolucionario de la clase obrera - 1947.
- Fuerza, violencia y dictadura en la lucha de clase - 1948.
- Normas organizativas generales - 1949.
- Tesis características del partido - 1951.
- Enderezar las patas a los perros - 1952.
- Politique d’abord - 1952.
- El cadáver todavía camina - 1953.
- El "battilocchio" en la historia - 1953.
- Graznido de la praxis - 1953.
- Presión "racial" del campesinado... - 1953.
- Rusia y revolución en la teoría marxista - 1955.
- Diálogo con los muertos - 1956.
- Estructura económica y social de Rusia... - 1957.
- Apuntes para las tesis sobre la cuestión de organización - 1964.
- Consideraciones sobre la orgánica actividad del Partido... - 1965.
- Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la estructura del PC mundial... - 1965.
- Tesis suplementarias sobre la tarea histórica... - 1966.
- La continuidad de acción del Partido sobre el hilo de la tradición de la Izquierda - 1967.
- Premisas al volumen "En defensa de la continuidad del Programa Comunista" - 1970.
Como se ve, es todo el patrimonio histórico de la Izquierda Comunista y del Partido Comunista Internacional resurgido sobre la base de sus posiciones en 1952 que viene reivindicado y propuesto de nuevo integralmente.

La necesidad de la reproposición global de este patrimonio histórico está conectada a las vicisitudes que han afligido en los últimos años a la organización del Partido Comunista Internacional, haciendo necesario el nacimiento de la nueva cabecera "Il Partito Comunista" como punto de referencia organizativo para todos aquellos que entienden militar en las posiciones de la Izquierda; en la más absoluta fidelidad a las cuales ha nacido, se ha desarrollado y solamente puede vivir el Partido Comunista Internacional, es decir, solamente sobre estas bases, las únicas correctamente marxistas, puede organizarse el Partido Comunista Mundial compacto y potente, que es el órgano indispensable de la revolución proletaria y de la sucesiva dictadura de clase.
 
 

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